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Capítulo 20 – Honeymoon Parte 2


Ya era el quinto día del viaje, y aquello había pasado muy rápido. Hanna sentía que no quería que aquello terminase. Estaba muy agusto en aquel lugar. El ambiente, el clima, los parajes, incluso la compañía de Joonchae, estaba siendo todo perfecto. Aunque le faltaba poco para que aquel paraíso se terminase en un pequeño infierno para ella.
-¿Qué haremos hoy?- le decía con una gran sonrisa.
-¿No quieres tomar el sol?
-Hombre... sí... pero creía que íbamos a ir a otra aventura.- dijo un tanto desilusionada. Joonchae aunque por fuera parecía serio, por dentro se moría de lo dulce que acababa de ser Hanna.
-Te estaba tomando el pelo.- la empujó riéndose a carcajadas, que pararon en seco en cuanto vio la cara de enfado de Hanna- Ejem. Hoy he pensado que sería buena idea alquilar un jeep e ir a visitar alguna cala, o alguna playa por ahí. La mejor que veamos. Y así podrás tomar el sol, y también tomar alguna que otra foto.- Hanna lo miraba entusiasmada, le encantaba aquella idea.
-¡Me encanta!- se levantó corriendo para ir a buscar su bañador.
-Y yo me llevaré mi super ukelele.- tocó un par de acordes con una gran sonrisa. Hanna se reía de él.- ¡En marcha! Aja, aja!(¡Vamos, vamos!)
Alquilaron un coche en las instalaciones del hotel y fueron directos a recorrer la isla en busca de aventuras. Joonchae conducía mientras Hanna aprovechaba el descapotado del coche para hacer fotos. Joonchae la miraba de reojo, estaba totalmente espectacular ese día. El calor, el sol y las aventuras, le sentaban muy bien a Hanna. El aire ondeaba su pelo y abría sutilmente su blusa dejando ver su bikini negro. Joonchae ya no sabía si el sudor frío de su cuello era por el calor o por lo nervioso que le ponía verla así. Tan sencilla, tan sensual, brillaba como el sol. Era ella.
Hanna vio una playa a lo lejos un tanto solitaria, que tenía la arena más blanca y brillante que nunca había visto. Le dijo a Joonchae de parar allí. Aparcaron cerca de dónde estaban y Hanna fue corriendo a la playa. Puso una toalla en la arena y dejó todas sus cosas.
-Venga vamos al agua.- comenzó a quitarse la ropa.
Joonchae dejó todas las cosas en la arena y solamente se quito las deportivas que llevaba.
-¿Qué-qué haces?- lo paraba Hanna.
-Weo? (¿Qué?)
-¿Te vas a meter al agua con camiseta?
-Dee? (¿Sí?)
-¿Pero estás tonto? Si no hay nadie. La vas a mojar para nada. No sé, a lo mejor yo he cambiado mucho mi mentalidad allí en España. Pero es una tontería.
Joonchae la miró extrañado al principio. “¿Me insinúa algo? Porque no lo entiendo.”, pensaba. Pero al ver que ella se iba corriendo al agua, le falto tiempo para quitarse la camiseta y dejarla en la arena.
-¡Esta congelada!- se quejaba Joonchae.
-Muévete y se te pasa. Vamos, muévete.
Hanna empezó a hacer ejercicio dentro del agua. Joonchae aunque no estaba muy convencido de su método la imitaba. Comenzaron a correr y a nadar, y como no podían evitarlo también empezaron a hacer los tontos. Joonchae primero atacaba a Hanna escupiéndole agua en el brazo. Cuando veía que no tenía resultado iba a la cara. Hanna le lanzaba agua con las manos.
-Kumane! (¡Para!)- le dijo ella mientras nadaba a otro lado.
-Ven aquí.
Joonchae fue tras ella. Cuando la cogió, se tiro encima suya. Zambulléndose los dos dentro del agua. Joonchae la cogía fuerte de la cintura. Una vez salieron del agua él se reía. Aunque ella no mucho.
-¡Casi me ahogas! Michin. (Loco)- le pegaba en el pecho.
Hanna al verlo tan cerca, y sentir como él cada vez la acercaba más sin darse cuenta. Se separó lo más rápido que pudo. ¿Cómo podía haber hecho eso? Sus mejillas se estaban sonrojando. “Oish, michin. ¿Y este por qué está tan amigable de repente?”, pensaba ella.
