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Capítulo 22 – A day in your life - Parte 2


Hanna tenía miedo de girarse. Claro que era ella. ¿Quién más podía irrumpir en medio de una sala llena de personas desconocidas gritando su nombre a los cuatro vientos? Pues claramente... alguien de su familia. Se llevaba las manos a la cara.
-Hazme caso, señorita.- le pegó en la cabeza con un abanico que llevaba.
-AUCH! Halmoni?!- se quejaba y se apartaba asustada- Como duele...
-Llevo buscándote desde hace un rato. Parece que te sigues escondiendo igual que cuando eras pequeña.- refunfuñaba.
-Ya, halmoni. Ahora no es buen momento...- miraba a su alrededor avergonzada.
-¡¿Cómo que no es buen momento?!- se alteraba- Nunca tenéis tiempo para mi. Todos en esta familia me ignoran.- dramatizaba.
-Halmoni, halmoni, siéntese aquí.- Hanna y Joonchae le ofrecieron sus sillas.
-Muchas gracias, Joonchae-ni, eres muy amable.
Se sentó dónde Joonchae ignorando por completo a Hanna, lo cual no le sorprendió pero le quemaba por dentro. Le decía siempre a los demás que la ignoraban, y ella era la primera en hacerlo.
-Halmoni, escúchame.- esta se abanicaba y miraba a Joonchae con satisfacción, mientras que seguía ignorando a Hanna.- Ahora Joonchae y yo estamos trabajando.
-Pues no os veo trabajar. Estabais aquí, parloteando. ¿A esto lo llamáis trabajar?- le contestaba ruda.
Hanna miraba a Joonchae con cara de “no sé que hacer”. Era su abuela, pero eso no significaba que alguien en este planeta supiera como controlarla.
-Halmoni.- decía muy dulce Joonchae, que obtuvo en un segundo la atención de la abuela.
-Dime, Joonchae-ni. Ven, hombre. Coge una silla y siéntate a mi lado.
-Annyo (No), estoy bien así.- la abuela le cogía de la mano y lo dirigía.
-Hanna. Levántate.
-Weo? (¿Qué?)
-Venga, no seas vaga. Levántate.- Hanna se levantó indignada de la silla.
Miraba a su alrededor buscando alguna mirada cómplice. Jongdong estaba petrificado esa señora le daba mucho más miedo que Hanna. Y Yoona ya la conocía de sobra, pasaba de meterse en ese berenjenal.
-Increíble.- se cruzaba de brazos mientras veía como Joonchae con una gran sonrisa, aunque algo incómodo se sentaba en su silla.
-Ahora, dime Joonchae-ni.- tenía su abuela una sonrisa de oreja a oreja.
-Oh, dee...- Joonchae miraba a Hanna algo preocupado. Hanna le devolvía la mirada muy indignada, pero sabía que ella no tenía nada que hacer en aquella situación.- Mira, halmoni. Hanna-ya y yo estamos grabando un programa ahora mismo.
-¿Un programa?- miraba a su alrededor buscando las cámaras.
-Dee, es sobre “un día en la vida de la pareja”. Algo así.
La abuela de Hanna se acicalaba el pelo muy coqueta mientras miraba a las cámaras.
-Oh, kureo (Entiendo). ¿Y ahora estáis grabando?- preguntaba interesada.
-Dee, halmoni.- dijeron a la vez.
-Oh, que interesante. Pues ahora va a ser todo más divertido.
-¿Más divertido? ¿Por qué?- su abuela se reía.
-Porque estoy yo aquí.- se tocaba el pelo y alzaba los brazos.
“No hay ninguna duda, es la viva imagen de Kim Moonsoo...”, pensaba muy asustado Joonchae.
-Jakkaman, jakkaman. Otteoke? (Espera, espera. ¿Cómo?)
-¡Claro! Yo venía a pasar una tarde espectacular con mis nietos.- los cogía a los dos de las manos.
Hanna y Joonchae se miraron atemorizado. “¿QUÉ HACEMOS?”, decían sus miradas.
-Como vuestra abuela que soy, venía a enseñaros unas recetas magníficas que deberíais de saber para la vida en pareja.
-Pero-pero...
-Nada de peros. Cuando tengáis hijos me lo agradeceréis.
Se volvieron a mirar. Los dos se picaban para que el otro la parara. “¿Qué haces? No te quedes sin decir nada, haz algo”, le decía la mirada de Hanna a Joonchae. “Oh, no, ni loco. Te toca a ti hacer algo.”, le decía la mirada de Joonchae a Hanna. “¡¿Yo?! ¿Y qué le digo para no herirla? Y que no me mate...”, pensaba Hanna.
-Halmoni...
-Va a ser genial. Como cuando te enseñaba a hacer manualidades, Hanna.- su abuela la miro con unos ojos angelicales llenos de nostalgia.
-Me... me encantaba hacer manualidades contigo, halmoni.- aquello conmovió a la pequeña Hanna.
Joonchae la miraba pálido. “¿LE ACABAS DE DECIR QUE SÍ?”, le decía la mirada de Joonchae a la de Hanna, a la cual tuvo que llamar la atención estirándole de la camisa. “Lo siento... lo he intentado.”, pensaba ella mientras alzaba sus hombros a modo de disculpa.
