Hanna tenía miedo
de girarse. Claro que era ella. ¿Quién más podía irrumpir en
medio de una sala llena de personas desconocidas gritando su nombre a
los cuatro vientos? Pues claramente... alguien de su familia. Se
llevaba las manos a la cara.
-Hazme caso,
señorita.- le pegó en la cabeza con un abanico que llevaba.
-AUCH! Halmoni?!- se
quejaba y se apartaba asustada- Como duele...
-Llevo buscándote desde hace un rato. Parece que te sigues escondiendo igual que cuando eras
pequeña.- refunfuñaba.
-Ya, halmoni. Ahora
no es buen momento...- miraba a su alrededor avergonzada.
-¡¿Cómo que no es
buen momento?!- se alteraba- Nunca tenéis tiempo para mi. Todos en
esta familia me ignoran.- dramatizaba.
-Halmoni, halmoni, siéntese aquí.- Hanna y Joonchae le ofrecieron sus sillas.
-Muchas gracias,
Joonchae-ni, eres muy amable.
Se sentó dónde
Joonchae ignorando por completo a Hanna, lo cual no le sorprendió pero le quemaba por dentro. Le decía siempre a los demás que la
ignoraban, y ella era la primera en hacerlo.
-Halmoni, escúchame.- esta se abanicaba y miraba a Joonchae con satisfacción,
mientras que seguía ignorando a Hanna.- Ahora Joonchae y yo estamos
trabajando.
-Pues no os veo
trabajar. Estabais aquí, parloteando. ¿A esto lo llamáis
trabajar?- le contestaba ruda.
Hanna miraba a
Joonchae con cara de “no sé que hacer”. Era su abuela, pero eso
no significaba que alguien en este planeta supiera como controlarla.
-Halmoni.- decía
muy dulce Joonchae, que obtuvo en un segundo la atención de la
abuela.
-Dime, Joonchae-ni.
Ven, hombre. Coge una silla y siéntate a mi lado.
-Annyo (No), estoy bien
así.- la abuela le cogía de la mano y lo dirigía.
-Hanna. Levántate.
-Weo? (¿Qué?)
-Venga, no seas
vaga. Levántate.- Hanna se levantó indignada de la silla.
Miraba a su
alrededor buscando alguna mirada cómplice. Jongdong estaba
petrificado esa señora le daba mucho más miedo que Hanna. Y Yoona
ya la conocía de sobra, pasaba de meterse en ese berenjenal.
-Increíble.- se
cruzaba de brazos mientras veía como Joonchae con una gran sonrisa,
aunque algo incómodo se sentaba en su silla.
-Ahora, dime
Joonchae-ni.- tenía su abuela una sonrisa de oreja a oreja.
-Oh, dee...-
Joonchae miraba a Hanna algo preocupado. Hanna le devolvía la mirada
muy indignada, pero sabía que ella no tenía nada que hacer en
aquella situación.- Mira, halmoni. Hanna-ya y yo estamos grabando un
programa ahora mismo.
-¿Un programa?-
miraba a su alrededor buscando las cámaras.
-Dee, es sobre “un
día en la vida de la pareja”. Algo así.
La abuela de Hanna
se acicalaba el pelo muy coqueta mientras miraba a las cámaras.
-Oh, kureo (Entiendo). ¿Y
ahora estáis grabando?- preguntaba interesada.
-Dee, halmoni.-
dijeron a la vez.
-Oh, que
interesante. Pues ahora va a ser todo más divertido.
-¿Más divertido?
¿Por qué?- su abuela se reía.
-Porque estoy yo
aquí.- se tocaba el pelo y alzaba los brazos.
“No hay ninguna
duda, es la viva imagen de Kim Moonsoo...”, pensaba muy asustado
Joonchae.
-Jakkaman, jakkaman.
Otteoke? (Espera, espera. ¿Cómo?)
-¡Claro! Yo venía
a pasar una tarde espectacular con mis nietos.- los cogía a los dos
de las manos.
Hanna y Joonchae se
miraron atemorizado. “¿QUÉ HACEMOS?”, decían sus miradas.
-Como vuestra abuela
que soy, venía a enseñaros unas recetas magníficas que deberíais
de saber para la vida en pareja.
-Pero-pero...
-Nada de peros.
Cuando tengáis hijos me lo agradeceréis.
Se volvieron a
mirar. Los dos se picaban para que el otro la parara. “¿Qué
haces? No te quedes sin decir nada, haz algo”, le decía la mirada
de Hanna a Joonchae. “Oh, no, ni loco. Te toca a ti hacer algo.”,
le decía la mirada de Joonchae a Hanna. “¡¿Yo?! ¿Y qué le digo
para no herirla? Y que no me mate...”, pensaba Hanna.
-Halmoni...
-Va a ser genial.
Como cuando te enseñaba a hacer manualidades, Hanna.- su abuela la
miro con unos ojos angelicales llenos de nostalgia.
-Me... me encantaba
hacer manualidades contigo, halmoni.- aquello conmovió a la pequeña
Hanna.
Joonchae la miraba
pálido. “¿LE ACABAS DE DECIR QUE SÍ?”, le decía la mirada de
Joonchae a la de Hanna, a la cual tuvo que llamar la atención estirándole de la camisa. “Lo siento... lo he intentado.”,
pensaba ella mientras alzaba sus hombros a modo de disculpa.
-Halmoni...- lo
miraba muy contenta- A... a lo mejor... el programa quiere otro tipo
de planos...- le costaba decir.
-Eso significa...