Hanna salió del agua corriendo. Dejó allí a Joonchae, que seguía riéndose. No tardó en divertirse con otra cosa. Empezó a nadar a la orilla para buscar conchitas. Hanna se sentó en la arena, justo al lado de sus cosas. Lo observaba desde allí algo pensativa. “¿Qué le pasa? Tiene una sonrisa... algo extraña.”, no podía apartar la mirada de él. Cada vez estaba más nerviosa a su lado. Vio la oportunidad de coger su cámara y fotografiarlo. Él salía tan natural con el pelo y el torso mojado. Hanna lo estaba inmortalizando como si algún tipo de ángel saliera del agua. Aunque este ángel buscaba conchas en la orilla de la playa y la llamaba cuál niño pequeño para que fuese a verlas.
-¡Ven, mira! Son preciosas.- Hana se acercaba- Oh, ¿estabas haciendo fotos?
-Dee.
-Hazle fotos a esto.- le enseñaba todas las conchas que había cogido. Hanna sonreía. En el fondo era un niño pequeño.- ¿Pero salgo yo?
-Dee. Posa.
Joonchae no tuvo ningún reparo en posar para ella. Era algo que hacía habitualmente, pero en este caso, podía hacer el tonto más de lo normal. Hicieron una fotos muy divertidas y bonitas. Pues por mucho que él hiciera el tonto siempre salía bien en todas las fotos. O simplemente era que a ojos de Hanna era perfecto.
Con las fotos tuvieron un momento entretenido. Joonchae intentaba que Hanna le dejase su cámara para poderle hacer fotos también a ella, pero a ella no le gustaba mucho. Se escondía de la cámara tapándose la cara con su pamela, o con su gafas de sol. Pero sonreía.
Tuvieron un día de playa perfecto, pero aún no había acabado el día. Ni las sorpresas. Joonchae le dijo a Hanna que se vistiera para ir al restaurante del hotel. Ese día había una noche de karaoke y estaba deseando ir a disfrutar de una gran velada.
Ella salía del baño arreglada con el vestido más elegante que se había llevado. Siempre con sus vestidos negros lucía perfecta. Era algo ceñido, pero lo espectacular era su espalda. Estaba toda llena de cintas, simulando un corset. Iba con unas sandalias de tacón bajo y una flor blanca, típica de allí, en el pelo. Cada segundo que pasaba, Joonchae la veía más y más guapa, y las ganas de estar con ella aumentaban con gran fuerza.
-¿Me puedes hacer la lazada?- le indicaba Hanna mientras se daba la vuelta y se apartaba el pelo.
Joonchae no dijo nada. Simplemente se aproximó a ella, tragó saliva y cogió una de las cintas. Realizó la lazada con delicadeza, pues observaba su cuello y su espalda con detenimiento. Rozó a conciencia el trozo de espalda que se dejaba ver entre aquellas cintas. Hanna se asusto y se echo hacia delante como un impulso.
-Kaja? (¿Vamos?)- preguntaba ella mientras terminaba de coger sus cosas y abría la puerta muy nerviosa.
Joonchae en cuanto salió de su inopia, la siguió con una sonrisa, como si nada hubiese ocurrido. La tensión había aumentado un poco más. Hanna comenzaba a estar más nerviosa. Cada vez que él la rozaba o le hablaba su sistema nervioso se ponía en alerta. Temía que las cosas fueran mejor de lo que ella quería. Por lo que, nada más llegar al restaurante del hotel, lo primero que hizo fue pedirse una bebida suave, pero cargada.
-Un Malibu. Pero cargadito.- le decía al camarero un tanto nerviosa.
-¿Vas a pedir un coktail?
-Dee.- le contestaba algo desesperada porque llegara ya, y poder calmar ese nerviosismo tan tonto que tenía.
-Yo también tomaré uno.- la miraba con una pícara sonrisa.
Hanna no sabía que estaba pasando por la cabeza de Joonchae, pero le empezaba a dar miedo. Mucho miedo. Por lo que evitaba sus miradas. Por lo menos, evito sus miradas hasta que se bebió el tercer coktail. Con este ya estaba mucho más relajada, y más chistosa.
-Uff, esta mierda esta deliciosa.- decía bebiendo otro sorbo.