-Halmoni...- lo miraba muy contenta- A... a lo mejor... el programa quiere otro tipo de planos...- le costaba decir.
-Eso significa...
-Pero podemos quedar otro día.
-¡Para nada!- saltó una voz detrás de ellos.
-Yoona!- dijeron los dos a la vez.
-Es una gran idea para continuar el programa.- le ayudaba a levantarse, la abuela de Hanna estaba muy contenta- Muchas gracias por venir Miss Kim.
-No, no hija. Ibas muy bien. No me llames “Miss Kim”, llámame Miss Lee.
-Oh, dee, por supuesto, Miss Lee.- la abuela sonreía de oreja a oreja.
-Pues que empiece el espectáculo. ¿Aquí con quién hay que hablar?
-Muy buenas, Miss Lee. Soy la entrevistadora del programa. Vamos a pasar un rato fantástico juntas.
-Oh, kureo. (Claro.) Encantada. Solamente le voy a decir una cosa.- la abuela se acercó sutilmente a ella, casi para susurrarle- No saque imágenes comprometedoras mías en el programa, Miss...
-Miss Park.
-Tengo una reputación que mantener. Y a usted también le convendría mantener la suya.- la entrevistadora se quedó en shock tras esas palabras y al verla marchar tan decidida- Minyoo-shi, venga a retocarme el maquillaje, si es tan amable.- le decía a la maquilladora que aún seguía sentada comiendo.
-¿Acaba de sutilmente- remarcaba la palabra- amenazar a la entrevistadora?- le preguntaba atemorizado Joonchae a Hanna muy bajito.
-Yes... me da mucho miedo.
-Y a mi.
Los dos se miraron aterrorizados. ¿Qué acababan de hacer? ¿Cómo iban a pasar casi un día con esa señora fan del protagonismo?
-Bueno, chicos...- les comentaba la entrevistadora volviendo a captar su atención de nuevo tras este alboroto- Vemos que vamos a pasar un día muy divertido.
-Dee (Sí)...- contestaban los dos muy poco entusiasmados y con una falsa sonrisa.
-Contarnos. Ahora que no esta Miss Lee. ¿Siempre es así?- decía entre asustada y enfadada.
-¿Quién? ¿Ella?- Hanna se reía- Sí, siempre... Es una de las personas más espontaneas que conozco.- pensaba en Moonsoo y sus idas y venidas.- Es muy alegre, y le gusta divertirse y pasar el rato con los demás. Y otras veces...- decía algo triste- Puff! Hace bomba de humo y no la ves en un tiempo.- intentaba reírse y sonreír- Es especial.
Joonchae miraba a Hanna sorprendido. Pues le dio la sensación de que se estaba describiendo así misma. Y no le gustaba, ni ella, ni a él.
-Pero bueno. Ahora vamos a hacer lo que tenemos que hacer. ¿Verdad Joonchae-ah?- lo cogía del brazo.- él se sorprendió.
-Oh, dee (sí)...
-Vamos a seguir trabajando en la sesión. Seguidnos.- caminaba hacia la salida de la cafetería.
Hanna cambió un segundo su expresión facial y corporal. Estaba tensa y fría. Eso mismo hizo que un escalofrío recorriese la espalda de él. Joonchae no sabía muy bien como protegerla de aquello. ¿Cómo podría proteger a alguien de si mismo? Si ni si quiera sabía protegerse a él de sus pesadillas.
-¿A-a dónde vais niños?- les preguntaba la abuela de Hanna.
-Hay que seguir trabajando halmoni. Todavía no hemos acabado la sesión de fotos.
-Pe-pero...
-Nos vemos en un rato.
-De eso nada. Yo me voy con vosotros.- intentaba medio correr para alcanzarlos y ponerse en frente de las cámaras.- Así os veo trabajar.- decía un poco cansada.
-Dee... halmoni.- decía Hanna poco entusiasmada.
-No se fatigue, halmoni.- se preocupaba él mientras la abuela de Hanna le cogía del otro brazo.
Era una imagen entrañable. Hanna y su abuela cogidas cada una de los brazos de Joonchae. Él, contento por una sensación de calidez familiar que se había creado en un segundo.

. . .

Terminaron la sesión de fotos sobre las cuatro de la tarde. Todos habían colaborado mucho para que saliera genial. Las fotos eran muy buenas, Hanna estaba muy orgullosa de todos y de los resultados que había obtenido. Había captado perfectamente aquello que buscaba. Y le agradeció muchísimo su colaboración a Taemin y Minhyuk por trabajar con ella y Joonchae. Aquellos tres hacían una muy buena combinación, se marcaba la madurez de cada uno en las fotografías. Y eso a Hanna le fascinaba.
Su abuela se había portado “bien”, durante lo que quedaba de sesión. Seguramente el pobre Jongdong no diría lo mismo, ya que estuvo a su lado todo el rato, preguntando y criticando su trabajo. Más de una lagrimilla se le escapo, por culpa de aquella señora tan terrorífica, a nuestro tierno y dulce Jongdong. Este se despedía de ellos con una lágrima de felicidad, diciéndole con la mirada a Hanna: “Muchas gracias por llevártela de aquí”. No solamente lo pensaba él, todos los del equipo estaban deseando que se fuera de allí. Era mucho peor que Kim Moonso, revolucionó el set mientras Hanna no miraba, poniendo a quien fuera a sus ordenes.