-Pero podemos quedar
otro día.
-¡Para nada!- saltó
una voz detrás de ellos.
-Yoona!- dijeron los
dos a la vez.
-Es una gran idea
para continuar el programa.- le ayudaba a levantarse, la abuela de
Hanna estaba muy contenta- Muchas gracias por venir Miss Kim.
-No, no hija. Ibas
muy bien. No me llames “Miss Kim”, llámame Miss Lee.
-Oh, dee, por
supuesto, Miss Lee.- la abuela sonreía de oreja a oreja.
-Pues que empiece el espectáculo. ¿Aquí con quién hay que hablar?
-Muy buenas, Miss
Lee. Soy la entrevistadora del programa. Vamos a pasar un rato
fantástico juntas.
-Oh, kureo. (Claro.) Encantada. Solamente le voy a decir una cosa.- la abuela se acercó
sutilmente a ella, casi para susurrarle- No saque imágenes comprometedoras mías en el programa, Miss...
-Miss Park.
-Tengo una
reputación que mantener. Y a usted también le convendría mantener
la suya.- la entrevistadora se quedó en shock tras esas palabras y
al verla marchar tan decidida- Minyoo-shi, venga a retocarme el
maquillaje, si es tan amable.- le decía a la maquilladora que aún
seguía sentada comiendo.
-¿Acaba de
sutilmente- remarcaba la palabra- amenazar a la entrevistadora?- le
preguntaba atemorizado Joonchae a Hanna muy bajito.
-Yes... me da mucho
miedo.
-Y a mi.
Los dos se miraron
aterrorizados. ¿Qué acababan de hacer? ¿Cómo iban a pasar casi un
día con esa señora fan del protagonismo?
-Bueno, chicos...-
les comentaba la entrevistadora volviendo a captar su atención de
nuevo tras este alboroto- Vemos que vamos a pasar un día muy
divertido.
-Dee (Sí)...- contestaban
los dos muy poco entusiasmados y con una falsa sonrisa.
-Contarnos. Ahora
que no esta Miss Lee. ¿Siempre es así?- decía entre asustada y
enfadada.
-¿Quién? ¿Ella?-
Hanna se reía- Sí, siempre... Es una de las personas más
espontaneas que conozco.- pensaba en Moonsoo y sus idas y venidas.-
Es muy alegre, y le gusta divertirse y pasar el rato con los demás.
Y otras veces...- decía algo triste- Puff! Hace bomba de humo y no
la ves en un tiempo.- intentaba reírse y sonreír- Es especial.
Joonchae miraba a
Hanna sorprendido. Pues le dio la sensación de que se estaba
describiendo así misma. Y no le gustaba, ni ella, ni a él.
-Pero bueno. Ahora
vamos a hacer lo que tenemos que hacer. ¿Verdad Joonchae-ah?- lo
cogía del brazo.- él se sorprendió.
-Oh, dee (sí)...
-Vamos a seguir
trabajando en la sesión. Seguidnos.- caminaba hacia la salida de la
cafetería.
Hanna cambió un
segundo su expresión facial y corporal. Estaba tensa y fría. Eso
mismo hizo que un escalofrío recorriese la espalda de él. Joonchae
no sabía muy bien como protegerla de aquello. ¿Cómo podría
proteger a alguien de si mismo? Si ni si quiera sabía protegerse a
él de sus pesadillas.
-¿A-a dónde vais
niños?- les preguntaba la abuela de Hanna.
-Hay que seguir
trabajando halmoni. Todavía no hemos acabado la sesión de fotos.
-Pe-pero...
-Nos vemos en un
rato.
-De eso nada. Yo me
voy con vosotros.- intentaba medio correr para alcanzarlos y ponerse
en frente de las cámaras.- Así os veo trabajar.- decía un poco
cansada.
-Dee... halmoni.-
decía Hanna poco entusiasmada.
-No se fatigue,
halmoni.- se preocupaba él mientras la abuela de Hanna le cogía del
otro brazo.
Era una imagen
entrañable. Hanna y su abuela cogidas cada una de los brazos de
Joonchae. Él, contento por una sensación de calidez familiar que se
había creado en un segundo.
. . .
Terminaron la
sesión de fotos sobre las cuatro de la tarde. Todos habían
colaborado mucho para que saliera genial. Las fotos eran muy buenas,
Hanna estaba muy orgullosa de todos y de los resultados que había
obtenido. Había captado perfectamente aquello que buscaba. Y le agradeció muchísimo su colaboración a Taemin y Minhyuk por trabajar
con ella y Joonchae. Aquellos tres hacían una muy buena combinación,
se marcaba la madurez de cada uno en las fotografías. Y eso a Hanna
le fascinaba.
Su abuela se había
portado “bien”, durante lo que quedaba de sesión. Seguramente el
pobre Jongdong no diría lo mismo, ya que estuvo a su lado todo el
rato, preguntando y criticando su trabajo. Más de una lagrimilla se
le escapo, por culpa de aquella señora tan terrorífica, a nuestro
tierno y dulce Jongdong. Este se despedía de ellos con una lágrima
de felicidad, diciéndole con la mirada a Hanna: “Muchas gracias por llevártela de aquí”. No solamente lo pensaba él, todos los del
equipo estaban deseando que se fuera de allí. Era mucho peor que Kim
Moonso, revolucionó el set mientras Hanna no miraba, poniendo a quien
fuera a sus ordenes.
-Gracias por
quedaros a terminar de recoger chicos. Habéis hecho un muy buen
trabajo. Muchas gracias.- se despedía de ellos Hanna.