-Vas a acabar borracha si sigues así.
-Creo que ya es demasiado tarde para eso.- asentía tontamente- Pues le he dicho al camarero que los quería cargaditos.- le decía susurrando, con una tonta risilla.
-Tendré que ponerme a tu nivel.
-Uuh! Si llegas me avisas.- Joonchae se reía.
-¿Me estás retando?
-Claramente. ¿Lo dudabas?
-A ver quién puede más.- se remangaba Joonchae la camisa.
-KA! (¡Venga!)- se frotaba Hanna las manos.
Todo lo que fuera beber, juegos y retos, a ella le encantaban. Y sentía curiosidad. Pues retarse entre ellos había sido algo normal, pero nunca habían metido alcohol de por medio. Y el experimento les daría más sorpresas de las que ellos esperaban.
La comida vino, y las bebidas entraba y salían como agua. Aquellos dos iban más contentos que la mayoría de la sala. La gente subía a cantar al karaoke, y todos disfrutaban de aquello, aunque no todo el mundo cantase como los ángeles. Y entre petición había una orquesta de música suave amenizando la velada.
-Voy a cantar.- dijo Hanna decidida, mientras se limpiaba la boca y bebía un sorbo de malibu.
-Annyo! Waeo?! (¡No! ¡¿Por qué?!)- la cogía del brazo para pararla mientras se reía como un loco- Les vas a destrozar los tímpanos.
-Cállate. Estoy decidida.- le apartó la mano y fue directa hacía el escenario.
-Miedo me da...- se reía muy avergonzado.
Cuando consiguió subir al escenario cogió el micrófono con fuerza y sonrió dulcemente. Joonchae se llevaba las manos a cara avergonzado, esperaba la peor actuación de su vida y morir de la vergüenza ajena. Hanna comenzó a cantar una canción a capella en inglés. A Joonchae le resultaba familiar. Al escuchar dos palabras más de aquella canción se dio cuenta de algo. Abrió sus ojos sorprendido, no podía creer aquello. Era una adaptación en inglés de su canción “Blinking game”. No lo podía creer. No sabía que le sorprendía más, si que Hanna estuviese haciendo una canción suya o que su voz sonase mejor de lo que recordaba. No podía salir de su asombro. Estaba disfrutando aquello como algo único en el mundo. ¿Hanna había escuchado sus canciones? ¿O a lo mejor había escuchado una adaptación de esa canción en otra parte? ¿La habría hecho ella? ¿Sabría qué es una canción suya? “¡¿Por qué de repente sabe cantar?!” Todo aquello no lo sacaba de su asombro.
No podía evitar sonreír, y menos aún parar de mirarla. Y para colmo aquella canción, que hablaba de amor y del juego de miradas entre dos personas. Ella lo representaba con una mirada sensual hacia el público. Él esperaba ansioso el momento en el que sus miradas se cruzaran. Cuando lo hicieron, el mundo se paralizó para Joonchae. Aquel juego de miradas reflejaba como un espejo lo que realmente eran cada uno, y lo que realmente sentían.
Joonchae no quería dejar de mirarla, y no lo hizo. Ella bajo del escenario con los aplusos del público y antes de sentarse en la mesa cogió su bebida. Mientras bebía un sorbo de malibu vio a Joonchae como la miraba embobado.
-¿Qué pasa?
Pasaron unos segundos hasta que él le contesto.
-Esa canción...
-Weo? (¿Qué?)
-Es-es...
-Es tuya.- seguía bebiendo.
-¿Has escuchado mis canciones?- no salía de su asombro.
-Dee. Eres un gran cantante.
-Oh... gomawoyo (gracias) Hanna-ya...- dijo avergonzado.
-Creo que me sé todas tus canciones.
-JINJJAYO? (¿EN SERIO?)- se apoyó en la mesa estupefacto. Aquello no se lo esperaba. Hanna se reía de él.
-Dee, dee. Me encantan todos los discos que tienes.- decía con una gran sonrisa- Pero no se lo digas a Joonchae-ah,- le decía susurrando- que se lo tiene muy creído.- Joonchae se reía.
-Gomawoyo (gracias), no lo haré.- le guiño el ojo.- Vamos a hacer algo.
-¿El qué?
-Vamos a cantar “Love is so nice”.
