No sabía ni cómo,
ni por qué, pero había dormido muy bien. Sonó su alarma, pero como
siempre sus ojos se abrían cinco minutos antes de que esta la
avisara. Se estiraba en aquella cama tan cómoda, cuando cayó en
cuenta de donde estaba. Miró rápidamente a su lado, no había
nadie. Se levantó aliviada. La habitación era muy bonita y simple.
Habían dos mesitas de madera, una a cada lado de la cama. Estaba muy
ordenada pero aún así tenía muchas cosas. Un armario enorme, que
casi no cerraba de la cantidad de ropa que había. Y una estantería.
Una estantería donde habían tres fotos puestas. Fue lentamente a
mirar de quien eran. La primera fotografía eran Joonchae y
Seungchae. Él la llevaba a coscoletas y reían empapados de agua. La
siguiente era del dieciséis cumpleaños de Choi Joonchae. En la foto
salían todos, no faltaba nadie. Hanna la cogió con cuidado para
fijarse mejor.
-Omo, que pintas
Jihoo-ni.- ella se reía de sus amigos.- Kibum-nii, omo, que pelo
tan negro.
Se acordaba
perfectamente de ese día. Im Soodae se rompió el brazo subiéndose
al árbol del parque, mientras proclamaba que iba a ser de mayor el
presidente de Corea y que se casaría con Kim Hanna. A lo que ella
siempre le contestaba un rotundo, rudo e intenso: “NO, NEIN,
ANNY, NI EN TUS MÁS OSCUROS SUEÑOS”. Se buscó en esa foto.
Estaba en una esquina junto a Park Yoona. Sus gafas ocupaban la mayor
parte de su cara, no destacaba mucho en esa fotografía, pero al
menos salía en ella. La tercera foto era su favorita. Ella también
tenía esa misma foto. Kim Hanna se la regaló a Choi Joonchae. Era
una foto de los cuatro abrazados. Al ver esa fotografía algo hizo
que Kim Hanna se emocionara, pero no dejó que ninguna lágrima
cayera por sus mejillas.
-Madura
extranjera... Que tenga esto no significa nada.
Hanna salió de la
habitación ofuscada por aquella sensación de tristeza y alivio. Fue
directa al baño para lavarse la cara y despejarse un poco. Para ella
todo aquello era muy nuevo, por lo que no cayó en la cuenta de que
si la puerta estaba cerrada era porque podría haber alguien dentro.
Entró con ímpetu. Ella se quedó paralizada en la puerta. Joonchae
se estaba duchando.
-¡PERO VAMOS A
VER!- gritaba apurado mientras trataba de taparse todo lo posible
hasta poder coger la toalla.
-Mi... mianh...(Lo... lo siento...)- sus
ojos en shock lo miraban.
-¡YA!- se colocó
rápido la toalla.-¡CIERRA LA PUERTA!
Hanna
inconscientemente y aún en shock hizo lo que él le ordenó. Cerró
la puerta. Pero... Se quedó mirándola. Todavía estaba dentro del
baño.
-OMO, michin.(loca)- se
decía así misma. Abrió otra vez y salió por fin de allí. Eran
tal para cual.
-YA, MICHEOSSEO! (¡ESTÁS LOCA!) OMO, y después el pervertido soy yo. Y ella entra sin llamar tampoco
a la puerta. Miiiichin! DAEEEEEBAK. (¡Looooca! ¡INCREÍBLE!) Contento me tiene.- comenzó a
secarse el cuerpo indignado- ¿Y qué más, eh, qué más? Me robas
mi casa, me robas la cama, ahora la intimidad, aigoooooo.- se miró
al espejo, aún llevaba el champú del pelo.- AIGOOOOO, LO QUE ME
HACE HACER.
Choi Joonchae se
quejaba. No podía parar, parecía que le habían dado lengua para
desayunar, una lengua muy venenosa. Estaba que podía lanzar fuego
por su boca. Hanna escuchaba desde el otro lado de la puerta, cada
uno de los lloros del idol, pues la casa no era muy grande. Se
golpeaba en la cabeza y a la vez golpeaba al aire imaginándose que
era Joonchae. Después se lo imaginaba desnudo y su cara cambiaba de
color a un tono más rojo, y volvía a pegarse en la cara
avergonzada.