Cuando cerró la
puerta del estudio se escuchaban gritos y vitoreos de sus compañeros.
Estaban celebrando que por fin se habían ido y podían trabajar
tranquilamente. Hanna se sorprendió por aquello, pero siguió
adelante con las cámaras. Joonchae y su abuela la estarían
esperando en la entrada de “Sons of Golden”, iban a ir a comprar
todo lo necesario para hacer esos platillos tan ricos que decía su
abuela que debían aprender.
-¿Y qué platos
vamos a preparar, halmoni?- le pregunta Hanna subiendo al coche.
-Pues... aún no los
he pensado.
-Mira... mira que lo
sabía.- suspiraba fuerte.
-No te enfades tanto
niña. Que te saldrán arrugas.- se quejaba- Además, la
improvisación es lo que mueve a los seres humanos. ¡Tenéis que
vivir el momento!
Hanna y Joonchae
cerraban a la vez las puertas del coche mirándose asustados. No había
cosa que se les diera peor en el mundo que improvisar. Todas y cada
una de sus improvisaciones al final les acababan metiendo en más líos. ¿Qué iría a pasar?
Fueron a comprar a
un supermercado cercano de la casa de la abuela de Hanna. Harían
allí todos los platos ya que lo tenía todo habilitado para cocinar.
Entrando por la
puerta del supermercado ya llamaban la atención. Él, un famoso.
Ella una chica muy polémica. La abuela, que era una señora
despampanante y llamativa, aunque a ella ya la conocían todos por
allí. Y no podíamos olvidar las tres cámaras que llevaban persiguiéndoles. Era una situación cómica ante todo.
-Halmoni, ¿ya sabe
lo que vamos a cocinar?- preguntaba Joonchae dudoso, pues la abuela
de Hanna miraba a su alrededor como perdida.
-Vamos... vamos a
empezar por el kimchi. Dee. Siempre tenéis que saber prepararlo. Y
siempre tenéis que tenerlo en casa.- iba decidida a la zona de
verduras.
-Pero halmoni, si
nuestras madres siempre nos traen.
-¡Calla niña!- se
giraba muy enfadada- Y coge un carro.
-Dee! (¡Sí!)- obedecía muy
asustada.
-Tengo mucho miedo.-
le decía Joonchae muy bajito a las cámaras.
-Joonchae-niii. Ven
a ayudarme.- lo llamaba la abuela- Te voy a enseñar a coger
adecuadamente las verduras.
-Dee, halmoni.- iba
él también disparado.
Hanna llevaba el
carro con desgana, mientras, veía como a Joonchae se le acumulaban
las bolsas de distintas frutas en las manos. Su abuela le daba todo
lo que cogía para cocinar, y parecía que no aguantaba ni una
verdura más. Hanna se acercaba y se reía de él.
-Estas chistoso con
todo eso.
-Ah, gomawo (gracias)...-
dejaba todas las cosas en el carro de la compra suspirando muy
fuerte.
-Fijaros, fijaros
bien.- le decía Hanna a las cámaras mientras él recobraba el
poquísimo aliento que había gastado- Esta es la primera vez que
vamos a comprar juntos. No me lo creo.- decía Hanna mientras se
reía.
-Omg... es verdad.-
abría muy grande su boca sorprendido.
-Y tanto que es
verdad. Llevamos cuatro meses viviendo juntos y nunca te has dignado
a ir a comprar conmigo.
-Ya, ya, gugeon
sarili aniya. Kureon... (Eso no es verdad, pero...)- intentaba
justificarse avergonzado.
-Kureon, wae?
(¿Pero, qué?) Es más fácil abrir la nevera y encontrar toda la
comida allí, kuji? (¿verdad?)
-Annyo! (¡No!)- decía
alterado- Pero no quería que mi fama te molestara a la hora de
comprar.- Hanna se reía de la excusa tan tonta, y a la vez real, que
le había puesto.
-Dee, kure, (Sí, claro) el señor
famoso. Venga. Coge tu el carro.- le daba palmaditas en la espalda sentenciándolo a la obediencia.
-Todo el mundo me da
órdenes hoy.- arrastraba el carro sin ganas.
Pasaron un rato
agradable en el supermercado. Hanna y su abuela tenían gustos muy
parecidos en cuanto a la comida. Las dos habían pasado tiempo
viviendo en el extranjero y sus paladares habían recorrido mucho más
camino que el de Joonchae. Entre ellas hablaban de lo que tenían o
no allí en corea para comprar, y se reían cuando de repente decían
el mismo alimento que les apetecía comer. Joonchae se sentía muy
cómodo con todo aquello, las veía muy felices y era lo único que
quería. Excepto cuando las dos se ponían en contra suya... que eso
no era tan gracioso. Él las observaba muy curioso, pues con todo el
tiempo que conocía a Hanna, nunca la había visto estar así con su
abuela.
De pequeños Hanna
siempre andaba hablando de ella, les comentaba a sus amigos lo
espectacular y trotamundos que era, y que siempre había soñado en
ser como ella. Pero la imagen que tenían ellos con sus propios ojos
era de una señora muy estricta que siempre andaba malhumorada. Casi
nunca se creían las historias que la pequeña Hanna contaba sobre su
abuela divirtiéndose con ella. Pero ninguno podía negar que todos
los veranos, desde que Hanna tuvo uso de razón, antes de ir a Jeju
con sus padres y los Choi a pasar las vacaciones, siempre iba con sus
abuelos de viaje. Siempre a algún sitio nuevo y bonito, lejos o
cerca de corea. En aquellos viajes, y gracias a su abuela, Hanna
comenzó a tomar fotografías. Todas y cada una de las fotos que ella
hacia en los viajes las colgaba por su cuarto a modo de decoración.