-Gracias por quedaros a terminar de recoger chicos. Habéis hecho un muy buen trabajo. Muchas gracias.- se despedía de ellos Hanna.
Cuando cerró la puerta del estudio se escuchaban gritos y vitoreos de sus compañeros. Estaban celebrando que por fin se habían ido y podían trabajar tranquilamente. Hanna se sorprendió por aquello, pero siguió adelante con las cámaras. Joonchae y su abuela la estarían esperando en la entrada de “Sons of Golden”, iban a ir a comprar todo lo necesario para hacer esos platillos tan ricos que decía su abuela que debían aprender.
-¿Y qué platos vamos a preparar, halmoni?- le pregunta Hanna subiendo al coche.
-Pues... aún no los he pensado.
-Mira... mira que lo sabía.- suspiraba fuerte.
-No te enfades tanto niña. Que te saldrán arrugas.- se quejaba- Además, la improvisación es lo que mueve a los seres humanos. ¡Tenéis que vivir el momento!
Hanna y Joonchae cerraban a la vez las puertas del coche mirándose asustados. No había cosa que se les diera peor en el mundo que improvisar. Todas y cada una de sus improvisaciones al final les acababan metiendo en más líos. ¿Qué iría a pasar?
Fueron a comprar a un supermercado cercano de la casa de la abuela de Hanna. Harían allí todos los platos ya que lo tenía todo habilitado para cocinar.
Entrando por la puerta del supermercado ya llamaban la atención. Él, un famoso. Ella una chica muy polémica. La abuela, que era una señora despampanante y llamativa, aunque a ella ya la conocían todos por allí. Y no podíamos olvidar las tres cámaras que llevaban persiguiéndoles. Era una situación cómica ante todo.
-Halmoni, ¿ya sabe lo que vamos a cocinar?- preguntaba Joonchae dudoso, pues la abuela de Hanna miraba a su alrededor como perdida.
-Vamos... vamos a empezar por el kimchi. Dee. Siempre tenéis que saber prepararlo. Y siempre tenéis que tenerlo en casa.- iba decidida a la zona de verduras.
-Pero halmoni, si nuestras madres siempre nos traen.
-¡Calla niña!- se giraba muy enfadada- Y coge un carro.
-Dee! (¡Sí!)- obedecía muy asustada.
-Tengo mucho miedo.- le decía Joonchae muy bajito a las cámaras.
-Joonchae-niii. Ven a ayudarme.- lo llamaba la abuela- Te voy a enseñar a coger adecuadamente las verduras.
-Dee, halmoni.- iba él también disparado.
Hanna llevaba el carro con desgana, mientras, veía como a Joonchae se le acumulaban las bolsas de distintas frutas en las manos. Su abuela le daba todo lo que cogía para cocinar, y parecía que no aguantaba ni una verdura más. Hanna se acercaba y se reía de él.
-Estas chistoso con todo eso.
-Ah, gomawo (gracias)...- dejaba todas las cosas en el carro de la compra suspirando muy fuerte.
-Fijaros, fijaros bien.- le decía Hanna a las cámaras mientras él recobraba el poquísimo aliento que había gastado- Esta es la primera vez que vamos a comprar juntos. No me lo creo.- decía Hanna mientras se reía.
-Omg... es verdad.- abría muy grande su boca sorprendido.
-Y tanto que es verdad. Llevamos cuatro meses viviendo juntos y nunca te has dignado a ir a comprar conmigo.
-Ya, ya, gugeon sarili aniya. Kureon... (Eso no es verdad, pero...)- intentaba justificarse avergonzado.
-Kureon, wae? (¿Pero, qué?) Es más fácil abrir la nevera y encontrar toda la comida allí, kuji? (¿verdad?)
-Annyo! (¡No!)- decía alterado- Pero no quería que mi fama te molestara a la hora de comprar.- Hanna se reía de la excusa tan tonta, y a la vez real, que le había puesto.
-Dee, kure, (Sí, claro) el señor famoso. Venga. Coge tu el carro.- le daba palmaditas en la espalda sentenciándolo a la obediencia.
-Todo el mundo me da órdenes hoy.- arrastraba el carro sin ganas.
Pasaron un rato agradable en el supermercado. Hanna y su abuela tenían gustos muy parecidos en cuanto a la comida. Las dos habían pasado tiempo viviendo en el extranjero y sus paladares habían recorrido mucho más camino que el de Joonchae. Entre ellas hablaban de lo que tenían o no allí en corea para comprar, y se reían cuando de repente decían el mismo alimento que les apetecía comer. Joonchae se sentía muy cómodo con todo aquello, las veía muy felices y era lo único que quería. Excepto cuando las dos se ponían en contra suya... que eso no era tan gracioso. Él las observaba muy curioso, pues con todo el tiempo que conocía a Hanna, nunca la había visto estar así con su abuela.