-Ois... Hanna-ah
please... relax... piensa en otra cosa.- respiró, pero su intento de
meditación era interrumpido por los gritos, que aún, Joonchae hacía
desde el baño- YAS... Maldito rey del camino no dejas meditar a
nadie. Chs. Tendré que desayunar al menos...
Fue directa a la
cocina. ¿Qué tendría Joonchae por la cocina? Kim Hanna empezó a
buscar por todos los armarios, y por la nevera. No había gran cosa.
“Con lo mucho que le gustaba comer a él y lo vacía que tiene su
cocina”, pensaba Hanna mientras miraba indignada la nevera. Cogió
lo que creyó que podía ser zumo de naranja. A Kim Hanna no le
gustaba desayunar ningún tipo de fruta, pero no encontraba nada más
en esa maldita cocina. Se había propuesto llenar esa cocina de cosas
para no morir de hambre al día siguiente. Ya que... iba a vivir allí
mucho tiempo... o eso pensaba. Se sentó en uno de los taburetes que
había en la isla de la cocina. Mientras tomaba tranquilamente su
zumo salió un Joonchae malhumorado pegando un portazo. Ella solo
pegó un leve saltito en el taburete. Él la fulminaba con su mirada,
y aunque Hanna sabía que él la estaba mirando resistía sus ganas
de girarse y decirle cuatro cosas. Pues había hecho lo mismo que él,
no tenía derecho a quejarse, y para colmo perdió la noción del
tiempo mirando sus abdominales. “Estoy enferma... soy carne
débil... DEJA DE PENSAR”, se decía.
-Voy a estar en MI
CUARTO, arasseo? (¿vale?)- él la miraba enfadado. Entró en el cuarto dando
un portazo.
-Eiis... maldita
diva. Yo no me equivoco dos veces. Chs.- no era verdad.
Hanna aprovechó
para entrar al aseo y poder asearse. Ella puso el pestillo del aseo
por si pasaba algo raro. Ya demasiados sustos se habían llevado.
Mientras se estaba cambiando escuchó como la puerta de la entrada se
cerraba con fuerza. Joonchae había escapado de allí. No llegaba
tarde a ningún sitio pero necesitaba ir a la agencia, un sitio
neutral. Kim Hanna se sorprendió.
-Omo, el señor
indignado lo voy a llamar. Cuando las cosas le pasan a él es el fin
del mundo, pero si nos pasan a los demás no es nada. Niñato...
Hanna terminó de
vestirse y también salió de allí. Cerró la puerta del piso detrás
suyo, cuando cayó en la cuenta de que le faltaba algo. Sus gafas de
sol. Se giró para entrar otra vez pero cuando cogió el pomo de la
puerta se acordó. “¡NO ME SE LA CLAVE DE LA PUERTA!”, pensó.
-Maldita rubia oxigenada, simio retrasado, ¡¿pero a quién se le ocurre irse sin
decirme el número de la puerta?! AIGOO, Joonchae-ah jug-eos! (Joonchae
mueres!)
Ese día haría
mucho sol y ella no podría usar sus gafas. Se retorcía por dentro.
¿Cómo iba a poder entrar a coger sus cosas? ¿Y si quería dormir?
Otro día más tenía que estar dependiendo de él y lidiar con su
cara y sus berrinches. Subió a un taxi para poder ir a la agencia.
Otro día más, otro día menos para conseguir su sueño. Odiaba
profundamente que parte de todo aquello dependiera de él, de su
prepotencia, de su pelo rubio y de su cara de dinosaurio.
Dentro del taxi
empezó a mirar todos los mensajes que tenía en el móvil. Le daba
rabia no poder contestar los mensajes al mismo tiempo que se los
escribían, pues eso le hacía darse cuenta de los distanciada que
estaba de todos sus amigos. Tenía mensajes de Nerea y Andrea.
“Annyeong unni,
el viernes por fin vamos a estar en Seúl. Tengo muchísimas ganas
de verte. No voy a decirte que tenemos que vernos después de que
pueda dormir mis diez horas. Así que, ya sabes, ve pensando donde me
vas a invitar a comer. Porque me tienes que explicar muchas cosas. He
dicho.”
“Unni... ¿me
puedes explicar por qué has dicho en una entrevista que te vas a
casar? Y MÁS IMPORTANTE AÚN, QUE TE VAS A CASAR CON CHOI JOONCHAE,
¿EH, EEH? Necesito una respuesta y rápido.”