Y todos los años las cambiaba, puesto que con los años comenzó a
hacer más y más. Su abuela en aquel entonces siempre parecía
aprobar todas sus decisiones: “Deja que fluya tu creatividad,
Soffie.”, es lo que siempre le decía. Pero aquellas dos, ahora
mujeres, ya no recordaban cuando dejo todo de ser como fue.
Llegaron, después
de un buen rato, a dónde vivía la abuela de Hanna. Era típica casa
coreana en medio de un barrio de edificios bajos de Seúl. Le
encantaba vivir con lujos extranjeros fuera de casa, pero dentro era
mejor la comodidad de lo tradicional.
-Wuaaa, halmoni.
Sigue exactamente igual.
Hanna entró
derecha a la casa. No podía creérselo, llevaba más de ocho años
sin pisar aquel lugar. Dejo las bolsas de compra que llevaba y fue a
recorrer la casa. Una de las cámaras la seguía. Ella como niña
pequeña iba enseñándolo todo.
-Es preciosa,
halmoni.- decía Joonchae muy sorprendido.
-Gracias, gracias.-
le indicaba donde debía dejar las bolsas- Me gusta que te guste
tanto la casa de mis padres, jovencito.
-Muchísimo.-
observaba con detenimiento la casa.
Se la escuchaba a
Hanna reírse desde las otras habitaciones. Pasaba de una a otra
buscando objetos, recuerdos de su infancia.
-Joonchae-ah!- lo
llamaba riéndose- Igo bwa. (Mira esto.)- seguía riéndose.
-Musun iliya? (¿Qué
pasa?)- se acercó a ver.- Weo?! Naya? Jeongmal naya? (¿Qué? ¿Yo?
¿De verdad soy yo?)
La abuela de Hanna
guardaba aún todas las fotos que la pequeña Hanna había hecho años
atrás. Esos y muchos más recuerdos seguían en la habitación que
solía ser de Hanna cuando se quedaba allí. Aquella casa solía ser
dónde vivían los abuelos de Hanna, pero tras el divorcio de estos
su abuelo se mudo con sus padres. Y como la casa era de los difuntos
padres de su abuela, esta se la quedo. Todos los recuerdos de Hanna
en aquella casa estaba en cajas, pero seguía tal y como lo había
dejado.
-¿Pero cuando me
hiciste esta foto? ¡Es horrible!- Joonchae se la quito, ya que la
estaba enseñando a la cámara mientras se reía a carcajadas.
-Es genial.- seguía riéndose, Joonchae tuvo que sacar la artillería pesada para que
parase de reírse de él.
-Mirar esto.- enseñó
una foto de Hanna de pequeña.
-ANNYO! (¡NO!) ¡La de los
braquets no!
Se les veía muy
graciosos peleándose por sacar trapos sucios delante de las cámaras
a aquellos dos, aunque simplemente estaban recordando buenos tiempos.
Se reían el uno del otro y de ellos mismos. Pero sus miradas se
volvían tímidas, aquellos ojos veían como habían cambiado. Aunque
habían unos ojos en la habitación que seguía viéndolos igual. Pues
daba igual que ellos después de aquellas risas y esos recuerdos se
mirasen con tristeza y nostalgia, su abuela seguía viendo a aquel
par de tontos, que iba siempre juntos a todos lados.
-Que raro que haya
cosas que no cambien nunca.- decía la abuela de Hanna desde la
puerta.
-¿El qué,
halmoni?- los dos le prestaron corriendo atención.
Su abuela los
seguía mirando. Se le caía la baba por verlos así de felices otra
vez.
-Pues que va a ser.-
se ponía en jarras- Siempre que venías a mi casa, siempre, siempre,
siempre desordenabas tu habitación.- la abuela se echo a reír.
-Oh...- Hanna se
fijaba bien a su alrededor, estaba todo patas arriba- miahn. (perdón.)- decía
tímida mientras se reía.
-Vamos a cocinar.-
les indicaba con la mano.
Hanna y Joonchae se
levantaron rápido para ir a ayudarla con todo lo que había que
hacer, para eso estaban allí. Su abuela seguía mirándolos. Era
verdad lo del desorden, pero lo que realmente no había cambiado nada
era la relación de aquellos dos pequeños corazones. Cuando aquellos
dos se olvidaban de todo el dolor, dejaban vislumbrar un poco de
aquella amistad eterna de la infancia.
Una vez en la
cocina, ayudaron a sacar todo lo necesario fuera al porche para
cocinar mejor. Pues este era amplio y luminoso, aún era de día y
tenían que aprovechar que hacia un tiempo estupendo. Mucho calor,
pero a la sombra y con un par de ventiladores que habilitaron, todos
estaban muy agusto. Incluso fuera, había mucho más espacio para que
las cámaras continuaran grabando tranquilamente.
La abuela de Hanna
no tenía mucha idea de como lo iba a hacer para enseñarles a
aquellos dos, así que opto porque cada uno hiciera dos platos. Ella
les iría ayudando, así adelantarían mucho tiempo y la cena estaría
lista pronto.
-Mira jovencito, se
cortan así. Hazlo igual que yo.- le enseñaba a cortar las verduras.
-Oh, dee, dee. (sí, sí)-
Joonchae estaba muy concentrado en hacerlo bien.