De pequeños Hanna siempre andaba hablando de ella, les comentaba a sus amigos lo espectacular y trotamundos que era, y que siempre había soñado en ser como ella. Pero la imagen que tenían ellos con sus propios ojos era de una señora muy estricta que siempre andaba malhumorada. Casi nunca se creían las historias que la pequeña Hanna contaba sobre su abuela divirtiéndose con ella. Pero ninguno podía negar que todos los veranos, desde que Hanna tuvo uso de razón, antes de ir a Jeju con sus padres y los Choi a pasar las vacaciones, siempre iba con sus abuelos de viaje. Siempre a algún sitio nuevo y bonito, lejos o cerca de corea. En aquellos viajes, y gracias a su abuela, Hanna comenzó a tomar fotografías. Todas y cada una de las fotos que ella hacia en los viajes las colgaba por su cuarto a modo de decoración. Y todos los años las cambiaba, puesto que con los años comenzó a hacer más y más. Su abuela en aquel entonces siempre parecía aprobar todas sus decisiones: “Deja que fluya tu creatividad, Soffie.”, es lo que siempre le decía. Pero aquellas dos, ahora mujeres, ya no recordaban cuando dejo todo de ser como fue.
Llegaron, después de un buen rato, a dónde vivía la abuela de Hanna. Era típica casa coreana en medio de un barrio de edificios bajos de Seúl. Le encantaba vivir con lujos extranjeros fuera de casa, pero dentro era mejor la comodidad de lo tradicional.
-Wuaaa, halmoni. Sigue exactamente igual.
Hanna entró derecha a la casa. No podía creérselo, llevaba más de ocho años sin pisar aquel lugar. Dejo las bolsas de compra que llevaba y fue a recorrer la casa. Una de las cámaras la seguía. Ella como niña pequeña iba enseñándolo todo.
-Es preciosa, halmoni.- decía Joonchae muy sorprendido.
-Gracias, gracias.- le indicaba donde debía dejar las bolsas- Me gusta que te guste tanto la casa de mis padres, jovencito.
-Muchísimo.- observaba con detenimiento la casa.
Se la escuchaba a Hanna reírse desde las otras habitaciones. Pasaba de una a otra buscando objetos, recuerdos de su infancia.
-Joonchae-ah!- lo llamaba riéndose- Igo bwa. (Mira esto.)- seguía riéndose.
-Musun iliya? (¿Qué pasa?)- se acercó a ver.- Weo?! Naya? Jeongmal naya? (¿Qué? ¿Yo? ¿De verdad soy yo?)
La abuela de Hanna guardaba aún todas las fotos que la pequeña Hanna había hecho años atrás. Esos y muchos más recuerdos seguían en la habitación que solía ser de Hanna cuando se quedaba allí. Aquella casa solía ser dónde vivían los abuelos de Hanna, pero tras el divorcio de estos su abuelo se mudo con sus padres. Y como la casa era de los difuntos padres de su abuela, esta se la quedo. Todos los recuerdos de Hanna en aquella casa estaba en cajas, pero seguía tal y como lo había dejado.
-¿Pero cuando me hiciste esta foto? ¡Es horrible!- Joonchae se la quito, ya que la estaba enseñando a la cámara mientras se reía a carcajadas.
-Es genial.- seguía riéndose, Joonchae tuvo que sacar la artillería pesada para que parase de reírse de él.
-Mirar esto.- enseñó una foto de Hanna de pequeña.
-ANNYO! (¡NO!) ¡La de los braquets no!
Se les veía muy graciosos peleándose por sacar trapos sucios delante de las cámaras a aquellos dos, aunque simplemente estaban recordando buenos tiempos. Se reían el uno del otro y de ellos mismos. Pero sus miradas se volvían tímidas, aquellos ojos veían como habían cambiado. Aunque habían unos ojos en la habitación que seguía viéndolos igual. Pues daba igual que ellos después de aquellas risas y esos recuerdos se mirasen con tristeza y nostalgia, su abuela seguía viendo a aquel par de tontos, que iba siempre juntos a todos lados.
-Que raro que haya cosas que no cambien nunca.- decía la abuela de Hanna desde la puerta.
-¿El qué, halmoni?- los dos le prestaron corriendo atención.
Su abuela los seguía mirando. Se le caía la baba por verlos así de felices otra vez.
-Pues que va a ser.- se ponía en jarras- Siempre que venías a mi casa, siempre, siempre, siempre desordenabas tu habitación.- la abuela se echo a reír.
-Oh...- Hanna se fijaba bien a su alrededor, estaba todo patas arriba- miahn. (perdón.)- decía tímida mientras se reía.
-Vamos a cocinar.- les indicaba con la mano.
Hanna y Joonchae se levantaron rápido para ir a ayudarla con todo lo que había que hacer, para eso estaban allí. Su abuela seguía mirándolos. Era verdad lo del desorden, pero lo que realmente no había cambiado nada era la relación de aquellos dos pequeños corazones. Cuando aquellos dos se olvidaban de todo el dolor, dejaban vislumbrar un poco de aquella amistad eterna de la infancia.
Una vez en la cocina, ayudaron a sacar todo lo necesario fuera al porche para cocinar mejor. Pues este era amplio y luminoso, aún era de día y tenían que aprovechar que hacia un tiempo estupendo. Mucho calor, pero a la sombra y con un par de ventiladores que habilitaron, todos estaban muy agusto. Incluso fuera, había mucho más espacio para que las cámaras continuaran grabando tranquilamente.
La abuela de Hanna no tenía mucha idea de como lo iba a hacer para enseñarles a aquellos dos, así que opto porque cada uno hiciera dos platos. Ella les iría ayudando, así adelantarían mucho tiempo y la cena estaría lista pronto.
