Ya era el quinto día
del viaje, y aquello había pasado muy rápido. Hanna sentía que no
quería que aquello terminase. Estaba muy agusto en aquel lugar. El
ambiente, el clima, los parajes, incluso la compañía de Joonchae,
estaba siendo todo perfecto. Aunque le faltaba poco para que aquel
paraíso se terminase en un pequeño infierno para ella.
-¿Qué haremos
hoy?- le decía con una gran sonrisa.
-¿No quieres tomar
el sol?
-Hombre... sí...
pero creía que íbamos a ir a otra aventura.- dijo un tanto
desilusionada. Joonchae aunque por fuera parecía serio, por dentro
se moría de lo dulce que acababa de ser Hanna.
-Te estaba tomando
el pelo.- la empujó riéndose a carcajadas, que pararon en seco en
cuanto vio la cara de enfado de Hanna- Ejem. Hoy he pensado que sería
buena idea alquilar un jeep e ir a visitar alguna cala, o alguna
playa por ahí. La mejor que veamos. Y así podrás tomar el sol, y
también tomar alguna que otra foto.- Hanna lo miraba entusiasmada,
le encantaba aquella idea.
-¡Me encanta!- se
levantó corriendo para ir a buscar su bañador.
-Y yo me llevaré mi
super ukelele.- tocó un par de acordes con una gran sonrisa. Hanna
se reía de él.- ¡En marcha! Aja, aja!(¡Vamos, vamos!)
Alquilaron un coche
en las instalaciones del hotel y fueron directos a recorrer la isla
en busca de aventuras. Joonchae conducía mientras Hanna aprovechaba
el descapotado del coche para hacer fotos. Joonchae la miraba de
reojo, estaba totalmente espectacular ese día. El calor, el sol y
las aventuras, le sentaban muy bien a Hanna. El aire ondeaba su pelo
y abría sutilmente su blusa dejando ver su bikini negro. Joonchae ya
no sabía si el sudor frío de su cuello era por el calor o por lo
nervioso que le ponía verla así. Tan sencilla, tan sensual,
brillaba como el sol. Era ella.
Hanna vio una playa
a lo lejos un tanto solitaria, que tenía la arena más blanca y
brillante que nunca había visto. Le dijo a Joonchae de parar allí.
Aparcaron cerca de dónde estaban y Hanna fue corriendo a la playa.
Puso una toalla en la arena y dejó todas sus cosas.
-Venga vamos al
agua.- comenzó a quitarse la ropa.
Joonchae dejó
todas las cosas en la arena y solamente se quito las deportivas que
llevaba.
-¿Qué-qué haces?-
lo paraba Hanna.
-Weo? (¿Qué?)
-¿Te vas a meter al
agua con camiseta?
-Dee? (¿Sí?)
-¿Pero estás
tonto? Si no hay nadie. La vas a mojar para nada. No sé, a lo mejor
yo he cambiado mucho mi mentalidad allí en España. Pero es una
tontería.
Joonchae la miró
extrañado al principio. “¿Me insinúa algo? Porque no lo
entiendo.”, pensaba. Pero al ver que ella se iba corriendo al agua,
le falto tiempo para quitarse la camiseta y dejarla en la arena.
-¡Esta congelada!-
se quejaba Joonchae.
-Muévete y se te
pasa. Vamos, muévete.
Hanna empezó a
hacer ejercicio dentro del agua. Joonchae aunque no estaba muy convencido de su método la imitaba. Comenzaron a correr y a nadar, y
como no podían evitarlo también empezaron a hacer los tontos.
Joonchae primero atacaba a Hanna escupiéndole agua en el brazo.
Cuando veía que no tenía resultado iba a la cara. Hanna le lanzaba
agua con las manos.
-Kumane! (¡Para!)- le dijo
ella mientras nadaba a otro lado.
-Ven aquí.