-Halmoni, ¿no crees
que vamos a molestar mucho?
-Que va, para nada.
No te preocupes por eso. Sabes que la casa es muy grande. Tengo de
todo para todos.- señalaba con el cuchillo a las cámaras.
-No queremos
molestar, halmoni.
-Ya, ¿desde cuando
dar de cenar y dónde dormir a mi nieta y a sus amigos es una
molestia?- le señalaba ahora a ella.
-Desde siempre.-
miraba el cuchillo asustada.
-OISH!...- se
enfado.
Pero no podía
decirle mucho más, puesto que era verdad. A su abuela nunca le gusto
que nadie entrara en su casa. Nunca dejó a nadie jugar allí, a no
ser que fuese de su familia. Y claramente, menos aún dormir. Su casa
era un santuario sagrado de paz. Y para destruir algo siempre estaban
las casas de sus hijos. Le dolió que sus hijos marcharan tan rápido
de casa, y que los dejaran solos. Pero ahora era distinto, cada día
que pasaba se sentía más sola y con más ganas de estar con su
familia. Aunque ellos no quisieran estar con ella, por todas y cada
una de las locuras que había hecho.
-Bueno... Todos
cambiamos, kuji? (¿verdad?)- dijo su abuela con otro tono de voz.
Hanna se asustó un
poco, la sentía triste. Aquellas palabras eran demasiado profundas y
hacia tanto tiempo que no estaban juntas que ni si quiera sabía como
actuar.
-Pues estamos aquí.-
decía Joonchae con una sonrisa nerviosa- Y vamos a... intentar...-
trataba de cortar lo mejor posible las verduras sin cortarse los
dedos- de cocinar una rica comida para la cena.
Las dos lo miraron
fijamente y por unos segundos dejaron de hacer aquello que estuvieran
haciendo. Las palabras de él las tranquilizaron a las dos.
-Kuuure!(Claaaro)
Aja aja!- decía muy motivada su abuela.
Hanna esbozó una
sonrisa. Era una sonrisa de agradecimiento hacia Joonchae. No sabía
porque, pero a su abuela se le notaba que le encantaba. Y que era
posible que su matrimonio, aunque no le hubiese hecho al principio
mucha gracia, sabía que había algo bueno, por parte de ambos.
Parecía que siempre era una buena ocasión para volver otra vez a
sumergirse en recuerdos, en momentos del pasado que habían sido
igual de felices, sobre todo con aquellas dos personas que estaban a
su lado. Aquellas dos personas que la habían hecho tan feliz. Se
preguntaba cuánto tiempo habría pasado, y por qué parecía como si
hubiese sido ayer mismo.
-Lo estas haciendo
muy bien.- la elogiaba su abuela.
-Halmoni, me encanta
cocinar.
-Como a ti./Como a
mi.- dijeron las dos a la vez. Las dos se rieron.
-Arasseo, arasseo.
(Lo sé, lo sé.) Pero por lo que veo, él no tiene ni idea.
-Hago mi mejor
esfuerzo.- decía con pena.
-Ven aquí anda.- le
indicaba Hanna con la mano- Tráeme eso, yo lo pico y tu lo vas
sazonando. Pero no lo hagas muy picante.
-Deep. (Sip.)- Joonchae le
obedecía como un niño pequeño.- Lo voy a hacer riquísimo. Y así
cocinaré yo la próxima vez.
-Oh, kure? (¿De
verdad?) ¿También vas a aprender a cocinar una nueva forma de hacer
pasta?- le decía chistosa.
-Creo que tu eres
más creativa que yo para eso.- se reían.
-Nunca digas eso,
jovencito. Deja que fluya tu creatividad, Joonchae-ni. Deja que
fluya.- sus palabras tenían fuerza y esperanza.
-Dee (Sí)...- Joonchae la
miraba sorprendido, realmente lo decía tan convencida que le llenó
de esperanza.
-Vaya...- Hanna
esbozaba una sonrisa tímida y sorprendida tras escucharla- Hacía
mucho tiempo que no escuchaba esa frase de ti.
-Oh...- su abuela se
dio cuenta en seguida- Es verdad.
-“Deja que fluya
tu creatividad, Soffie.”- la imitaba Hanna. Las dos se miraron con
una sonrisa triste.
-Hace tanto tiempo
que no digo ese nombre...
Hanna cogió la
mano de su abuela por unos segundos. Segundos que tardaron en caer
las lágrimas de las mejillas de su abuela, y de que esta la soltara
para secarselas.
-Mi pequeña Soffie
ya ha vuelto a casa, kuji? (¿verdad?)
-Kuji (Claro), halmoni.- la
abrazó.
-Lamento
interrumpir.- intervino la entrevistadora- Hanna-shi, ya que estamos
aquí con un miembro de tu familia, cuéntanos algo más de ti. No
sé... por ejemplo, ¿quién es Soffie? Sabemos muchas cosas sobre
vuestra relación- señalaba a Joonchae y Hanna- y de Joonchae-shi,
pero no sobre ti.
-Oh, dee, dee. (Sí, sí) Entiendo que, a lo mejor, la gente pueda tener curiosidad...- decía
un poco incómoda.
-Si no quieres no
pasa nada.- le dijo Joonchae algo intranquilo. Ella le negó con la
cabeza y le dedicó una sonrisa.
-Oh, pues entonces déjame a mi que cuente la historia de “quién es Soffie”.-
remarcaba su abuela.
-Adelante, halmoni.-
Hanna reía.