-Mira jovencito, se cortan así. Hazlo igual que yo.- le enseñaba a cortar las verduras.
-Oh, dee, dee. (sí, sí)- Joonchae estaba muy concentrado en hacerlo bien.
-Halmoni, ¿no crees que vamos a molestar mucho?
-Que va, para nada. No te preocupes por eso. Sabes que la casa es muy grande. Tengo de todo para todos.- señalaba con el cuchillo a las cámaras.
-No queremos molestar, halmoni.
-Ya, ¿desde cuando dar de cenar y dónde dormir a mi nieta y a sus amigos es una molestia?- le señalaba ahora a ella.
-Desde siempre.- miraba el cuchillo asustada.
-OISH!...- se enfado.
Pero no podía decirle mucho más, puesto que era verdad. A su abuela nunca le gusto que nadie entrara en su casa. Nunca dejó a nadie jugar allí, a no ser que fuese de su familia. Y claramente, menos aún dormir. Su casa era un santuario sagrado de paz. Y para destruir algo siempre estaban las casas de sus hijos. Le dolió que sus hijos marcharan tan rápido de casa, y que los dejaran solos. Pero ahora era distinto, cada día que pasaba se sentía más sola y con más ganas de estar con su familia. Aunque ellos no quisieran estar con ella, por todas y cada una de las locuras que había hecho.
-Bueno... Todos cambiamos, kuji? (¿verdad?)- dijo su abuela con otro tono de voz.
Hanna se asustó un poco, la sentía triste. Aquellas palabras eran demasiado profundas y hacia tanto tiempo que no estaban juntas que ni si quiera sabía como actuar.
-Pues estamos aquí.- decía Joonchae con una sonrisa nerviosa- Y vamos a... intentar...- trataba de cortar lo mejor posible las verduras sin cortarse los dedos- de cocinar una rica comida para la cena.
Las dos lo miraron fijamente y por unos segundos dejaron de hacer aquello que estuvieran haciendo. Las palabras de él las tranquilizaron a las dos.
-Kuuure!(Claaaro) Aja aja!- decía muy motivada su abuela.
Hanna esbozó una sonrisa. Era una sonrisa de agradecimiento hacia Joonchae. No sabía porque, pero a su abuela se le notaba que le encantaba. Y que era posible que su matrimonio, aunque no le hubiese hecho al principio mucha gracia, sabía que había algo bueno, por parte de ambos. Parecía que siempre era una buena ocasión para volver otra vez a sumergirse en recuerdos, en momentos del pasado que habían sido igual de felices, sobre todo con aquellas dos personas que estaban a su lado. Aquellas dos personas que la habían hecho tan feliz. Se preguntaba cuánto tiempo habría pasado, y por qué parecía como si hubiese sido ayer mismo.
-Lo estas haciendo muy bien.- la elogiaba su abuela.
-Halmoni, me encanta cocinar.
-Como a ti./Como a mi.- dijeron las dos a la vez. Las dos se rieron.
-Arasseo, arasseo. (Lo sé, lo sé.) Pero por lo que veo, él no tiene ni idea.
-Hago mi mejor esfuerzo.- decía con pena.
-Ven aquí anda.- le indicaba Hanna con la mano- Tráeme eso, yo lo pico y tu lo vas sazonando. Pero no lo hagas muy picante.
-Deep. (Sip.)- Joonchae le obedecía como un niño pequeño.- Lo voy a hacer riquísimo. Y así cocinaré yo la próxima vez.
-Oh, kure? (¿De verdad?) ¿También vas a aprender a cocinar una nueva forma de hacer pasta?- le decía chistosa.
-Creo que tu eres más creativa que yo para eso.- se reían.
-Nunca digas eso, jovencito. Deja que fluya tu creatividad, Joonchae-ni. Deja que fluya.- sus palabras tenían fuerza y esperanza.
-Dee (Sí)...- Joonchae la miraba sorprendido, realmente lo decía tan convencida que le llenó de esperanza.
-Vaya...- Hanna esbozaba una sonrisa tímida y sorprendida tras escucharla- Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa frase de ti.
-Oh...- su abuela se dio cuenta en seguida- Es verdad.
-“Deja que fluya tu creatividad, Soffie.”- la imitaba Hanna. Las dos se miraron con una sonrisa triste.
-Hace tanto tiempo que no digo ese nombre...
Hanna cogió la mano de su abuela por unos segundos. Segundos que tardaron en caer las lágrimas de las mejillas de su abuela, y de que esta la soltara para secarselas.
-Mi pequeña Soffie ya ha vuelto a casa, kuji? (¿verdad?)
-Kuji (Claro), halmoni.- la abrazó.
-Lamento interrumpir.- intervino la entrevistadora- Hanna-shi, ya que estamos aquí con un miembro de tu familia, cuéntanos algo más de ti. No sé... por ejemplo, ¿quién es Soffie? Sabemos muchas cosas sobre vuestra relación- señalaba a Joonchae y Hanna- y de Joonchae-shi, pero no sobre ti.
-Oh, dee, dee. (Sí, sí) Entiendo que, a lo mejor, la gente pueda tener curiosidad...- decía un poco incómoda.
-Si no quieres no pasa nada.- le dijo Joonchae algo intranquilo. Ella le negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa.
-Oh, pues entonces déjame a mi que cuente la historia de “quién es Soffie”.- remarcaba su abuela.