-Oh... my... Good...
Hanna no contestó
a sus mensajes. Prefirió ignorarlos y pensar mejor como les iba a
explicar a dos de sus mejores amigas que se iba a casar. Que la boda
era dentro de dos meses. Y que su supuesto novio era el chico que le
había arruinado la vida, y el cantante que tanto adoraban y
fangirleaban con ella. Porque... en ningún momento Kim Hanna dio la
identidad de Joonchae. Ella prefirió que lo siguiesen viendo como el
gran artista que era, que como el chico que un día hizo que quisiera
salir de Corea. Era lógico, o eso creía.
Pero los problemas
los tenía que resolver de uno en uno. Primero debía controlar a las
fieras que la estaban esperando en la puerta de la agencia. Eran un
montón de fans que llamaban con fuerzas a Choi Joonchae. Llevaban
pancartas en las que no se hablaba muy bonito de Hanna. Se estaba
pensando dos veces el bajar de aquel taxi. Pero vio la luz al final
del túnel, de repente las fans se dispersaron. Kim Hanna vio que
eran atraídas por otra celebridad. Era Ok Jiyoung. Kim Hanna no dejo
pasar su oportunidad, y tapándose la cara con el bolso, corrió hasta
estar a salvo. No dejó de correr hasta llegar al estudio 3. Todos
allí la miraron algo extrañados. Ella jadeaba mientras se sujetaba
en un foco.
-Boss-shi,
gwenchanna? (¿Está bien?)
-Dee... dee...-
decía casi sin aliento e intentando incorporarse.- Aish, me ha dado
flato.- se agarraba el costado mientras andaba para poder sentarse en
las mesas de edición.
-Hoy vamos a grabar
en el estudio 12 las primeras escenas del concierto, del dorama “Like
you”.
-Jiinjja?? (¿En serio?)- Hanna
miró a la joven con cara de no poder con su vida. “Hoy, que no
podemos ni vernos, vamos a estar todo el maldito día juntos. WAE?! (¡¿POR QUÉ?!)”,
pensaba ella. Su subordinada no entendía porque ponía esa cara.
-¿He dicho algo
mal?- intentaba buscar una explicación.
-Anny, annynmida. (No, nada) Aish, como me duele.- se retorcía en la silla.
-Ya han llegado
todas las personas que van a asistir al rodaje, están todas
preparadas...
-¿No serán las que
estaban fuera de la agencia, no?- la miró preocupada.
-Eh? A-nny...(No...)- la
joven estaba desconcertada.
-Menos mal... uff...
-Todos están ya en
el estudio. ¿De qué habla usted Boss-shi? Gwenchanna-sseyo? (¿Se encuentra bien?)
-Dee, dee, I'm
perfect.- se levantó de un salto y se hizo lo que parecía un moño.-
Hoy no moriré a manos de una fan. Come on.- señaló a la puerta.
-¿De qué está
hablando?- le decía la joven a otra subordinada que estaba
escuchando.
Hanna puso dirección hacia el estudio número 12. A la entrada se encontró con
alguien.
-Omo, Kim Hanna-shi. Que
alegría que nos volvamos a ver.
-Ok Jiyoung-shi,
annyeoghasaeyo. (Hola.) No lo sabes, pero me has salvado antes.- le comentaba
mientras andaban hasta los camerinos.
-¿Lo dices por las
fans que esperaban con ganas tu llegada a la agencia, con esas
pancartas taan bonitas?- le decía irónico. Hanna lo miró con cara
de poker.
-Justo.- él se rió.
-Lo he podido
intuir, por eso, y porque he visto a alguien correr despavorida hacia
la entrada. Puedo confirmar ahora que eras tú.
-Que patética soy.
-No digas eso. Es
normal. Estas situaciones no las sueles vivir. Y a las fans pues
seguramente les habrá pillado por sorpresa todas esas noticias.
-Me puedo hacer una
idea.- ella estaba en la misma posición, bueno, más o menos.
-Saber que Joonchae-shi,
uno de los idols más queridos dentro de la industria de la música y
del entretenimiento, tiene novia, es una cosa muy distinta a saber
que se va a casar.- Hanna estaba por dentro procesando toda aquella
información tan importante en la cual no había caído hasta el
momento.- Una novia es algo que puede tener una corta duración. Pero
si hablamos de matrimonio... es porque es algo serio, ¿no crees?
