-¡Goood Morning!
Saludaba muy
risueña una Alba con las pilas bien cargadas. A su lado estaban
Nerea y Cristian bien equipados. Hanna no era la única que llegaba
tarde. Desde el otro lado de la calle podían ver también como
Andrea y Lee Jinki llegaban cogidos de la mano y saludaban con la
otra.
-Unni.- fue a
abrazar a Hanna, esta le apretó bien fuerte- Vamos a subir el
sendero que sale en el dorama de Kim Kibum.- decía muy emocionada.
-¿Y por qué? Esa
es mi pregunta.- se quejaba Nerea- ¿No hay nada mejor que hacer un
jueves?
-Me apetecía aire
libre.
-Y yo tuve la gran
idea de hacer un poco de ejercicio, y de ver unas buenas vistas.-
concluyó Cristian.
-Vaya, que la culpa
es suya.- le decía Alba a Nerea, mientras las dos miraban mal a
Cristian, y los demás se reían.
-Oye, ¿por qué no
te has traído a Joonchae a la escapada?
-Ah... Pues no sé.
-Es tu cumpleaños
unni.
-Ya bueno, pero os
recuerdo que no estamos celebrando mi cumpleaños. Estamos pasando
juntos el último día de Cristian en Corea.
-Claro, claro...-
decían todos mientras la veían avanzar. Todos tenían perfectamente
algo planeado.
-Es una quedada de
españoles, nada más.- siguió el camino indignada- Y Jinki, lo
siento.- el pobre no se sintió ofendido.
-Sí, dejar de
agobiarla. Ya sabéis que no le gusta su cumpleaños.- intentaba
respaldarla Cristian, aunque simplemente era para que se calmara.
-Y tampoco le caes
bien.- criticó Alba.
-Eh!- dijeron los
dos.
-Bueno...- se calló
unos segundos. Critian la miró alarmado- Es verdad. Muy bien no le
caes.
-¿Por qué?
-Porque eres su
ex-novio, cabeza hueca.- Alba le pegó a Cristian.
-Pero si se van a
casar.- no entendía los celos que Joonchae pudiera llegar a tener
sobre él.
-A lo mejor tiene
celos o algo.
-Sois de diferentes
culturas.- puso su granito de arena Jinki. El pobre no podía hablar
mucho, pero les entendía a la perfección.
-No se le ve muy
celoso con Hanna.- comentaba Nerea- Por lo menos lo que yo he visto.
-Yo tampoco creo que
sea celoso.- Alba miró a Hanna con cara de no creerse lo que estaba
diciendo.
-¡¿Pero qué
dices?! Si es más celoso que Kang Jihoo con Yoona.
-Alaaaa que
exagerada.- intentaba suavizar Hanna.
-“Alaaaa” dice.
Ya te darás cuenta, ya.
-Ahora solo tengo
ganas de veros juntos para fijarme.- comentaba Andrea.
-Nado.- dijo Jinki
mirando a Andrea con una sonrisa.
-Ya! A subir la
montaña y a callarse. Tanto Joonchae tanto Joonchae.- se estaba
comenzando a enrabietar Hanna de tanto escucharles.
-Tampoco le cae bien
Geum Jongdong.- siguió Alba, Hanna se llevó las manos a la cara.
-Con lo cuqui que
es.- dijo Andrea.
-Sí, yo también
note que Jongdong no le cae muy bien.
-Hombre que se te
acerca, hombre que veta por completo. A lo mejor si son celos.
-¡Vale sí! Puede
que sean celos. ¿Contentos? Me voy a casar con un celoso que odia a
todos mis amigos chicos. ¿Me veis que me importe?- los amigos
intentaron contestarle- NO, NO ME IMPORTA. Dejar ya a Joonchae.
-No sé si es
bonito, porque lo estas defendiendo. O debo preocuparme porque te vas
a casar con alguien así y te da igual.- se preocupaba Nerea.
-Kuji.- dijo la
parejita a la vez, lo que mató a Kim Hanna.
Continuaron
tranquilamente y entre risas por aquel sendero, después claro de
sacar de su cabreo a Kim Hanna. Por un día que no quería ser el
centro de atención y todos iban contra ella. Pero era su cumpleaños,
¿cómo no le iban a prestar atención?
. . .