Joonchae fue tras
ella. Cuando la cogió, se tiro encima suya. Zambulléndose los dos
dentro del agua. Joonchae la cogía fuerte de la cintura. Una vez
salieron del agua él se reía. Aunque ella no mucho.
-¡Casi me ahogas!
Michin. (Loco)- le pegaba en el pecho.
Hanna al verlo tan
cerca, y sentir como él cada vez la acercaba más sin darse cuenta.
Se separó lo más rápido que pudo. ¿Cómo podía haber hecho eso?
Sus mejillas se estaban sonrojando. “Oish, michin. ¿Y este por qué
está tan amigable de repente?”, pensaba ella.
Hanna salió del
agua corriendo. Dejó allí a Joonchae, que seguía riéndose. No
tardó en divertirse con otra cosa. Empezó a nadar a la orilla para
buscar conchitas. Hanna se sentó en la arena, justo al lado de sus
cosas. Lo observaba desde allí algo pensativa. “¿Qué le pasa?
Tiene una sonrisa... algo extraña.”, no podía apartar la mirada de él. Cada vez estaba más nerviosa a su lado. Vio la oportunidad de coger
su cámara y fotografiarlo. Él salía tan natural con el pelo y el
torso mojado. Hanna lo estaba inmortalizando como si algún tipo de
ángel saliera del agua. Aunque este ángel buscaba conchas en la
orilla de la playa y la llamaba cuál niño pequeño para que fuese a
verlas.
-¡Ven, mira! Son
preciosas.- Hana se acercaba- Oh, ¿estabas haciendo fotos?
-Dee.
-Hazle fotos a
esto.- le enseñaba todas las conchas que había cogido. Hanna
sonreía. En el fondo era un niño pequeño.- ¿Pero salgo yo?
-Dee. Posa.
Joonchae no tuvo
ningún reparo en posar para ella. Era algo que hacía habitualmente,
pero en este caso, podía hacer el tonto más de lo normal. Hicieron
una fotos muy divertidas y bonitas. Pues por mucho que él hiciera el
tonto siempre salía bien en todas las fotos. O simplemente era que a
ojos de Hanna era perfecto.
Con las fotos
tuvieron un momento entretenido. Joonchae intentaba que Hanna le
dejase su cámara para poderle hacer fotos también a ella, pero a
ella no le gustaba mucho. Se escondía de la cámara tapándose la
cara con su pamela, o con su gafas de sol. Pero sonreía.
Tuvieron un día de
playa perfecto, pero aún no había acabado el día. Ni las
sorpresas. Joonchae le dijo a Hanna que se vistiera para ir al
restaurante del hotel. Ese día había una noche de karaoke y estaba
deseando ir a disfrutar de una gran velada.
Ella salía del
baño arreglada con el vestido más elegante que se había llevado.
Siempre con sus vestidos negros lucía perfecta. Era algo ceñido,
pero lo espectacular era su espalda. Estaba toda llena de cintas,
simulando un corset. Iba con unas sandalias de tacón bajo y una
flor blanca, típica de allí, en el pelo. Cada segundo que pasaba,
Joonchae la veía más y más guapa, y las ganas de estar con ella
aumentaban con gran fuerza.
-¿Me puedes hacer
la lazada?- le indicaba Hanna mientras se daba la vuelta y se
apartaba el pelo.
Joonchae no dijo
nada. Simplemente se aproximó a ella, tragó saliva y cogió una de
las cintas. Realizó la lazada con delicadeza, pues observaba su
cuello y su espalda con detenimiento. Rozó a conciencia el trozo de
espalda que se dejaba ver entre aquellas cintas. Hanna se asusto y se
echo hacia delante como un impulso.
-Kaja? (¿Vamos?)- preguntaba
ella mientras terminaba de coger sus cosas y abría la puerta muy nerviosa.