-¿Vamos? Uri dul? (Nosotros dos)
-Dee. ¿No dices qué te sabes todas mis canciones?- Joonchae se levantó y la cogió de la mano- Kaja.  (Vamos)Tú me haces los coros.
-Wait a moment!- volvió a la mesa y bebió un sorbo de bebida- Ya estoy, kaja! (Vamos)
Hanna lo arrastraba a él hacia el escenario. Joonchae sonreía por ver su emoción. La canción fue perfecta. Joonchae y su voz dulce hacían que el escenario brillara. Hanna, para sorpresa de él, se sabía cada uno de los coros de la canción y le siguió perfectamente. Hacían una buena combinación en el escenario. Pero lo más bonito era la conexión que entre ellos había. Cada uno vio en los ojos del otro ese brillo que andaban buscando. Algo que se mantendría el resto de aquella larga noche, pero que se desvanecería al despertar.
Cuando bajaron del escenario estuvieron riéndose y hablando sobre la carrera de Joonchae. Lo bien que le había ido siempre, y lo orgullosa que Hanna estaba de él.
-Siempre quise que cumplieras tu sueño. Y mírate. Te has convertido en un cantante muy reconocido de corea. Es más. Yo creo que eres el mejor de corea.- a él solo le faltaba explotar de la felicidad- ¿Qué digo? ¡El mejor del mundo!- Joonchae se sonrojaba.
-Te juro que nunca hubiese creído que escucharía esas palabras de ti. No de la Hanna de ahora.
-No me conoces Choi Joonchae-ah.- se levantó de la silla y le acaricio la mano.
-Odi ka? (¿Dónde vas?)- Joonchae la cogió de la mano.
Hanna se dirigía fuera con paso sensual y sin mirar atrás. Pues no le hacía falta, sabía perfectamente que él la seguía.
-Me apetece tomar algo de aire...
Hanna se aproximó a la playa. Se quitó los zapatos y pisó la arena con delicadeza, como si estuviera pisando algo frágil.
-Entonces eres mi fan número uno.- le decía él a escasos metros mientras observaba como ella bailaba sola.
-Number 1!- decía muy feliz.
-Me alegra mucho que mi música te haya podido hacer feliz.- le decía con una sonrisa triste.
-Eung, nomu haengbokhae!(muy feliz)
-Esa era mi intención...- dijo un tanto triste pero a la vez su corazón estaba feliz.
Él siempre había querido que sus canciones fuesen la medicina que la gente buscase para curar su corazón. Aquello que te diese las fuerzas para continuar y ser feliz. Joonchae derramó una lágrima, pero ella no se dio cuenta de aquello. Él era más feliz en esos momentos que cualquier otra persona del mundo, porque no solamente había llegado al corazón de Seungchae y al de miles de personas. Sino al de Hanna. Un corazón que parecía imposible de entrar, aunque a lo mejor solamente era una ilusión. “¿Me dejará entrar?”
Andando y andando por la playa, en aquel silencio que era cómodo y estaba lleno de paz, llegaron a su apartamento.
-Oh. Creo que este es el nuestro.- fue a entrar Joonchae, Hanna simplemente lo seguía como podía.
-¿Estás seguro?- se sentó en primer sofá de la terraza que vio.
-Dee.- Joonchae entraba al cuarto para verificar- Ahí están tus zapatos por el suelo.
Hanna se estiraba en el sofá cómo si allí mismo tuviese pensado dormir.
-Eh, no te duermas ahí. Ve dentro.
-¿Dormir? ¿Quién dijo nada de dormir?- se desperezó corriendo. Joochae se sentó en el sillón de en frente.- Me estaba estirando solamente. Vamos a seguir bebiendo.- fue a levantarse.
-¿Pero dónde te crees qué vas?- la cogía de la mano y la volvía a sentar- No vamos a beber más. Vamos a esperar a que se nos pase un poco y nos vamos a dormir.
-Dee, appa. (Sí, papá)- le decía ella enfadada y cómo si fuera una niña pequeña.
Joonchae solamente se reía. Le encantaba ver a la Hanna borracha, pues era realmente la Hanna niña que él recordaba, pero mucho mejor. Porque ya era toda una mujer. Él se apoyó en el sillón y la observaba.