Choi Joonchae se movía por la cama fácilmente, lo que después de cinco minutos le hizo inquietarse un poco. “¿Por qué no noto ningún obstáculo?”, pensaba. Decidió mover uno de sus brazos en busca de la almohada que aún le separaba de Hanna. No estaba. Y tampoco estaba Hanna. Abrió un ojo para confirmarlo mejor. “¿Qué hora es?”, pensó alarmado. Si Kim Hanna ya se había ido a trabajar seguramente él llegaba tarde. Cogió su móvil, marcaba las ocho y media. Era tarde, pero no creía que Hanna se fuera sin decirle nada. A lo mejor estaría en la cocina, o en el aseo.
Se levantó de la
cama para ver si aún seguía en la casa. Pero no se escuchaba nada,
efectivamente se había ido. “Que temprano... a lo mejor tendría
que terminar algo de las presentaciones”.
-Ya la alcanzaré en
su despacho después.
Acto seguido se
estiró. Había dormido genial. Hacía unos días que conciliaba el
sueño muy bien. Podía ser por lo cansado que llegaba a casa, debido
a las escenas nocturnas del dorama. Por la cantidad de trabajo que
había tenido. O por lo bien y lo tranquilo que le iba todo. Hanna y
él parecían estar con la bandera blanca, gracias a “the World”.
Y por si fuera poco, Im Soori había vuelto a hablarle. Puede ser que
gracias a Kang Jihoo. Pero de todas maneras se alegraba un montón de
volver a estar con ella. Se habían divertido mucho haciendo el
dorama, y no le hubiese gustado no disfrutar con ella esos momentos.
Era muy importante para él.
Hoy iría a la
agencia para seguir ayudando a Hanna. Se sentía super útil y le
estaba cogiendo el gusto a eso de dirigir proyectos. Aunque echaba de
menos la música, pero sabía que podía volver cuando quisiera, o en
cuanto tuviera una gran idea.
Se vistió y fue
hacia “Sons of Golden”. Sabía que hoy Kim Hanna quería terminar
las listas para publicarlas y darles la buena noticia a todos
aquellos que habían entrado en el primer casting. Y así empezar
cuanto antes e inaugurar “the World”. Fue a buscarla a su
despacho, pero estaba cerrado. Le pareció muy extraño porque nunca
lo cerraba. Decidió ir al estudio número tres a buscarla. Cuando
entró a todos los que preguntaba le decían que hoy no iba a ir al
estudio, se había cogido el día libre. “¿Día libre? ¿Por
qué?”, pensaba mientras se iba del estudio. La única persona que
lo tendría que saber es Park Yoona.
-Yoona-ni, annyong. (Hola)
-Omo, annyong (hola) Joonchae-oppa. ¿Qué haces aquí?- se extraño.
-He venido a ver si
podía ayudar a Hanna-ya. Pero no la encuentro por ningún lado. Y
los de su estudio me han dicho que se ha cogido el día libre.
-Omo...- Yoona
comenzó a reírse- Oppa, hoy es 24.
-Weo? (¿Qué?)- dijo con cara
de poker, hasta que algo cortocircuito en su cabeza y recordó- Geuui
saengil! (¡Su cumpleaños!)- se llevó las manos a la cabeza alterado-
¡Pero como se me ha podido olvidar! Tengo que ir a comprarlo.
-Ya!- seguía
riéndose por lo nervioso que se había puesto- Para el carro. Hanna
se ha ido a hacer senderismo, no creo que la veas en casi todo el
día.
-Oh... dee. Bueno,
no pasa nada. Seguro que quiere relajarse de todo el trabajo.
GOMAWOYO YOONA-NI!- le decía mientras se iba corriendo de allí muy
emocionado.
-Aigoo... si supiera
con quien se ha ido le da algo.- se quedó pensativa recogiendo unos
papeles- Oye, es buena idea.- comenzó a representar una risa de
bruja malvada- Seguro que se entera y si hace falta se presenta en la
montaña.- seguía riéndose.
Joonchae, en cambio, ya salía emocionado y nervioso de la agencia. Tenía que ir a
comprar un donut, uno que fuese bonito. De chocolate. Con leche. Y
con nubes de gominola pequeñas. Hacía muchísimo tiempo que no
celebraba, mejor dicho, pasaba un cumpleaños con Hanna. Uno de ella.
Ese día sabía que era muy importante para ambos, aunque más para
Hanna.