Joonchae en cuanto
salió de su inopia, la siguió con una sonrisa, como si nada
hubiese ocurrido. La tensión había aumentado un poco más. Hanna
comenzaba a estar más nerviosa. Cada vez que él la rozaba o le
hablaba su sistema nervioso se ponía en alerta. Temía que las cosas
fueran mejor de lo que ella quería. Por lo que, nada más llegar al
restaurante del hotel, lo primero que hizo fue pedirse una bebida
suave, pero cargada.
-Un Malibu. Pero
cargadito.- le decía al camarero un tanto nerviosa.
-¿Vas a pedir un
coktail?
-Dee.- le contestaba
algo desesperada porque llegara ya, y poder calmar ese nerviosismo
tan tonto que tenía.
-Yo también tomaré
uno.- la miraba con una pícara sonrisa.
Hanna no sabía que
estaba pasando por la cabeza de Joonchae, pero le empezaba a dar
miedo. Mucho miedo. Por lo que evitaba sus miradas. Por lo menos,
evito sus miradas hasta que se bebió el tercer coktail. Con este ya
estaba mucho más relajada, y más chistosa.
-Uff, esta mierda
esta deliciosa.- decía bebiendo otro sorbo.
-Vas a acabar
borracha si sigues así.
-Creo que ya es
demasiado tarde para eso.- asentía tontamente- Pues le he dicho al
camarero que los quería cargaditos.- le decía susurrando, con una
tonta risilla.
-Tendré que ponerme
a tu nivel.
-Uuh! Si llegas me
avisas.- Joonchae se reía.
-¿Me estás
retando?
-Claramente. ¿Lo
dudabas?
-A ver quién puede
más.- se remangaba Joonchae la camisa.
-KA! (¡Venga!)- se frotaba
Hanna las manos.
Todo lo que fuera
beber, juegos y retos, a ella le encantaban. Y sentía curiosidad.
Pues retarse entre ellos había sido algo normal, pero nunca habían
metido alcohol de por medio. Y el experimento les daría más
sorpresas de las que ellos esperaban.
La comida vino, y
las bebidas entraba y salían como agua. Aquellos dos iban más
contentos que la mayoría de la sala. La gente subía a cantar al
karaoke, y todos disfrutaban de aquello, aunque no todo el mundo
cantase como los ángeles. Y entre petición había una orquesta de
música suave amenizando la velada.
-Voy a cantar.- dijo
Hanna decidida, mientras se limpiaba la boca y bebía un sorbo de
malibu.
-Annyo! Waeo?! (¡No! ¡¿Por qué?!)- la
cogía del brazo para pararla mientras se reía como un loco- Les vas
a destrozar los tímpanos.
-Cállate. Estoy
decidida.- le apartó la mano y fue directa hacía el escenario.
-Miedo me da...- se
reía muy avergonzado.
Cuando consiguió
subir al escenario cogió el micrófono con fuerza y sonrió
dulcemente. Joonchae se llevaba las manos a cara avergonzado,
esperaba la peor actuación de su vida y morir de la vergüenza
ajena. Hanna comenzó a cantar una canción a capella en inglés. A
Joonchae le resultaba familiar. Al escuchar dos palabras más de
aquella canción se dio cuenta de algo. Abrió sus ojos sorprendido, no
podía creer aquello. Era una adaptación en inglés de su canción
“Blinking game”. No lo podía creer. No sabía que le sorprendía
más, si que Hanna estuviese haciendo una canción suya o que su voz
sonase mejor de lo que recordaba. No podía salir de su asombro.
Estaba disfrutando aquello como algo único en el mundo. ¿Hanna
había escuchado sus canciones? ¿O a lo mejor había escuchado una
adaptación de esa canción en otra parte? ¿La habría hecho ella?
¿Sabría qué es una canción suya? “¡¿Por qué de repente sabe
cantar?!” Todo aquello no lo sacaba de su asombro.