-Sabes que.- “¿Qué me dirá ahora?”, pensaba él con una sonrisa- Me alegro mucho de que hayas cumplido tu sueño. Creo que es una de las cosas qué más agradezco de haberme ido de Corea.
-¿Cómo?- Joonchae no entendía aquello.
-Si el contrato se hubiese llegado a hacer en aquel entonces no hubieses sido cantante. Serías un productor reconocido pero... no era tu sueño.
-Hanna...
-Es verdad. Me alegro mucho por ti.
Jooncahe simplemente estaba perplejo por ver la sinceridad con la que ella decía las cosas. Y tenía razón, seguramente si todo aquello no hubiese ocurrido él no podría haber cumplido sus sueños. A lo mejor hubiese sido un don nadie, por haber escapado de su casa. O simplemente sería eso, lo que su padre le hubiese impuesto.
-Hanna-ya...
-Pero no te preocupes. Los dos vamos a cumplir nuestros sueños. Tú seguirás siendo un gran cantante y yo seré un gran fotógrafa y empresaria de éxito.- fantaseaba a lo grande- Es genial.
-Hanna-ya... ¿por qué te fuiste?
-Quería ver si podía ser feliz sin ti.
Aquella frase retumbó un poco en el corazón de Joonchae. ¿Qué significaba todo eso?
-Realmente no me conoces...- se desenredaba el pelo con las manos.
-¿Por qué siempre me dices que no te conozco?
-Porque no te lo he contado todo. Ni antes, ni ahora.
-¿Antes?- ella seguía a lo suyo- ¿Cuándo simplemente eras una niña? ¿Qué es lo que no me contabas antes? Creía que la Kim Hanna-ni de antes no me ocultaba nada.
-Hanna-ni...- se reía mientras intentaba levantarse y ponerse de pie en aquel sillón- Nunca te dije que te quería.
-¿Cómo?- dijo sorprendido.
Hanna se puso de pie en aquel sofá redondo y empezó a tararear la canción que habían cantado en el karaoke.
-Neon han baljjak du baljjak naege dagawajwo- caminaba por el sofá, con todas las probabilidades de caerse.
-Hanna-ya, ¿qué has querido decir?- Joonchae la miraba aún preocupado. Pero ella pasaba de él y seguía cantando felizmente.
-Naegeman naegeman allyeojwo Baby.
-Ya, te-te vas a caer al final. Te estas tambaleando.- Joonchae se levantó para cogerla.
-Nanana nanana nananana...- ella seguía cantando felizmente.
-Baja de ahí anda.- le abría los brazos. Hanna le cogía los brazos y los movía para bailar con él.
-Love is so nice, Love is so nice.- ella se acercaba y se alejaba mientras bailaba.
-Hanna-ya...- intentaba no reírse de las caras tontas que ella le ponía.
-Sube a bailar.- le estiraba de las manos para que subiera.
-Mejor baja tu aquí, será menos peligroso.
-Me gusta el peligro.- él se reía.
Joonchae la cogió de la cintura y la bajo al suelo. Hanna empezó de nuevo a cantar, desentonando como una gato en celo, Joonchae no podía parar de reírse de ella, pero seguían bailando y haciendo los tontos. En una de las vueltas de baile que hacen, los dos se quedaron muy cerca el uno del otro. Se hizo unos segundos de silencio dónde sus respiraciones se sincronizaron. Joonchae se echó hacia atrás, topándose con el sofá. Suavemente le dio una vuelta a Hanna, que reía tontamente porque se estaba mareando. Y eso pasó. El mareo y la torpeza de Hanna hicieron que empujara a Joonchae hacía atrás. Él al tener el sofá justo detrás se dejo caer, pero no sin llevarse a Hanna con él.
Acabaron uno encima del otro, en aquel sofá de forma redonda. Se quedaron unos segundos quietos pues no sabían que estaban haciendo. No sabían si querían quitarse o no.
-Me voy a levantar...- dijo Hanna muy nerviosa y sin mirarle a la cara.
-Dee...- dijo nervioso también.
Hanna intentó levantarse pero su mano estaba presionando algo que no debía. Joonchae abrió sus ojos como platos al sentir su mano y el pequeño dolor que le había hecho al ejercer fuerza para levantarse.
-Omo, miahn. (Lo siento)- él se quedó petrificado- De verdad que quiero quitar la mano, pero se me ha quedado enganchada.