“Ese día
marcó un antes y un después en su relación. Y también en la
personalidad de la pequeña Kim Hanna. De la cuál todos se burlaban
por ser diferente al resto. Ese día los niños de clase le tenían
preparada a la pequeña Hanna una broma pesada. Embadurnaron a la
pequeña niña extranjera de seis años de huevo y harina, solo por
el simple hecho de no tener los ojos más rasgados que los demás.
Siempre había una excusa para hacerlo. La pequeña Hanna resistió
empujones e insultos hasta que sus compañeros de aula se cansaron y
la dejaron sola en las afueras del colegio.
Choi Joonchae
que caminaba en dirección a casa después de haber salido de ensayar
con su banda, no pudo evitar buscar de dónde provenía el llanto que
escuchaba desde que salió de clase. Cuando encontró a la persona,
no sabía bien que hacer. Reconoció a Kim Hanna a la primera. ¿Pero
que debía hacer? ¿La ayudaba y se exponía a que todos sus
compañeros se burlaran también de él, por ser su amigo? ¿O se
iba, y hacía como qué no había visto nada? Ella comenzó a llorar
con fuerza de nuevo. Y una de las grandes debilidades de Joonchae era
ver a las niñas pequeñas llorar. Pero ese llanto le trasmitió más ternura
que de costumbre. No podía dejarla ahí.
-Kim Hanna-ya!-
ella levantó su carita para ver quien le llamaba con tanta rudeza-
Ulgima! (¡No llores!)- seguía diciéndole rudo.
Él no sabía
muy bien que hacer, la niña simplemente se le quedó mirando con sus
dos grandes ojos llorosos y sus mofletes rojos. Y comenzó de nuevo a
llorar más fuerte. Joonchae se puso muy nervioso. Quería que dejase
de llorar no que llorase más.
-Otteokae? (¿Qué hago?)- se
llevaba las manos a la cabeza mientras se agachaba- Kim Hanna-ya,
ulgima. Eung? (No llores, ¿vale?)
La pobre Hanna
no dejaba de llorar. Lloraba y lloraba, y solo hacía que alterar a
Joonchae, que consiguió levantarla y llevársela de allí.
-Ka. Kaja,
palli. (Vamos, vamos, rápido)- la levantaba del brazo con fuerza aunque esta pusiera
resistencia. Todo ello sin dejar de llorar.
Joonchae quería
sacarla de allí para que nadie la viese llorar. La llevó por
caminos secretos, para que nadie los viese. Sabía que lo mejor era
llevarla a su casa. Daba gracias a que no vivían muy lejos el uno
del otro.
El principio del
camino Hanna seguía llorando como una magdalena. Joonchae también
quería llorar solo de escucharla. Hasta que paró en seco en mitad
del camino.
-Ya, Hanna-ya
kaja. (Vamos)- le estiba del brazo. La niña refunfuñó y comenzó a llorar
de nuevo, estaba vez tirándose al suelo.- Hanna-yaa... jebal, irona. (por favor, levántate)-
decía apunto de llorar él también. Joonchae se acercó a ella y
como última opción se sentó a su lado cansado.
-Joonchae-ni...-
dijo Hanna con una voz muy dulce. Había dejado de llorar y se
limpiaba las lágrimas. Él la miró sorprendido- Baegopa... (Tengo hambre)- se
frotaba la barriguita con las dos manos, mientras se escuchaba un
rugidito que venía de ella.
Joonchae comenzó
a reírse como un loco, lo que sorprendió a la pequeña niña, que lo
miraba fijamente. Él le sonrió y buscó corriendo en su mochila
algo. Era algo para comer. Tenía un donut en la mochila que había
cogido de su casa antes de salir. Se lo dio con una gran sonrisa.
-Gajyeo gala.
Meogo. (Toma, come.)- Hanna lo cogió con delicadeza, pero sin quitar
sus ojos de los de él.
Algo dentro de
su pequeño corazón había visto la mirada y la sonrisa más bonita
de todas. Sus mejillas se sonrojaron . Miró unos segundos el donut, y después de pensarlo lo
partió por la mitad.
-¿Por qué no te
lo comes?
-Gajyeo gala.
(Toma)- estiró el brazo con la mitad del donut, pero sin mirarlo en
ningún momento a la cara. Esta avergonzada- Tú también tienes que
tener hambre.