No podía evitar sonreír, y menos aún parar de mirarla. Y para colmo aquella
canción, que hablaba de amor y del juego de miradas entre dos
personas. Ella lo representaba con una mirada sensual hacia el
público. Él esperaba ansioso el momento en el que sus miradas se
cruzaran. Cuando lo hicieron, el mundo se paralizó para Joonchae.
Aquel juego de miradas reflejaba como un espejo lo que realmente eran
cada uno, y lo que realmente sentían.
Joonchae no quería
dejar de mirarla, y no lo hizo. Ella bajo del escenario con los aplusos del público y antes de sentarse en la mesa cogió su bebida.
Mientras bebía un sorbo de malibu vio a Joonchae como la miraba
embobado.
-¿Qué pasa?
Pasaron unos
segundos hasta que él le contesto.
-Esa canción...
-Weo? (¿Qué?)
-Es-es...
-Es tuya.- seguía
bebiendo.
-¿Has escuchado mis canciones?- no salía de su asombro.
-Dee. Eres un gran
cantante.
-Oh... gomawoyo (gracias) Hanna-ya...- dijo avergonzado.
-Creo que me sé
todas tus canciones.
-JINJJAYO? (¿EN SERIO?)- se apoyó
en la mesa estupefacto. Aquello no se lo esperaba. Hanna se reía
de él.
-Dee, dee. Me
encantan todos los discos que tienes.- decía con una gran sonrisa-
Pero no se lo digas a Joonchae-ah,- le decía susurrando- que se lo
tiene muy creído.- Joonchae se reía.
-Gomawoyo (gracias), no lo
haré.- le guiño el ojo.- Vamos a hacer algo.
-¿El qué?
-Vamos a cantar
“Love is so nice”.
-¿Vamos? Uri dul?
(Nosotros dos)
-Dee. ¿No dices qué
te sabes todas mis canciones?- Joonchae se levantó y la cogió de la
mano- Kaja. (Vamos)Tú me haces los coros.
-Wait a moment!-
volvió a la mesa y bebió un sorbo de bebida- Ya estoy, kaja! (Vamos)
Hanna lo arrastraba
a él hacia el escenario. Joonchae sonreía por ver su emoción. La
canción fue perfecta. Joonchae y su voz dulce hacían que el
escenario brillara. Hanna, para sorpresa de él, se sabía cada uno
de los coros de la canción y le siguió perfectamente. Hacían una
buena combinación en el escenario. Pero lo más bonito era la
conexión que entre ellos había. Cada uno vio en los ojos del otro
ese brillo que andaban buscando. Algo que se mantendría el resto de
aquella larga noche, pero que se desvanecería al despertar.
Cuando bajaron del
escenario estuvieron riéndose y hablando sobre la carrera de
Joonchae. Lo bien que le había ido siempre, y lo orgullosa que Hanna
estaba de él.
-Siempre quise que
cumplieras tu sueño. Y mírate. Te has convertido en un cantante muy
reconocido de corea. Es más. Yo creo que eres el mejor de corea.- a
él solo le faltaba explotar de la felicidad- ¿Qué digo? ¡El mejor
del mundo!- Joonchae se sonrojaba.
-Te juro que nunca
hubiese creído que escucharía esas palabras de ti. No de la Hanna
de ahora.
-No me conoces Choi
Joonchae-ah.- se levantó de la silla y le acaricio la mano.
-Odi ka? (¿Dónde
vas?)- Joonchae la cogió de la mano.
Hanna se dirigía
fuera con paso sensual y sin mirar atrás. Pues no le hacía falta,
sabía perfectamente que él la seguía.
-Me apetece tomar
algo de aire...
Hanna se aproximó
a la playa. Se quitó los zapatos y pisó la arena con delicadeza,
como si estuviera pisando algo frágil.
-Entonces eres mi
fan número uno.- le decía él a escasos metros mientras observaba
como ella bailaba sola.
-Number 1!- decía
muy feliz.
-Me alegra mucho que
mi música te haya podido hacer feliz.- le decía con una sonrisa
triste.