-Adelante, halmoni.- Hanna reía.
-No es ni mucho menos una gran historia. Simplemente fue un recuerdo bonito. Soffie no es otra persona que Hanna. Hanna es Soffie, y Soffie es Hanna. Es la misma persona.- Hanna sonreía- Un verano en el que pudimos ir a visitar París. Porque claramente yo le tenía que mostrar a mi nieta del alma, la ciudad que yo más amaba en este mundo. Bueno, íbamos caminando por la calle los tres. Estábamos viendo tiendas de modas, pero yo estaba buscando una en concreto. Una boutique con vestidos preciosos.
-Halmoni...- intentaba centrarla en la historia.
-Oh, dee, dee. (Sí,sí)- se reía- Preciosos, eran preciosos. Yo me quedé pegada al escaparate, mientras ellos siguieron andando. No se que estaban haciendo exactamente.- miró a Hanna.
-Eh... No recuerdo, pero si era con mi halabeoji (abuelo), seguro que estábamos discutiendo de doramas.
-Oh, seguro.- decía indignada- Bueno, el caso es que yo grité: “Oh, se llama Soffie”. Y la pequeña Hanna se giró rápidamente y me dijo: “Halmoni, ¿me has llamado?”. Me resulto todo aquello muy extraño, porque su nombre en coreano no se parecía en nada. Y a lo mejor pensé que sería el destino, o que aquel debía ser su nombre real.- las dos se miraban nostálgicas.
-La verdad, es que realmente creía que me habían llamado.
-Dee (Sí), y por eso le dije que ella debía de tener dos nombres. Soffie, su nombre europeo, y Hanna, su nombre coreano.
-Halmoni era la única que me llamaba Soffie. Era también algo especial que había entre nosotras. Ya, cuando me fui a estudiar a España, cambié mi nombre de Hanna. Siempre me presentaba como Soffie. Y estando allí, una amiga me dijo que en España el nombre de Soffie se decía Sofía. Y no me disgustó. Creí que era un nombre más acorde a la etapa que estaba viviendo, y por eso todos mis amigos de allí me llaman así. Sofía, Sofí, Soff. Todo tipo de nombres relacionados.- reían con la historia.
-Y tú Joonchae-shi, ¿la llamabas o la llamas con algún nombre especial?
Joonchae que estaba muy tranquilo sazonando el kimchi mientras escuchaba con una sonrisa la historia de Hanna y su abuela, levantó la cabeza asustado hacia las cámaras. “¿Qué cómo la llamo?”, pensaba mientras a su cabeza solo venían miles de recuerdos de ellos dos insultándose. “-¿Qué te pasa cuatro ojos? -¿Y a ti princesa?” “-¡Llorona, eres una llorona! -Déjame sola, cara huevo.” “-Maldita cría, ¡ven aquí bicho! -¡Nunca me pillarás, pies planos!” “-Eres una camorrista, ¿lo sabías? -Y tú tienes cara de dinosaurio.” “-Algún día te confundiré con un producto de limpieza. Sal de ahí ya, Don Limpio. -Mereces que te desinfecten esa cara.” “-¿Puedes parar de meterte en líos? Luego soy yo el que sale perdiendo. -¡PIJO QUEJICA! -YA! ¡Ven aquí, matona de barrio!”.
Joonchae no sabía que pensar, miraba a la Hanna de ahora, pero seguía sin funcionar. “-¡RUBIA OXIGENADA!” “-Diva. D-I-V-A.”. Solamente le venían los insultos de ella. ¿De verdad habían pasado todo ese tiempo insultándose?
-Debajo de esa fachada seguramente sigas siendo la misma niña ruda de siempre. -Aquí el único inmaduro eres tú, perdona.”, recordaba la primera cena juntos otra vez.
-Ruda. -Poco hombre.”, le vino un recuerdo del día de la boda de Jihoo y Yoona.
-Tú también deberías estar callada. Te ves igual de mal, pero es lo que hay. -Desagradecido...”, aquel recuerdo fue de la despedida a Jihoo y Yoona.
-¡Nunca has sido normal y nunca lo seras! ¡Michin! -Muy bien, muy bien... Aquí esta nuestro verdadero rey del camino... No se ni porque me sorprendo...”, no paraban de venir los momentos amargos que habían vivido.
“-¿Te llevó en mi espalda? Ya... pesas mucho más que antes. -Eis... si lo se no me subo. Bájame. -Anny. Cállate.”, aunque no todos eran tan malos.
-Oh, gracias, menos mal que has comprado algo de verdura aparte de los kilos y kilos de bollería industrial. -Ya... me va a bajar la regla... tenía mucho antojo. -Antojo dice. -Pues la próxima vez me acompañas y así puede comprar tranquilamente lo que el señor quiera. -Dee, porque no se te puede dejar sola. No sabes comprar.”.
-¡AAAAAH! ¡¿Estas loca?! ¡Tú sí que eres una piraña! ¡Una piraña pirada! -Si quieres comida compratela. -ARASSEO. Arasseo. Pero no me vuelvas a morder, mm?”.
-El querer a alguien no es suficiente Joonchae-ah, ahora mismo hay muchas más cosas en juego. -¿Cómo que no es suficiente? -Oh, dios mio, Choi Joonchae kumane. No quiero discutir. -Sigues sin comprenderlo...”.