-Omo.- Joonchae
se sorprendió de aquella pequeña renacuaja, que parecía tener el
corazón más grande del mundo- Gomawoyo Hanna-ni. (Gracias)- le acariciaba la
cabeza.
El corazón de
la pequeña Kim Hanna iba a cien por hora, y mientras comía su parte
del donut, y su sonrisa lo reflejaba. Pasaron lo que quedaba de tarde
juntos jugando. Ese fue el comienzo de una bonita amistad. Y también
de un alma de venganza por parte de Hanna hacia todo los que le
habían hecho daño, convirtiendo a la pequeña en la después
conocida matona de la clase. El pequeño Joonchae le dio la
confianza, la fuerza y el amor que ella necesitaba. Aunque años
después él fue el que se las arrebató de nuevo.”
. . .
Llegó a casa emocionado con aquel donut. Lo dejó dentro de la nevera para que aguantase hasta que Kim Hanna llegase de hacer senderismo.
-Mm...? ¿Se ha ido
sola a hacer senderismo?- comenzó a preguntarse curioso- Podría
haber ido conmigo. Me habría cogido el día libre.- reflexionó-
Annyo, kuji. (No, cierto) No creo que después de tanto tiempo hubiese querido
pasarlo conmigo. Por eso se habrá ido sola. Kuge (Entonces)...- volvió a
reflexionar- ¿Entonces... debí comprarle el donut o no?- miraba a
su alrededor alarmado- Anny, ella me regaló también el donut.
Seguro que le gustará.- dijo que una gran sonrisa tonta.
Se sentó en el
sofá aún nervioso mirando su guión del dorama. Miraba el guión y
miraba la nevera. Sentía que necesitaba expresar algo pero no sabía
muy bien que era. Leyó un poco más del guión y uno de los
personajes decía algo de una carta. “OH! Eso haré”. Corrió
hacia el auxiliar para coger un folio y un bolígrafo. Empezó a
escribir lo que sería una carta de cumpleaños para Kim Hanna. Pero
parecía no salirle bien.
-Querida Hanna...
Annyo, así no. Hanna-ni... ANNYO.- lo rayajeó- Saengil chukahae! (¡Feliz cumpleaños!) OMG
¿Qué estoy haciendo?- dejo de escribir y rompió la el folio
nervioso.- Algo más normal.
Dobló
la carta y la colocó en la encimera de la cocina, para que fuese lo
primero que viera al entrar. A no ser que fuese directa a otro sitio,
claro. No sabía porque pero aún estaba nervioso. Nunca le había
pasado eso antes. Los cumpleaños de Kim Hanna solían ser un día
para estar juntos y relajarse tranquilamente. Jugar, reírse, hacer un
poco de deporte, etc. Básicamente era otro día cualquiera juntos,
pero tenían esos segundos en los que se sentaban a saborear ese
delicioso dulce y el tiempo parecía pasar más lento. Disfrutando
del aire libre, del sol y de la compañía. Seguramente estaba
nervioso porque añoraba esos días. Y añoraba a su amiga, aunque no
lo aceptaría. Aún no.
Pero aún tenía
todo el día por delante. Menos mal que hoy estaría ocupado hasta
las cinco con el rodaje del dorama, o hasta las seis. Quien sabe.
Pero esperaba que para esas horas los dos estuvieran en casa.
. . .
Subiendo por aquel sendero empinado y disfrutando del aire libre se encontraban Kim Hanna y Cristian, que subían disfrutando del silencio de la naturaleza. Hasta que detrás de ellos sus compañeros se quejaban de lo rápido que iban.
-Yaa... ¿Podríamos
parar?
-Se me va a salir el
bazo.- se apoyaba en una roca el vago Jinki.
-Es que van
rapidísimo. ¿Qué lleváis en el culo, petardos?- se apoyaba Alba
en la mochila de Cristian mientras intentaba llegar a él.
-Venga vamos, ya no
queda nada.
-Llevamos dos horas
andando... dos... horas...- miraba Andrea con cara de pocos amigos a
Hanna.
-Vale, pues vamos a
parar unos minutos a repostar energías.
-Gracias.- dijeron
los cuatro a la vez.