-Sí, claro... Pero a
nadie le importa la triste vida de la fotógrafa que ha dejado atrás
una larga y prospera vida, para luchar con uñas y dientes por el
mal... matrimonio, matrimonio...
-Omo, parece que le
quieres mucho.- Hanna fue a decirle algo pero prefirió callarse.-
Kunde,(Pero) ¿quieres un consejo?- “No, la verdad es que no”, pensaba
ella mientras asentía dulcemente con la cabeza.- No te arrepientas
de nada de lo que hagas, sino no lo hagas.- “Vaya... gracias por el
consejo bro, no lo había pensado antes”- Es lo mejor. Para que
después de un día duro puedas sentirte reconfortado, y saber que
haces las cosas porque quieres hacerlas.- eso era lo que más le
dolía a ella, que no estaba segura de que hacia muchas veces.
Mientras, abría la puerta al camerino dónde estaban lo actores.
-Dee, tranquilo, en
mi trabajo siempre hago aquello que quiero hacer, y al final de un
día agotador cuando el sol ya se ha ido puedo cerrar tranquilamente
mis ojos porque se que he trabajado duro y me he esforzado por
conseguir lo que quiero.
-Y... es algo normal
que a nadie le importe tu carrera, nadie te conoce. Pero no lo digo
para que te sientas mal.- se notó con ese comentario que Ok Jiyoung
no había prestado nada de atención a lo que Hanna le había dicho.
Pero otra persona lo hizo por él.
-¿De qué habláis?-
apareció un sigiloso Choi Joonchae.
-OMO, kamjakia. (Que susto)-
Hanna era muy fácil de asustar, y más si descubría después que
era él.
-Choi Joonchae-shi. Hablábamos de lo mucho que te quiere tu futura esposa.- Joonchae la
miró fulminante.
-Annyo... (No...)- le decía
ella bajito con cara de asco mientras Ok Jiyoung no miraba. Ese
comentario lo tranquilizó, pero al mismo tiempo lo enfadaba aún
más.
-Parece que no va a
ser tan fácil perderte de vista...- resopló Joonchae.
-Yo no tengo la
culpa de hacer tan bien mi trabajo y que me den tantos pedidos, señor
indignado.
-¿Indignado? Pues
mira sí. Y mucho. Y no hace falta que te explique porqué, te puedes
hacer una ligera idea.
-Dee, dee, fiera,
ahora no es momento de que saques tus uñas.
-Contigo nunca es ni
el momento, ni el lugar.
-Ojala no existiera
ni momentos, ni lugares contigo...-dijo bajito.
Joonchae no sabía
si la había escuchado bien del todo pero cuando fue a contestarle ya
había desaparecido. La buscó por la sala, y alguien le tocó el
hombro.
-Está allí.- le
señalo Ok Jiyoung al verlo tan desesperado. Ella estaba hablando con
una de sus subordinadas sobre las luces del escenario- Es mejor que
hoy no peleéis. Es la
primera escena del dorama y tiene que estar perfecta. Así que concéntrate.
-Dee.- le dijo
secamente.
Ok Jiyoung tenía
razón en todo lo que decía, pero no estaba en la posición de
ellos. No sabía como aquellos dos se sentían. Aunque era verdad
que se pasaban todo el día peleando, y eso ya le estaba cansando.
Estaba agotado de siempre lo mismo. A lo mejor siempre sería así y
no podían parar de discutir. “Okay... voy a ser sensato. Vamos a
hacer una tregua. Kuji. (Cierto)”, pensaba él. Se puso manos a la obra. Fue
a acabar de vestirse y se acercó a donde estaban los demás actores
y el director.
Indicaron las
escenas, tomaron posiciones y empezó la magia. La primera escena del
dorama era el concierto del grupo que formaban el personaje de Ok
Jiyoung y Choi Joonchae. Parecía muy real. Todo el mundo los
animaban, vitoreaban sus nombres, cantaban la canción,... Lo único
malo del dorama es que trataba de como ellos pierden la fama por un escándalo, y se convierten en repudiados por todos. En el dorama
tratan de conseguir otra vez su sueño, pero se dan cuenta de que hay
cosas más importantes que la fama. Kim Hanna mientras leía el
resumen del guión se estremecía por dentro.