-Jal haesso! (¡Bien hecho!) -Mianhae, por un segundo parecía estar en otro tiempo. Como que nunca te habías ido... isanghada... (es raro)”.
-A la próxima te va a llevar otro, porque no pienso hacerte otro favor más. -Encima que lo hago por ti, para que no te aburras y salgas a que te de el aire. Que llevas todo el día trabajando. -Ui gracias, que considerada eres. Debería estar estudiando. -Si te lo sabes, yo confió en ti. -Na... do... (Y... yo...)”.
-Kunyan soljikki marhaebwa. (Solo dime la verdad.) -¿Decirte qué? -Quiero saber muchas cosas. Nos va a perseguir siempre un pasado muy triste... y no quiero que suframos por estar juntos. -Choi Joonchae-ah... Los dos tenemos muchas preguntas. Y creo que también tenemos ganas de dar algunas respuestas. Pero creo que... ahora no es el momento Joonchae-ah. Solo entra ahí, con la esperanza de que buscamos las mismas respuestas.”.
-¿Te quiero mucho? -Sí, lo típico. -Claro, sí, lo típico. Es lo típico que tu ex-novio te diga te quiero. Lo típico.
-Mianhaeyo... Jeongmal mianhaeyo. -Anny... Lo importante es lo que pase ahora. Estamos construyendo algo muy bonito. Solo sigue conmigo Joonchae-ni... -Juntos hasta el final...
¿Qué es lo que no me contabas antes? Creía que la Kim Hanna-ni de antes no me ocultaba nada. -Hanna-ni... Nunca te dije que te quería. -¿Cómo?
Todas aquellas conversaciones entre ellos, que ahora eran momentos del pasado, siempre estarían con él. Cada uno de ellos reflejaba aquello con lo que Joonchae se había quedado. La evolución de sus sentimientos por ella. ¿Y cómo había pasado tan rápido aquellos meses? Pues para él habían sido una eternidad. Aunque el mundo siempre iba un poco más lento cuando estaba junto a ella.
-Joonchae-ah? ¿Estás entre nosotros?- movía Hanna su mano delante de él para que regresara al mundo real.
-Omo! Mianhamida, mianhamida.(Lo siento, lo siento mucho.)- se levantó corriendo y les hizo una reverencia.
-¿Qué te ha pasado? ¿Dónde estabas?- decía Hanna graciosa.
-Recordaba... nuestra historia...- la miró a los ojos. Hanna se sorprendió.- Bueno, parte de ella.- río.
-Oh... no habrá sido...
-Ha sido precioso.- dijo mirando a las cámaras, y luego la miró a ella.
Hanna seguía sorprendida. De verdad que él se estaba esforzando muchísimo por hacer que ella se sintiera bien. No se podía creer que en aquel momento ella fuera la única que no lo estaba intentado. De verdad quería destruir muchos de los sentimientos que tenía, pero había construido a su alrededor una coraza demasiado dura, incluso para destruirla ella misma.
-Entonces, ¿con qué nombre la recuerdas?- Joonchae se echó a reír.
-La verdad,- se tocaba la cabeza nervioso- es que por demasiados. Pero no son muy bonitos.- se reía.
-De niños siempre se andaban peleando.- comento la abuela de Hanna.
-Dee (Sí)...- decía el avergonzado- Yo creo que para mi siempre será Hanna-ni...- Hanna miraba las verduras avergonzada- Tenía seis años cuando vi aquella pequeña Hanna-ni. Y siempre será Hanna-ni.- Joonchae le alborotó el pelo para que le hiciera caso.
-Aish...
Hanna levantó la mirada y se encontró con su enorme sonrisa. Sus mejillas se tornaron rojas. ¿Qué podía hacer para verlo como él se merecía? Aquellas semanas estaban siendo muy duras para ella. Había estado intentando controlar muchos sentimientos, y realmente, por eso mismo no paraba de meter la pata una y otra vez. Pero, de verdad, que no tenía ni idea de que era lo mejor para ella. No tenía ni idea en ese momento de que era lo mejor para él, para los dos.
Terminaron de preparar aquellos platos estupendos. Cada uno con cantidades desbordantes de comida, como a la abuela de Hanna le gustaba hacer. Prepararon la mesa después de retirar todo lo que habían utilizado para cocinar. Y allí mismo, bajo ahora un manto de estrellas, comenzaron a cenar aquellos maravillosos platos. Primero cenaron ellos tres con la entrevistadora. Aprovecharon el tiempo de la cena para contar historias de cuando eran pequeños. Todos hablaban naturalmente como si nadie los estuviera grabando, simplemente les gustaba contar aquellos momentos que les habían hecho muy felices. Cuando ellos terminaron de cenar el equipo de grabación pudo ponerse manos a la obra. La abuela de Hanna les sirvió todo lo que pidieron y más, Hanna nunca había visto a su abuela tan generosa como ese día.
Joonchae y ella aprovecharon que las cámaras ya no estaban grabando para preparar todas las camas suficientes para todas aquellas personas. Pues al día siguiente seguirían con la grabación, aunque ya estaban un poco cansados, y solamente llevaban un día.
-Ponte esto.- Hanna le dio ropa a Joonchae.
-¿Es de seda?- la miró extrañado.
-Dee (Sí)... bueno te puedes imaginar de quien es.- se giró para buscar algo para ella.