Unos se sentaron en
lo primero que vieron “cómodo” y otros se quitaron las mochilas
para estirarse un poco. Kim Hanna vio un buen momento para sacar su
cámara de fotos y comenzar a flashear a sus amigos. Consiguiendo unas
fotografías muy graciosas, y otras muchas muy bonitas. Como ellos
habían decidido sentarse un rato a respirar y descansar, ella dejó
sus cosas también y fue a ver algún gran paisaje que inmortalizar.
Era todo precioso.
Y era época de primavera, todo comenzaba a florecer. Todo estaba
precioso en esa época. Los buenos momentos y buenos recuerdos
siempre crecían con la primavera, con las flores, con el aire fresco
y con el sol en la cara. Disfrutó esos segundos sola, como intentaba
hacer todos los años. Esto no era el Retiro de Madrid, dónde todos
estos años se tomaba su tiempo para respirar y pensar en su vida, y
en todo lo que pasaba en ella. Pero el sitio estaba genial. Un lugar
nuevo para una nueva etapa. Aunque no sabía porque, le apetecía ir
a ese campo de flores a sentarse y a comer otra vez. Un flashback
apareció como un rayo en su cabeza. Y creyó que se mareaba.
-¿Estás bien?-
aparecía Cristian detrás suyo.
-Sí... Creo que me
ha dado un dolor de cabeza. A lo mejor es del sol.
-Mejor siéntate un
rato. Toma, bebé agua.- se la dio- A ver si después de todo lo que
se han quejado ellos vas a ser tú la que este cansada.
-No, que va. Estoy
bien. Ha sido un simple dolor.
-¿Un recuerdo?
-Oye, pitoniso.
Puedes parar de hacer eso. Me das miedo.- comenzaron a reírse los
dos.
-Te conozco
demasiado bien.
-Que rabia,
¿verdad?- lo miraba tiernamente.
-¿El qué?
-Que seas tú el que
me conozca. Y yo conozca como la palma de mi mano a otra persona que
no seas tú.- Cris solo sonrió.
-No somos nadie
cuando se trata del corazón.
-¿Corazón? Con ese
también estoy enfadada. Yo iba a ser profesional. Y después llegan
días como este... y solo lo recuerdo a él. Maldito día en el que
me enamoré de él...- Cris se reía de ella- Oye, no te rías. Me
han arruinado siempre el día de mi cumpleaños. Tengo razones para
que odie este día con todas mis fuerzas.- se alteraba.
-Ojalá encuentre
alguien con tu loca cabeza, pero que no odie tanto el amor.
-Lo tendrás fácil.
Corea esta llena de locas enamoradas empedernidas.- se reían los
dos.- O esperas dos años hasta que vuelva a España.
-Yo creo que jamás
volverás.- le dijo con una triste sonrisa.
-¡Cállate! ¡No
digas esas cosas!
-¿Qué pasa por
aquí?
-Dile que se calle.
-¡Cállate!- le
hacía caso su amiga. Cristian solo se reía.- ¿Pero por qué?
-Porque es tonto.
¡Vamos! Sigamos con el sendero.
-Quieres no
cabrearla.- le pegaba- A este paso nos va a matar.
No les quedaba nada
para llegar a la zona de picnics en lo alto del sendero. Estaban
deseando llegar y comer esos deliciosos platos que habían preparado.
Todo muy español para que fuese todo con la temática. Una vez
habían llegado todos dieron gracias de seguir vivos, y pasaron un
buen día de risas y de juegos de campamento para distraerse. Todo el
mundo que pasaba por allí, no muchos, los miraban y reían porque no
paraban de hacer los tontos y de competir unos con otros. Lo natural.
En uno de los
descansos todos se sentaron en el suelo a beber algo de agua.
-Eh, feliz
cumpleaños.- dijo Cris muy rápido, y fue a abrazarla.
-¡FELIZ
CUMPLEAÑOS!- dijeron las tres amigas, que se tiraban encima de
aquellos dos. Mientras, Jinki abría un tubo de confeti muy
emocionado.
-Ya!!! KUMAN! (¡PARAR!)- sus
amigos comenzaron a hacerle cosquillas- ¡Parar por favor!- se reía
como una loca, aunque por dentro los quería matar.
-Unni! Llevo un
tiempo haciéndolo, y a todos nos gusto mucho la idea.- Andrea cogió
su móvil y le enseñó una foto.
Era una foto de un
cuadro a carbonzillo de una foto que se habían hecho en Madrid todo
juntos. Hanna se llevó la mano a la cara, estaba muy feliz, pero
seguía queriendo matarles porque le sabía mal que le regalaran
cosas el día de su cumpleaños.