Una de sus pulseras se había enganchado en la cremallera del pantalón de Joonchae.
-Ya, ya, ¿vas a quitar la mano o no? ¿O estas insinuando algo?- Hanna forcejeaba para poder sacar su mano de ahí, pero lo único que hacía era empeorar la situación. O mejorarla, según quien lo viese.
-Anny, anny, anny...- consiguió sacar su mano. Se la enseñó a él con una sonrisa.- Ya esta. Ves, no insinuaba nada. ¿O sí...?- intentaba ser graciosa para quitarle hierro al asunto, él levantó sus cejas- Anny, si lo hubiese hecho, mi mano aún seguiría ahí.- comenzó ella a reír.
Joonchae contraatacó poniéndose encima de ella, lo que sorprendió a Hanna. Lo tenía tan cerca.
-Ya... kamjakia. (Que sorpresa)- él la miraba sin decir nada. Analizaba cada parte de su cara.- Ya... museowo (me asustas)... Eh, si estas pensando en besarme como la última vez, no lo hagas, jebal.(por favor)- se reía, aunque en el fondo estaba muy nerviosa.
Joonchae no lo pensó ni un segundo más, ni un segundo menos. Comenzó a besarla con fuerza. Sus brazos se volvían locos, querían tocar cada parte de su cuerpo. Hanna solo se dejaba llevar por aquel loco y dulce momento. Todo aquello era gloria para su paladar. Lastima que al día siguiente no fuese igual. Él dejó en seco de besarla. Hanna se sorprendió.
-Mmm...- se mordía el labio- Pues... este beso ha sido mucho mejor, sip, si lo ha sido.- abría los ojos y se pasaba la lengua por los labios.
Joonchae empezó a reírse del comentario absurdo, a la vez que halagador, y apoyo su frente con la de Hanna cerrando los ojos. Respiró fuerte y los abrió. Hanna miraba fijamente los labios de Joonchae intentando llegar a ellos, pero su cabeza se lo impedía. Él al ver esa imagen comenzó a besarla de nuevo.
La cogía del pelo. Pasaba su mano por su cuerpo, y hacía que ella se estremeciera poco a poco. Ella se retorcía con cada beso que él le daba. Joonchae paseaba sus labios por su cuello como si este nunca acabara. Era un baile de caricias que ninguno quería que terminase. Él se levantó y se quitó la camisa. Botón a botón hacia que la respiración de Hanna fuese aumentando. Sabía perfectamente que había bajo esa camisa, pero nunca habría creído que estaría tan cerca de tocarlo. Retorcía sus piernas y se desabrochaba poco a poco la cremallera del vestido. Él cogió su mano con fuerza, indicándole que parara y la cogió de la cintura para darle la vuelta. Ella se sorprendió, pero él seguía desabrochando su vestido. Quitaba cada una de las tiras que este tenía. Tocando con suavidad cada parte de su espalda, haciendo que ella llegara a sentir como temblaba todo su cuerpo. Él paseaba sus manos, lentamente pero con fuerza, por sus caderas y glúteos, mientras arrastraba su vestido por todo su cuerpo. Hasta que se lo logró quitar. Hanna no se movía seguía temblando. Él dejó al descubierto las braguitas de encaje que ella llevaba. Comenzó a acariciarlas, cuando acercó sus labios a su oreja comenzó a hablarle con suavidad.
-No me importa ya porque te fuiste. No importa si te vuelves a ir, lo importante es que regreses. Yo siempre te estaré esperando...
Ella levantó su mano, y mientras se giraba intentaba besarlo. Ese besó fue lo único que necesitó él para saber que podía continuar disfrutando de cada uno de los pasos que estaba dando para llegar hasta el mismísimo cielo. Allí, dónde no existía nadie más que ellos dos. Y que más daba el pasado, el presente o el futuro. Para ellos el tiempo se había detenido. Y para ella ya daba todo igual. Pues al día siguiente no recordaría nada...

. . .