-Con lo que me odia tu tío no se si debería ponérmelo.- lo miraba dubitativo mientras con la otra mano se desvestía.
-Mi tío no...- se pensó bien la frase antes de decirla- no te odia...
-No lo dices muy convencida.
-Bueno, ¿y qué quieres?- se giró de pronto- Wua!- se volvió a girar.
-Aigo! Mianh.(Perdón.)- se vestía algo torpe.- No me he dado cuenta.
-¿Cómo no? Señor...- miraba la cómoda de la habitación nerviosa y ruborizada- Existe algo que se llama baño, Joonchae-ah.
-Dee, dee. (sí, sí.) Solo me falta la parte de abajo. No te des la vuelta.
-¡Pero hombre! Te lo he dicho para que te fueras.
-Solo es un segundo.- se seguía vistiendo lo más rápido que podía- Ni que fuese la primera vez que me ves desnudo.
-E-eso... No lo recuerdo.- dijo muy bajito.
Aunque claramente si lo recordaba, y todos y cada uno de los momentos en los que lo había visto pasaban por su cabeza como tiras de un cómic.
-Hanna-ya? Eh, Hanna-ya?- Joonchae movía su mano por la cara de Hanna para despertarla de su trance.
-Eh?! Wae? (¿Por qué?)
-Ya te puedes girar.
-Oh... dee. (sí)- lo miró de arriba a bajo- Que raro vas con ese pijama.- se echo a reír.
-Ya... Yo no se como tu tío se puede poner estas cosas. ¿Quién se compra un pijama de seda corto?
-No es feo. Simplemente vas chistoso.- seguía riéndose.- Voy yo a ponerme el mío.- salió de la habitación.
-Eish... pero deja de reírte de mí.- Joonchae se miraba en el espejo que había en una esquina de la habitación- Tampoco me queda tan mal.- posaba- Presiento que voy a pasar mucho calor.- agitaba la camiseta del pijama para darse aire.
-Creía que me quedaría pequeño...- entró un poco después murmurando de nuevo Hanna a la habitación. Joonchae se reía ahora de ella.
-No me lo creo. ¿Aún lo tienes?
-Eh! ¿De qué te ríes tú?
-¿Ese es el pijama que te regalo Yoona-ni?
-Dee... deja de reírte.
-Jihoo-hyung y yo apostamos a que lo tirarías sin que ella se enterase.- seguía riéndose.
-Annyo! (¡No!) ¿Cómo le iba a hacer eso a Yoona-unni? Sois personas malisimas.- le empujó y se sentó en el colchón del suelo.
-¿Malos? ¿Nosotros? Tu cara era un cuadro cuando abriste el regalo.- se sentó a su lado.
-Aish... Bueno sí, sí. No me gustó.- se cruzó de brazos.- Por eso lo traje aquí. Sabía que en casa de mi abuela no lo iba a ver nadie. Y aquí no podía traer amigos para que lo viesen. Era un plan... perfecto.- decía frustrada mientras los dos se echaban a reír.
-El karma nos lo devuelve todo tarde o temprano.
-No digas eso por favor.- se reía- Que no quiero que me devuelva ninguna más.
-Como si tu hubieses hecho muchas cosas malas en tu vida.- se recostaba.
-¿Perdona, y tú dices haber sido mi amigo? ¿A caso no te acuerdas de los murales llenos de huevos? ¿De las toallas de las duchas en el árbol del patio? ¿O de las zapatillas de deporte con pintura?
-Aigo...- la miraba sorprendido- ¿Pero como intentaba yo defenderte de todas esas gamberradas?- ella se reía.
-La verdad, es que yo tampoco lo se.
-Chs... Pero el karma ya te lo cobro. Aún lo recuerdo. Limpiaste los baños del colegio por meses.
-Dee (sí.)... y estuve oliendo casi un año entero a una mezcla de lejía y amoniaco.- se tumbo a su lado algo traumatizada.
-Es verdad.- Joonchae se reía a carcajadas.- Que olor más raro.
-Le tengo un trauma a los productos de limpieza desde entonces.- decía muy seria pero con un toque cómico, él se seguía riendo- Es verdad, no puedo soportar ese tipo de olores.- le daba la risa a ella también.
-Gomawo (Gracias), Hanna-ya.
-Eh?- giró su cara extrañada.
-Cuando quiero recordar ciertos momentos de mi vida. Creo que siempre suelo olvidar algunos.- hizo un parón- Pero desde que estás aquí... mis recuerdos son más completos- cambio de una voz triste a otra más alegre- porque aportas partes de la historia que yo ni siquiera recordaba. O incluso no me había percatado. Es mucho más divertido. Gomawo... (Gracias...)
-Kure... (Claro...)- Hanna lo seguía mirando con tristeza.
-Jal ja. (Duerme bien.)
Apagó la luz de la habitación y se dio la vuelta, dándole la espalda. Hanna seguía en la misma posición, ahora mirando su espalda. Por su cabeza pasaron mil y una situaciones en las que ella lo llamaba y le decía lo que estaba sintiendo en ese momento. Pero se quedo quieta. Que explicación le iba a dar si ni ella misma sabía que sentía ahora por él. A lo mejor era la nostalgia. Tantos recuerdos rememorados y tantos sentimientos despertados. No... solo hacían que enredarla más y más.

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