-Eung, nomu
haengbokhae!(muy feliz)
-Esa era mi
intención...- dijo un tanto triste pero a la vez su corazón estaba
feliz.
Él siempre había
querido que sus canciones fuesen la medicina que la gente buscase
para curar su corazón. Aquello que te diese las fuerzas para
continuar y ser feliz. Joonchae derramó una lágrima, pero ella no
se dio cuenta de aquello. Él era más feliz en esos momentos que
cualquier otra persona del mundo, porque no solamente había llegado
al corazón de Seungchae y al de miles de personas. Sino al de Hanna.
Un corazón que parecía imposible de entrar, aunque a lo mejor
solamente era una ilusión. “¿Me dejará entrar?”
Andando y andando
por la playa, en aquel silencio que era cómodo y estaba lleno de
paz, llegaron a su apartamento.
-Oh. Creo que este
es el nuestro.- fue a entrar Joonchae, Hanna simplemente lo seguía
como podía.
-¿Estás seguro?-
se sentó en primer sofá de la terraza que vio.
-Dee.- Joonchae
entraba al cuarto para verificar- Ahí están tus zapatos por el
suelo.
Hanna se estiraba
en el sofá cómo si allí mismo tuviese pensado dormir.
-Eh, no te duermas
ahí. Ve dentro.
-¿Dormir? ¿Quién
dijo nada de dormir?- se desperezó corriendo. Joochae se sentó en
el sillón de en frente.- Me estaba estirando solamente. Vamos a
seguir bebiendo.- fue a levantarse.
-¿Pero dónde te
crees qué vas?- la cogía de la mano y la volvía a sentar- No vamos
a beber más. Vamos a esperar a que se nos pase un poco y nos vamos a
dormir.
-Dee, appa. (Sí, papá)- le
decía ella enfadada y cómo si fuera una niña pequeña.
Joonchae solamente
se reía. Le encantaba ver a la Hanna borracha, pues era realmente la Hanna niña que él recordaba, pero mucho mejor. Porque ya era
toda una mujer. Él se apoyó en el sillón y la observaba.
-Sabes que.- “¿Qué
me dirá ahora?”, pensaba él con una sonrisa- Me alegro mucho de
que hayas cumplido tu sueño. Creo que es una de las cosas qué más
agradezco de haberme ido de Corea.
-¿Cómo?- Joonchae
no entendía aquello.
-Si el contrato se
hubiese llegado a hacer en aquel entonces no hubieses sido cantante.
Serías un productor reconocido pero... no era tu sueño.
-Hanna...
-Es verdad. Me
alegro mucho por ti.
Jooncahe
simplemente estaba perplejo por ver la sinceridad con la que ella
decía las cosas. Y tenía razón, seguramente si todo aquello no
hubiese ocurrido él no podría haber cumplido sus sueños. A lo
mejor hubiese sido un don nadie, por haber escapado de su casa. O
simplemente sería eso, lo que su padre le hubiese impuesto.
-Hanna-ya...
-Pero no te
preocupes. Los dos vamos a cumplir nuestros sueños. Tú seguirás
siendo un gran cantante y yo seré un gran fotógrafa y empresaria de
éxito.- fantaseaba a lo grande- Es genial.
-Hanna-ya... ¿por
qué te fuiste?
-Quería ver si
podía ser feliz sin ti.
Aquella frase
retumbó un poco en el corazón de Joonchae. ¿Qué significaba todo
eso?
-Realmente no me
conoces...- se desenredaba el pelo con las manos.
-¿Por qué siempre
me dices que no te conozco?
-Porque no te lo he
contado todo. Ni antes, ni ahora.
-¿Antes?- ella
seguía a lo suyo- ¿Cuándo simplemente eras una niña? ¿Qué es lo
que no me contabas antes? Creía que la Kim Hanna-ni de antes no me
ocultaba nada.