-An...
-Lo ha hecho ella
pero es de todos.- recalcaba su hermana.
-Eso, eso. La idea
fue de Ana. Ya que tenemos a una pintora en el grupo.- Hanna comenzó
a llorar de alegría.
-Omo, ulgima (no llores)...-
Hanna rió de ver la preocupación en Jinki.
-Anny, nomu
haengboghae. (no, estoy muy feliz)- Cristian la abrazó- Muchas gracias chicos... siempre
sabéis lo que necesito para ser feliz. Estoy muy feliz por haberos
encontrado.
-Voy a llorar yo
también... - todos rieron y se abrazaron.
. . .
-“Hangsang nan sutjana mwo naljja gateun geo. Saengil ginyeomil geureon geon singyeong an sseundago haetjiman. Geuraedo oneul nuga bwado chukhabadeul nalijanha. Geureohjanha...” (Siempre dije que no me importarían los número o las fechas. Como aniversarios o cumpleaños. Pero hoy cualquiera puede ver que es un día para celebrar. Es verdad...)
Joonchae
se sentía inspirado aquel día, pero una llamada lo interrumpió.
-Yeobuseyo? (¿Quién llama?)
-Joonchae-oppa,
Yoona haeyo. Dongseangi yeogi issni? (Soy Yoona. ¿Está ahí Hanna?)
-Annyo (No), aún no ha
llegado.
-Aah, kuji. (Cierto) Entonces
habrán terminado de senderismo y estará llevando a Crisu al
aeropuerto.
-Otteoke? (¿Cómo?)
-Crisu se iba hoy a
Japón, y por eso a pasado el día con él.- Joonchae había perdido
todo sentido del habla en esos momentos- Bueno, pues cuando llegue le
dices que me avise. Annyong oppa. (Adiós)
Yoona colgó y dejó
a Joonchae con la expresión rota, y sin saber bien que pensar. Su
amiga creía que había actuado nuevamente de forma correcta, creando
un poco de caos celoso entre ellos. Pero no sabía realmente el
monstruo que estaba creando.
Joonchae solo cogió
con rabia la carta que le había dejado y la tiro a la
papelera. Se sentía como un tonto, y no sabía porque. Tuvo que
subir a la terraza para respirar algo de aire fresco. Necesitaba que
el viento le diera en la cara, y escuchar algo de música mientras
observaba todo lo que le rodeaba. Pasaron horas hasta que el sol cayó
y el viento frío empezaba a congelar sus brazos, aunque no sentía
casi la sensación. Decidió bajar y ducharse tranquilamente. Y
olvidar todo lo que había pasado desde que ella apareció. Debía
ser claro.
El vuelo de
Cristian salía a las nueve, por lo que Alba y Hanna lo habían
acompañado junto con Kim Moonsoo al aeropuerto para despedirse. Fue
muy emotivo. Hanna sintió como una etapa de su vida se cerraba por
fin.
No
tardo mucho en llegar a casa. Estaba cansada de aquel día tan
intenso. Y una parte suya estaba triste por la despedida con
Cristian. “Siempre
voy a estar aquí para ti. Has sido mi mejor amiga.”,
recordaba mientras colocaba el código de la casa.
-Annyong Hola)...-
decía decaída mientras entraba por la puerta.
-¿Estas cansada?- preguntaba serio desde la cocina.
-¿Eh? Dee (Sí)... ha sido un día muy divertido y agotador.
-Creía que no te
gustaba celebrar tu cumpleaños.- Hanna sintió un pinchazo en el pecho tras escucharlo.
-Y me sigue sin
gustar... Pero ellos me han dicho que era una excusa para pasar el día
juntos.
-Todos cambiamos
nuestras costumbres...
-Dee,
aunque hay cosas que nunca cambian. Pero bueno... Cris hoy cogía el
avión hacia Japón.
Así que ha sido un día para despedirnos. Aunque se me ha hecho muy
corto.
-No todos tenemos el lujo de poder despedirnos de las personas...-
sonaba muy serio. Y Hanna estaba empezando a incomodarse.
-Creo que me voy a ir a dormir...
-Hanna-ya. ¿Quieres irte con él?- recordaba con rabia la escena de
Cris y ella abrazados.