-No es ni mucho
menos una gran historia. Simplemente fue un recuerdo bonito. Soffie
no es otra persona que Hanna. Hanna es Soffie, y Soffie es Hanna. Es
la misma persona.- Hanna sonreía- Un verano en el que pudimos ir a
visitar París. Porque claramente yo le tenía que mostrar a mi nieta
del alma, la ciudad que yo más amaba en este mundo. Bueno, íbamos caminando por la calle los tres. Estábamos viendo tiendas de modas,
pero yo estaba buscando una en concreto. Una boutique con vestidos
preciosos.
-Halmoni...-
intentaba centrarla en la historia.
-Oh, dee, dee. (Sí,sí)- se
reía- Preciosos, eran preciosos. Yo me quedé pegada al escaparate,
mientras ellos siguieron andando. No se que estaban haciendo
exactamente.- miró a Hanna.
-Eh... No recuerdo,
pero si era con mi halabeoji (abuelo), seguro que estábamos discutiendo de
doramas.
-Oh, seguro.- decía
indignada- Bueno, el caso es que yo grité: “Oh, se llama Soffie”.
Y la pequeña Hanna se giró rápidamente y me dijo: “Halmoni, ¿me
has llamado?”. Me resulto todo aquello muy extraño, porque su
nombre en coreano no se parecía en nada. Y a lo mejor pensé que
sería el destino, o que aquel debía ser su nombre real.- las dos se
miraban nostálgicas.
-La verdad, es que
realmente creía que me habían llamado.
-Dee (Sí), y por eso le
dije que ella debía de tener dos nombres. Soffie, su nombre europeo,
y Hanna, su nombre coreano.
-Halmoni era la
única que me llamaba Soffie. Era también algo especial que había
entre nosotras. Ya, cuando me fui a estudiar a España, cambié mi
nombre de Hanna. Siempre me presentaba como Soffie. Y estando allí,
una amiga me dijo que en España el nombre de Soffie se decía Sofía.
Y no me disgustó. Creí que era un nombre más acorde a la etapa que
estaba viviendo, y por eso todos mis amigos de allí me llaman así.
Sofía, Sofí, Soff. Todo tipo de nombres relacionados.- reían con
la historia.
-Y tú Joonchae-shi,
¿la llamabas o la llamas con algún nombre especial?
Joonchae que estaba
muy tranquilo sazonando el kimchi mientras escuchaba con una sonrisa
la historia de Hanna y su abuela, levantó la cabeza asustado hacia
las cámaras. “¿Qué cómo la llamo?”, pensaba mientras a su
cabeza solo venían miles de recuerdos de ellos dos insultándose.
“-¿Qué te pasa cuatro ojos? -¿Y a ti princesa?”
“-¡Llorona, eres una llorona! -Déjame sola, cara huevo.”
“-Maldita cría, ¡ven aquí bicho! -¡Nunca me pillarás, pies
planos!” “-Eres una camorrista, ¿lo sabías? -Y tú
tienes cara de dinosaurio.” “-Algún día te confundiré
con un producto de limpieza. Sal de ahí ya, Don Limpio. -Mereces que
te desinfecten esa cara.” “-¿Puedes parar de meterte en
líos? Luego soy yo el que sale perdiendo. -¡PIJO QUEJICA! -YA! ¡Ven
aquí, matona de barrio!”.
Joonchae no sabía
que pensar, miraba a la Hanna de ahora, pero seguía sin funcionar.
“-¡RUBIA OXIGENADA!” “-Diva. D-I-V-A.”.
Solamente le venían los insultos de ella. ¿De verdad habían pasado
todo ese tiempo insultándose?
“-Debajo de
esa fachada seguramente sigas siendo la misma niña ruda de siempre.
-Aquí el único inmaduro eres tú, perdona.”, recordaba la
primera cena juntos otra vez.
“-Ruda. -Poco
hombre.”, le vino un recuerdo del día de la boda de Jihoo y
Yoona.
“-Tú
también deberías estar callada. Te ves igual de mal, pero es lo que
hay. -Desagradecido...”,
aquel recuerdo fue de la despedida a Jihoo y Yoona.
“-¡Nunca
has sido normal y nunca lo seras! ¡Michin! -Muy bien, muy bien...
Aquí esta nuestro verdadero rey del camino... No se ni porque me
sorprendo...”,
no paraban de venir los momentos amargos que habían vivido.
“-¿Te
llevó en mi espalda? Ya... pesas mucho más que antes. -Eis...
si lo se no me subo. Bájame. -Anny. Cállate.”,
aunque no todos eran tan malos.
“-Oh,
gracias, menos mal que has comprado algo de verdura aparte de los
kilos y kilos de bollería industrial. -Ya...
me va a bajar la regla... tenía mucho antojo. -Antojo dice. -Pues la
próxima vez me acompañas y así puede comprar tranquilamente lo que
el señor quiera. -Dee,
porque no se te puede dejar sola. No sabes comprar.”.
“-¡AAAAAH!
¡¿Estas loca?! ¡Tú sí que eres una piraña! ¡Una piraña
pirada! -Si quieres comida
compratela. -ARASSEO.
Arasseo. Pero no me vuelvas a morder, mm?”.
“-El
querer a alguien no es suficiente Joonchae-ah, ahora mismo hay muchas
más cosas en juego. -¿Cómo
que no es suficiente? -Oh, dios mio, Choi Joonchae kumane. No quiero
discutir. -Sigues
sin comprenderlo...”.