-Hanna-ni...- se
reía mientras intentaba levantarse y ponerse de pie en aquel sillón-
Nunca te dije que te quería.
-¿Cómo?- dijo sorprendido.
Hanna se puso de
pie en aquel sofá redondo y empezó a tararear la canción que
habían cantado en el karaoke.
-Neon
han baljjak du baljjak naege dagawajwo- caminaba
por el sofá, con todas las probabilidades de caerse.
-Hanna-ya,
¿qué has querido decir?- Joonchae la miraba aún preocupado. Pero
ella pasaba de él y seguía cantando felizmente.
-Naegeman
naegeman allyeojwo Baby.
-Ya,
te-te vas a caer al final. Te estas tambaleando.- Joonchae se levantó
para cogerla.
-Nanana
nanana nananana...- ella
seguía cantando felizmente.
-Baja
de ahí anda.- le abría los brazos. Hanna le cogía los brazos y los
movía para bailar con él.
-Love
is so nice, Love is so nice.-
ella se acercaba y se alejaba mientras bailaba.
-Hanna-ya...-
intentaba no reírse de las caras tontas que ella le ponía.
-Sube
a bailar.- le estiraba de las manos para que subiera.
-Mejor
baja tu aquí, será menos peligroso.
-Me
gusta el peligro.- él se reía.
Joonchae
la cogió de la cintura y la bajo al suelo. Hanna empezó de nuevo a
cantar, desentonando como una gato en celo, Joonchae no podía parar
de reírse de ella, pero seguían bailando y haciendo los tontos. En una
de las vueltas de baile que hacen, los dos se quedaron muy cerca el uno
del otro. Se hizo unos segundos de silencio dónde sus respiraciones se sincronizaron. Joonchae se echó hacia atrás, topándose con el sofá. Suavemente le dio una vuelta a Hanna, que reía
tontamente porque se estaba mareando. Y eso pasó. El mareo y la
torpeza de Hanna hicieron que empujara a Joonchae hacía atrás. Él
al tener el sofá justo detrás se dejo caer, pero no sin llevarse a
Hanna con él.
Acabaron
uno encima del otro, en aquel sofá de forma redonda. Se quedaron
unos segundos quietos pues no sabían que estaban haciendo. No sabían
si querían quitarse o no.
-Me voy a
levantar...- dijo Hanna muy nerviosa y sin mirarle a la cara.
-Dee...- dijo
nervioso también.
Hanna intentó
levantarse pero su mano estaba presionando algo que no debía.
Joonchae abrió sus ojos como platos al sentir su mano y el pequeño
dolor que le había hecho al ejercer fuerza para levantarse.
-Omo, miahn. (Lo siento)- él se
quedó petrificado- De verdad que quiero quitar la mano, pero se me
ha quedado enganchada.
Una de sus pulseras
se había enganchado en la cremallera del pantalón de Joonchae.
-Ya, ya, ¿vas a
quitar la mano o no? ¿O estas insinuando algo?- Hanna forcejeaba
para poder sacar su mano de ahí, pero lo único que hacía era
empeorar la situación. O mejorarla, según quien lo viese.
-Anny, anny,
anny...- consiguió sacar su mano. Se la enseñó a él con una
sonrisa.- Ya esta. Ves, no insinuaba nada. ¿O sí...?- intentaba ser
graciosa para quitarle hierro al asunto, él levantó sus cejas-
Anny, si lo hubiese hecho, mi mano aún seguiría ahí.- comenzó
ella a reír.
Joonchae contraatacó poniéndose encima de ella, lo que sorprendió a Hanna. Lo tenía tan
cerca.
-Ya... kamjakia. (Que sorpresa)- él
la miraba sin decir nada. Analizaba cada parte de su cara.- Ya...
museowo (me asustas)... Eh, si estas pensando en besarme como la última vez, no
lo hagas, jebal.(por favor)- se reía, aunque en el fondo estaba muy nerviosa.