-¿A qué viene eso Joonchae-ah?- lo miraba extrañada- Pigonhaeyo... (Estoy cansada)
-Daedaphae. Jebal... (Dímelo. Por favor)
-Mollayo (No lo sé)... Lo quiero mucho, pero...
-¡¿Y por qué no te vas con él?!- pegó un golpe seco en la mesa.
-Joonchae-ah...- se asustó- no entiendo que me quieres decir...- Hanna cada vez
estaba más nerviosa, e intentaba medir sus palabras.
-No entiendo como puedes seguir aquí, seguir con un maldito contrato
cuando lo que te hace feliz se va.- él estaba alterado, de verdad
pensaba que ella debía irse antes de que todo esto empezase, si
realmente quería estar con Cris. Como Joonchae hizo en su momento.
-El querer a alguien no es suficiente Joonchae-ah, ahora mismo hay
muchas más cosas en juego.
-¿Cómo que no es suficiente?
-Oh, dios mio, Choi Joonchae kumane. (ya basta) No quiero discutir.
-Sigues sin comprenderlo...
-¿Comprender qué? ¿El egoísmo? Siempre he sabido lo que estaba
haciendo, tanto antes, como ahora. Porque todo lo que hago, lo hago
por los demás.
-¡Eras una niña!
-¡¿Y qué?!
-¿En
serio pensabas casarte tan joven y destrozarte la vida?- comenzaban a
alzarse la voz.
-De
todas maneras lo estoy haciendo ahora, ¿no? Según dices tú, ¿ves
importante cuando lo haga? Porque creo que no...- se quitó la
chaqueta dejándola caer en el sofá- Lo único que va a cambiar es el
tiempo que este maldito contrato dure. Cada vez tengo más ganas de
que empiece.- él se sorprendió- Para que acabe de una vez...
-Dime
la verdad.- la cogió por el brazo.
-Suéltame.-
él apretó. Ella lo miró desafiante.- ¿Qué haces?- se asustó.
-Hanna.
¿Por qué te fuiste?- ella lo miró perdida- ¿Qué hacías ese día
en CJS Entertaiment?
-¡Ya! Kumane! (¡Para!)- comenzó a forcejear.
Hanna no podía
desprenderse de él. Él la cogió fuerte y la besó. No
sabía lo que estaba haciendo. Tampoco supo porque lo hizo. Su
corazón se aceleró en un segundo. Ella comenzó otra vez a
forcejear. Se separaron. Él la miró a los ojos buscando alguna
respuesta a lo que estaba sintiendo. Ella estaba desconcertada. La
mano de Hanna golpeó su cara con firmeza. Solo se escuchó el golpe
en esa habitación. Joonchae todavía sostenía su brazo, pero lo fue
soltando poco a poco. “¿Qué he hecho?”, pensaba Joonchae.
Hanna cuando se sintió
completamente liberada, salió disparada para la puerta. Se puso los
zapatos de nuevo, y cerró de un portazo. El portazo retumbó en la
cabeza de ambos, despertando sentimientos y preguntas que jamás
pensarían que estarían de nuevo en sus vidas.
Ella echó a correr,
salió del edificio. Siguió corriendo sin saber ni dónde ni por
qué. Corría y corría hasta que se detuvo en una calle que le
resultaba familiar. Era la casa de Park Yoona y Kang Jihoo. Se sentó
en el portal. No sabía que esperaba. No esperaba nada, pero allí se
quedó. No llamó a la puerta. No hizo nada. Solo estar allí, ahora
bajo la lluvia. Una lluvia que permitía que sus lágrimas no se
vieran.
Él, en cambio, se
sentó en el sofá. Estaba petrificado. ¿Qué significaba el beso
para él? ¿Qué acababa de hacer? ¿Qué quería demostrar? ¿La
quería? Él no la quería, se decía. Le tenía aprecio, se decía.
“¿Y por qué me quema el pecho? ¿Han sido celos? ¿Celos, yo?
Imposible. Ella puede estar con quien quiera... Pero ahora esta
conmigo. Solo conmigo. Solo quiero que este conmigo...”. Chillo con
rabia, y se alborotó el pelo. “¿Choi Joonchae qué te pasa?”,
pensaba. Se recostó en el sofá dejando caer su brazo derecho en el
suelo.
-¿Cómo me he
acordado de qué ella estuvo allí?- se preguntaba muy preocupado
casi apunto de estallar.
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