“-Jal
haesso! (¡Bien hecho!) -Mianhae, por un segundo parecía estar en
otro tiempo. Como que nunca te habías ido... isanghada... (es
raro)”.
“-A
la próxima te va a llevar otro, porque no pienso hacerte otro favor
más. -Encima
que lo hago por ti, para que no te aburras y salgas a que te de el
aire. Que llevas todo el día trabajando. -Ui gracias, que
considerada eres. Debería estar estudiando. -Si
te lo sabes, yo confió en ti. -Na... do... (Y... yo...)”.
“-Kunyan
soljikki marhaebwa. (Solo dime la verdad.) -¿Decirte
qué? -Quiero saber muchas cosas. Nos va a perseguir siempre un
pasado muy triste... y no quiero que suframos por estar juntos.
-Choi
Joonchae-ah... Los dos tenemos muchas preguntas. Y creo que también
tenemos ganas de dar algunas respuestas. Pero creo que... ahora no es
el momento Joonchae-ah. Solo entra ahí, con la esperanza de que
buscamos las mismas respuestas.”.
“-¿Te
quiero mucho? -Sí,
lo típico. -Claro,
sí, lo típico. Es lo típico que tu ex-novio te diga te quiero. Lo
típico.”
“-Mianhaeyo...
Jeongmal mianhaeyo. -Anny...
Lo importante es lo que pase ahora. Estamos construyendo algo muy
bonito. Solo sigue conmigo Joonchae-ni... -Juntos
hasta el final...”
“¿Qué
es lo que no me contabas antes? Creía que la Kim Hanna-ni de antes
no me ocultaba nada. -Hanna-ni...
Nunca te dije que te quería. -¿Cómo?”
Todas
aquellas conversaciones entre ellos, que ahora eran momentos del
pasado, siempre estarían con él. Cada uno de ellos reflejaba
aquello con lo que Joonchae se había quedado. La evolución de sus
sentimientos por ella. ¿Y cómo había pasado tan rápido aquellos
meses? Pues para él habían sido una eternidad. Aunque el mundo
siempre iba un poco más lento cuando estaba junto a ella.
-Joonchae-ah?
¿Estás entre nosotros?- movía Hanna su mano delante de él para
que regresara al mundo real.
-Omo!
Mianhamida, mianhamida.(Lo siento, lo siento mucho.)- se levantó corriendo y les hizo una
reverencia.
-¿Qué
te ha pasado? ¿Dónde estabas?- decía Hanna graciosa.
-Recordaba...
nuestra historia...- la miró a los ojos. Hanna se sorprendió.-
Bueno, parte de ella.- río.
-Oh...
no habrá sido...
-Ha
sido precioso.- dijo mirando a las cámaras, y luego la miró a ella.
Hanna
seguía sorprendida. De verdad que él se estaba esforzando muchísimo
por hacer que ella se sintiera bien. No se podía creer que en aquel
momento ella fuera la única que no lo estaba intentado. De verdad
quería destruir muchos de los sentimientos que tenía, pero había
construido a su alrededor una coraza demasiado dura, incluso para
destruirla ella misma.
-Entonces,
¿con qué nombre la recuerdas?- Joonchae se echó a reír.
-La
verdad,- se tocaba la cabeza nervioso- es que por demasiados. Pero no
son muy bonitos.- se reía.
-De
niños siempre se andaban peleando.- comento la abuela de Hanna.
-Dee (Sí)...-
decía el avergonzado- Yo creo que para mi siempre será Hanna-ni...-
Hanna miraba las verduras avergonzada- Tenía seis años cuando vi
aquella pequeña Hanna-ni. Y siempre será Hanna-ni.- Joonchae le
alborotó el pelo para que le hiciera caso.
-Aish...
Hanna
levantó la mirada y se encontró con su enorme sonrisa. Sus mejillas
se tornaron rojas. ¿Qué podía hacer para verlo como él se
merecía? Aquellas semanas estaban siendo muy duras para ella. Había
estado intentando controlar muchos sentimientos, y realmente, por eso
mismo no paraba de meter la pata una y otra vez. Pero, de verdad, que
no tenía ni idea de que era lo mejor para ella. No tenía ni idea en
ese momento de que era lo mejor para él, para los dos.
Terminaron
de preparar aquellos platos estupendos. Cada uno con cantidades
desbordantes de comida, como a la abuela de Hanna le gustaba hacer.
Prepararon la mesa después de retirar todo lo que habían utilizado
para cocinar. Y allí mismo, bajo ahora un manto de estrellas,
comenzaron a cenar aquellos maravillosos platos. Primero cenaron
ellos tres con la entrevistadora. Aprovecharon el tiempo de la cena
para contar historias de cuando eran pequeños. Todos hablaban
naturalmente como si nadie los estuviera grabando, simplemente les
gustaba contar aquellos momentos que les habían hecho muy felices.
Cuando ellos terminaron de cenar el equipo de grabación pudo ponerse
manos a la obra. La abuela de Hanna les sirvió todo lo que pidieron
y más, Hanna nunca había visto a su abuela tan generosa como ese
día.
Joonchae
y ella aprovecharon que las cámaras ya no estaban grabando para
preparar todas las camas suficientes para todas aquellas personas.
Pues al día siguiente seguirían con la grabación, aunque ya
estaban un poco cansados, y solamente llevaban un día.
-Ponte
esto.- Hanna le dio ropa a Joonchae.
-¿Es
de seda?- la miró extrañado.
-Dee (Sí)...
bueno te puedes imaginar de quien es.- se giró para buscar algo para
ella.