Joonchae no lo
pensó ni un segundo más, ni un segundo menos. Comenzó a besarla
con fuerza. Sus brazos se volvían locos, querían tocar cada parte
de su cuerpo. Hanna solo se dejaba llevar por aquel loco y dulce
momento. Todo aquello era gloria para su paladar. Lastima que al día
siguiente no fuese igual. Él dejó en seco de besarla. Hanna se
sorprendió.
-Mmm...- se mordía
el labio- Pues... este beso ha sido mucho mejor, sip, si lo ha sido.-
abría los ojos y se pasaba la lengua por los labios.
Joonchae empezó a reírse del comentario absurdo, a la vez que halagador, y apoyo su
frente con la de Hanna cerrando los ojos. Respiró fuerte y los
abrió. Hanna miraba fijamente los labios de Joonchae intentando
llegar a ellos, pero su cabeza se lo impedía. Él al ver esa imagen
comenzó a besarla de nuevo.
La cogía del pelo.
Pasaba su mano por su cuerpo, y hacía que ella se estremeciera poco
a poco. Ella se retorcía con cada beso que él le daba. Joonchae
paseaba sus labios por su cuello como si este nunca acabara. Era un
baile de caricias que ninguno quería que terminase. Él se levantó
y se quitó la camisa. Botón a botón hacia que la respiración de
Hanna fuese aumentando. Sabía perfectamente que había bajo esa
camisa, pero nunca habría creído que estaría tan cerca de tocarlo.
Retorcía sus piernas y se desabrochaba poco a poco la cremallera del
vestido. Él cogió su mano con fuerza, indicándole que parara y la
cogió de la cintura para darle la vuelta. Ella se sorprendió, pero
él seguía desabrochando su vestido. Quitaba cada una de las tiras
que este tenía. Tocando con suavidad cada parte de su espalda,
haciendo que ella llegara a sentir como temblaba todo su cuerpo. Él
paseaba sus manos, lentamente pero con fuerza, por sus caderas y glúteos, mientras arrastraba su vestido por todo su cuerpo. Hasta que
se lo logró quitar. Hanna no se movía seguía temblando. Él dejó
al descubierto las braguitas de encaje que ella llevaba. Comenzó a
acariciarlas, cuando acercó sus labios a su oreja comenzó a
hablarle con suavidad.
-No me importa ya
porque te fuiste. No importa si te vuelves a ir, lo importante es que
regreses. Yo siempre te estaré esperando...
Ella levantó su
mano, y mientras se giraba intentaba besarlo. Ese besó fue lo único
que necesitó él para saber que podía continuar disfrutando de cada
uno de los pasos que estaba dando para llegar hasta el mismísimo cielo. Allí, dónde no existía nadie más que ellos dos. Y que más
daba el pasado, el presente o el futuro. Para ellos el tiempo se
había detenido. Y para ella ya daba todo igual. Pues al día
siguiente no recordaría nada...
. . .
Y así fue. Al día
siguiente, abría uno de sus grandes ojos una Kim Hanna resacosa.
Estaba al aire libre. Fue en lo primero que se fijo. ¿Por qué?
Habían ido a beber al karaoke del hotel y había subido a cantar,
recordaba. Pero... no recordaba mucho más. Tocó su cabeza, le dolía
más que otros días. Le recorrió un escalofrío por la espalda, que hizo que se levantara de dónde estaba. Tenía frío, ¿por qué? Se
tocó el pecho. “¿Por qué no llevo ropa?”, se preguntaba
mientras le daba un mini infarto. En ese microsegundo vio como una
mano, desconocida, osea que no era la suya; le rozaba la pierna. Se
llevó las manos a la boca, para no soltar ningún tipo de sonido.