Y así fue. Al día siguiente, abría uno de sus grandes ojos una Kim Hanna resacosa. Estaba al aire libre. Fue en lo primero que se fijo. ¿Por qué? Habían ido a beber al karaoke del hotel y había subido a cantar, recordaba. Pero... no recordaba mucho más. Tocó su cabeza, le dolía más que otros días. Le recorrió un escalofrío por la espalda, que hizo que se levantara de dónde estaba. Tenía frío, ¿por qué? Se tocó el pecho. “¿Por qué no llevo ropa?”, se preguntaba mientras le daba un mini infarto. En ese microsegundo vio como una mano, desconocida, osea que no era la suya; le rozaba la pierna. Se llevó las manos a la boca, para no soltar ningún tipo de sonido. Mientras por dentro se maldecía y se repetía una y otra vez que no volvería a beber. Aunque tenía una ligera idea de quién estaba a su lado, rezaba para que fuera otra persona. “Jebal, jebal, JEEEEEEEBAL. (Por favor, por favor, POR FAVOOOOOR)”, pensaba mientras giraba su cabeza poco a poco para descubrir el rostro de su compañero nudista. “¿Qué PUÑETAS has hecho Sofía? Como la cagas... WHY?”, se decía a si misma.
A su lado, aún dormido, estaba Joonchae durmiendo dándole la espalda. Era lo único que agradeció ella, que solo se le pudiera ver el culo, y nada más. Un precioso, redondo y musculoso culo, que miraba mordiéndose el labio inferior. Empezó a pegarse en la cabeza por dos grandes razones. Por no acordase de nada, y por haberlo hecho. Saltó de aquella cama al aire libre y buscó como loca sus braguitas. Estaban tiradas en el suelo. Las cogió y se las puso lo más rápido que pudo.
Ella no se había dado cuenta pero un Choi Joonchae somnoliento despertaba tras haberse ella levantado tan rápido. Él se restregaba los ojos mientras la observaba como ella iba de un lado a otro buscando con que taparse. Hanna cogió la camisa que Joonchae se quitó esa noche con tanta delicadeza. Aunque le venía grande no se la llegó a atar, entonces su intento de taparse fue en vano. Él, aunque avergonzado, disfrutaba de las vista otra vez. Sonreía al verla tan apurada, mientras ella por dentro se quería morir en ese momento. Tanto que no vio la puerta de la habitación. Chocó con ella tan fuerte que cayó al suelo. Aquella caída le dolió hasta a él, que levantó de sopetón.
-Gwenchanna? (¿Estás bien?)- le preguntó el apurado.
-OMG!- Hanna levantó corriendo del suelo.
Tanto que volvió a caer un par de veces más. Esta fue corriendo al aseo a encerrase. Cerró la puerta de un portazo. Estaba muy avergonzada y apurada.
-DIOS MÍO SEÑOR REDENTOR QUE ESTABA DESNUDO A DOS PASOS DE MI.- estaba flipando.
Se pellizcó para ver si era un sueño, pero dejó de hacerlo al segundo. Las heridas que se había hecho al caer ya le dolían lo suficiente.
Joonchae se llevó las manos a la cabeza y se volvió a recostar otra vez. Estaba muy frustrado por su reacción. Pero en realidad sabía que podía pasar. Siempre le pasaba lo mismo cuando bebía mucho. Que al día siguiente no recordaba nada. Gracias a que él no había olvidado nada. Eso hizo que esbozara una sonrisa de felicidad junto con una risilla tonta. Lo que le hizo darse cuenta de que él también estaba desnudo, y al aire libre. Se tapó corriendo muy avergonzado. Ahora sabía porque Hanna había salido tan rápido cuando él despertó. Cuando consiguió algo con lo que taparse fue a buscarla.
-Hanna-ya... Kim Hanna-ni...- nadie contestaba. Ella estaba petrificada aún junto a la puerta del baño.- Hanna-ya, contéstame.- ella le negaba con la cabeza aunque sabía que él no podía verla.- Jebal (por favor)... tenemos que hablar.- negaba con mucha más fuerza y se llevaba las manos a la cabeza.
Él tocó la puerta del baño. Ella chilló del susto, casi se le sale el corazón del pecho. Joonchae suspiró aliviado. “Por lo menos no ha salido desnuda por ahí”, pensaba él.
-Tenemos que hablar Hanna...
-ANNYO! SIRO! (¡NO! ¡NO QUIERO!) NO ME ACUERDO Y QUIERO SEGUIR SIN ACORDARME. POR MI NO HA PASADO NADA. ESTO NO HA PASADO.
-Hann-ya, jebal (por favor)...
-NO INSISTAS JOONCHAE-AH.

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