-Con
lo que me odia tu tío no se si debería ponérmelo.- lo miraba
dubitativo mientras con la otra mano se desvestía.
-Mi
tío no...- se pensó bien la frase antes de decirla- no te odia...
-No
lo dices muy convencida.
-Bueno,
¿y qué quieres?- se giró de pronto- Wua!- se volvió a girar.
-Aigo!
Mianh.(Perdón.)- se vestía algo torpe.- No me he dado cuenta.
-¿Cómo
no? Señor...- miraba la cómoda de la habitación nerviosa y
ruborizada- Existe algo que se llama baño, Joonchae-ah.
-Dee,
dee. (sí, sí.) Solo me falta la parte de abajo. No te des la vuelta.
-¡Pero
hombre! Te lo he dicho para que te fueras.
-Solo
es un segundo.- se seguía vistiendo lo más rápido que podía- Ni
que fuese la primera vez que me ves desnudo.
-E-eso...
No lo recuerdo.- dijo muy bajito.
Aunque
claramente si lo recordaba, y todos y cada uno de los momentos en los
que lo había visto pasaban por su cabeza como tiras de un cómic.
-Hanna-ya?
Eh, Hanna-ya?- Joonchae movía su mano por la cara de Hanna para
despertarla de su trance.
-Eh?!
Wae? (¿Por qué?)
-Ya
te puedes girar.
-Oh...
dee. (sí)- lo miró de arriba a bajo- Que raro vas con ese pijama.- se
echo a reír.
-Ya...
Yo no se como tu tío se puede poner estas cosas. ¿Quién se compra
un pijama de seda corto?
-No
es feo. Simplemente vas chistoso.- seguía riéndose.- Voy yo a
ponerme el mío.- salió de la habitación.
-Eish...
pero deja de reírte de mí.- Joonchae se miraba en el espejo que
había en una esquina de la habitación- Tampoco me queda tan mal.-
posaba- Presiento que voy a pasar mucho calor.- agitaba la camiseta
del pijama para darse aire.
-Creía
que me quedaría pequeño...- entró un poco después murmurando de
nuevo Hanna a la habitación. Joonchae se reía ahora de ella.
-No
me lo creo. ¿Aún lo tienes?
-Eh!
¿De qué te ríes tú?
-¿Ese
es el pijama que te regalo Yoona-ni?
-Dee...
deja de reírte.
-Jihoo-hyung
y yo apostamos a que lo tirarías sin que ella se enterase.- seguía riéndose.
-Annyo! (¡No!) ¿Cómo le iba a hacer eso a Yoona-unni? Sois personas malisimas.- le
empujó y se sentó en el colchón del suelo.
-¿Malos?
¿Nosotros? Tu cara era un cuadro cuando abriste el regalo.- se sentó
a su lado.
-Aish...
Bueno sí, sí. No me gustó.- se cruzó de brazos.- Por eso lo traje
aquí. Sabía que en casa de mi abuela no lo iba a ver nadie. Y aquí
no podía traer amigos para que lo viesen. Era un plan... perfecto.-
decía frustrada mientras los dos se echaban a reír.
-El
karma nos lo devuelve todo tarde o temprano.
-No
digas eso por favor.- se reía- Que no quiero que me devuelva ninguna
más.
-Como
si tu hubieses hecho muchas cosas malas en tu vida.- se recostaba.
-¿Perdona,
y tú dices haber sido mi amigo? ¿A caso no te acuerdas de los
murales llenos de huevos? ¿De las toallas de las duchas en el árbol
del patio? ¿O de las zapatillas de deporte con pintura?
-Aigo...-
la miraba sorprendido- ¿Pero como intentaba yo defenderte de todas
esas gamberradas?- ella se reía.
-La
verdad, es que yo tampoco lo se.
-Chs...
Pero el karma ya te lo cobro. Aún lo recuerdo. Limpiaste los baños
del colegio por meses.
-Dee (sí.)...
y estuve oliendo casi un año entero a una mezcla de lejía y amoniaco.- se tumbo a su lado algo traumatizada.
-Es
verdad.- Joonchae se reía a carcajadas.- Que olor más raro.
-Le
tengo un trauma a los productos de limpieza desde entonces.- decía
muy seria pero con un toque cómico, él se seguía riendo- Es
verdad, no puedo soportar ese tipo de olores.- le daba la risa a ella
también.
-Gomawo (Gracias), Hanna-ya.
-Eh?- giró su cara
extrañada.
-Cuando quiero
recordar ciertos momentos de mi vida. Creo que siempre suelo olvidar
algunos.- hizo un parón- Pero desde que estás aquí... mis
recuerdos son más completos- cambio de una voz triste a otra más
alegre- porque aportas partes de la historia que yo ni siquiera
recordaba. O incluso no me había percatado. Es mucho más divertido.
Gomawo... (Gracias...)
-Kure... (Claro...)-
Hanna lo seguía mirando con tristeza.
-Jal ja. (Duerme
bien.)
Apagó la luz de la
habitación y se dio la vuelta, dándole la espalda. Hanna
seguía en la misma posición, ahora mirando su espalda. Por su
cabeza pasaron mil y una situaciones en las que ella lo llamaba y le
decía lo que estaba sintiendo en ese momento. Pero se quedo quieta.
Que explicación le iba a dar si ni ella misma sabía que sentía
ahora por él. A lo mejor era la nostalgia. Tantos recuerdos
rememorados y tantos sentimientos despertados. No... solo hacían que
enredarla más y más.
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