Mientras por dentro se maldecía y se repetía una y otra vez que no
volvería a beber. Aunque tenía una ligera idea de quién estaba a
su lado, rezaba para que fuera otra persona. “Jebal, jebal,
JEEEEEEEBAL. (Por favor, por favor, POR FAVOOOOOR)”, pensaba mientras giraba su cabeza poco a poco para
descubrir el rostro de su compañero nudista. “¿Qué PUÑETAS has
hecho Sofía? Como la cagas... WHY?”, se decía a si misma.
A su lado, aún
dormido, estaba Joonchae durmiendo dándole la espalda. Era lo único
que agradeció ella, que solo se le pudiera ver el culo, y nada más.
Un precioso, redondo y musculoso culo, que miraba mordiéndose el
labio inferior. Empezó a pegarse en la cabeza por dos grandes
razones. Por no acordase de nada, y por haberlo hecho. Saltó de
aquella cama al aire libre y buscó como loca sus braguitas. Estaban
tiradas en el suelo. Las cogió y se las puso lo más rápido que
pudo.
Ella no se había
dado cuenta pero un Choi Joonchae somnoliento despertaba tras
haberse ella levantado tan rápido. Él se restregaba los ojos
mientras la observaba como ella iba de un lado a otro buscando con
que taparse. Hanna cogió la camisa que Joonchae se quitó esa noche
con tanta delicadeza. Aunque le venía grande no se la llegó a atar,
entonces su intento de taparse fue en vano. Él, aunque avergonzado,
disfrutaba de las vista otra vez. Sonreía al verla tan apurada,
mientras ella por dentro se quería morir en ese momento. Tanto que
no vio la puerta de la habitación. Chocó con ella tan fuerte que
cayó al suelo. Aquella caída le dolió hasta a él, que levantó de
sopetón.
-Gwenchanna? (¿Estás bien?)- le
preguntó el apurado.
-OMG!- Hanna levantó
corriendo del suelo.
Tanto que volvió a
caer un par de veces más. Esta fue corriendo al aseo a encerrase.
Cerró la puerta de un portazo. Estaba muy avergonzada y apurada.
-DIOS MÍO SEÑOR
REDENTOR QUE ESTABA DESNUDO A DOS PASOS DE MI.- estaba flipando.
Se pellizcó para
ver si era un sueño, pero dejó de hacerlo al segundo. Las heridas
que se había hecho al caer ya le dolían lo suficiente.
Joonchae se llevó
las manos a la cabeza y se volvió a recostar otra vez. Estaba muy
frustrado por su reacción. Pero en realidad sabía que podía pasar.
Siempre le pasaba lo mismo cuando bebía mucho. Que al día siguiente
no recordaba nada. Gracias a que él no había olvidado nada. Eso
hizo que esbozara una sonrisa de felicidad junto con una risilla
tonta. Lo que le hizo darse cuenta de que él también estaba
desnudo, y al aire libre. Se tapó corriendo muy avergonzado. Ahora
sabía porque Hanna había salido tan rápido cuando él despertó.
Cuando consiguió algo con lo que taparse fue a buscarla.
-Hanna-ya... Kim
Hanna-ni...- nadie contestaba. Ella estaba petrificada aún junto a
la puerta del baño.- Hanna-ya, contéstame.- ella le negaba con la
cabeza aunque sabía que él no podía verla.- Jebal (por favor)... tenemos que
hablar.- negaba con mucha más fuerza y se llevaba las manos a la
cabeza.
Él tocó la puerta
del baño. Ella chilló del susto, casi se le sale el corazón del
pecho. Joonchae suspiró aliviado. “Por lo menos no ha salido
desnuda por ahí”, pensaba él.
-Tenemos que hablar
Hanna...
-ANNYO! SIRO! (¡NO! ¡NO QUIERO!) NO ME
ACUERDO Y QUIERO SEGUIR SIN ACORDARME. POR MI NO HA PASADO NADA. ESTO
NO HA PASADO.
-Hann-ya, jebal (por favor)...
-NO INSISTAS JOONCHAE-AH.
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