-Omg... espero que
esto no le pase a él...- se preocupaba- Anny, anny, (No, no,) él es un gran
artista.- lo miraba desde lejos con una sonrisa orgullosa. Cuando
cayó en la cuenta.- ¿PERO QUÉ DIGO? Señor, creo que estoy
enfermando. Taeyang-shi, jebal, tráeme una pastilla para el dolor de
cabeza. Creo que he empezado a delirar.- le dijo a una de sus
subordinadas apurada.
No podía evitar
sentirse orgullosa de él, y ver lo lejos que había llegado con su
música. Aún sentía esas cosquillas en el estómago cuando lo
escuchaba cantar. Y los pelos de sus brazos no mentían. Esas
sensaciones eran algo más que orgullo de una lejana amistad. Pero
ella siempre se decía que no era real, que todo era un sueño, y que
esas cosas no las estaba sintiendo realmente.
Horas después de
rodar todas aquellas escenas Hanna se acercó para hablar con
Joonchae.
-Ya... jal
haess-eo.(Bien hecho)- le costó decir, pero había gente mirándola. Ella miraba
el reflejo de Joonchae en el espejo. Joonchae levantó sus cejas.
-Gomawo. (Gracias)- dijo
mientras miraba su móvil.
La gente se fue
despidiendo y se quedaron solos. Choi Joonchae empezó a recoger
todas sus cosas tranquilamente. Sentía que alguien lo estaba
observando con delicadeza mientras él se movía por el camerino.
-Me estas poniendo
nervioso.
-Pero si no he hecho
nada.- descruzó sus brazos indignada.
-Por eso, porque aún
no has hecho nada. Estas pensando demasiado. Me das miedo.- la miró
sospechoso.
-Peeeero bueno. Que
gratuito.- se sentó de golpe en la silla de maquillaje.
-¿Se puede saber
por qué estas ahí esperándome?
-¿A caso no puedo?
-Annyo. Isanghae.
Haji ma. (No. Es raro. No lo hagas)
-Meeerong.- Hanna le
sacó la lengua y él la miró con desprecio.- Pues si no quieres que
te este esperando... Dame la clave de la entrada.
-Weo? (¿Qué?)
-No puedo ir a casa.
No me has dicho cual es la clave. Y por eso estoy aquí como una
tonta esperándote para ir a casa.
-Kunde...
naneun
jib-e gaji anh-eulgeoya. (No voy a ir a casa)
-¿Cómo
qué no?- se levantó de un salto asustándole.- Ya, ya. Pues dime la
maldita clave, porque yo me quiero ir a casa a dormir.- Joonchae se
quedó mirándola sorprendido. Se dio cuenta de cual era la clave.
-Annyo.
Anh-eulgeoya. (No. No voy a ir)- él comenzó a estar nervioso. “¿Y si descubre su
significado?”, comenzó a pensar nervioso.
-WAEO? (¿POR QUÉ?) Tendré que entrar de alguna manera. Y si no me la dices hoy lo
averiguaré de todas maneras otro día. Así que dímelo maldita
rubia oxigenada.- a Joonchae le repateaba que lo llamara así.
-YAS.-
alzó su mano pero la recogió enseguida. “Relax... no querías
peleas... relax.”, se decía.- Ya, pues averiguarlo porque no te lo
voy a decir.- echó a andar.
-¡EH!
¡No seas bebé!- le perseguía- Como la averigüé te vas a enterar.
Porque la voy a cambiar.
-Ni
se te ocurra.- se giró serio y la miró muy enfadado. Hanna se
asustó. Él al ver su cara reaccionó.- No la cambies, arasseo? (¿de acuerdo?)
-Va-le...
pero no me vuelvas a poner esa cara de psicópata, que era una
broma.- en realidad ella pensaba hacerlo, pero vista su reacción se
lo pensó dos veces.
-Es
“2-4-0-8”.- le contestó sin ganas.
-¿Cómo?
-“2-4-0-8”.
No lo voy a volver a repetir.
-Vale,
vale. Ya me ha quedado claro.
-No
se la digas a nadie. Ni tampoco lleves a nadie a casa. No me gusta
que la gente entre en mi casa.
-Vaaale,
señor antisocial. No voy a llevar a nadie. ¿Algo más? Porque
parece que voy a vivir otra vez en un internado. Chs.- Joonchae la
miró extrañado mientras veía como ella seguía hacia adelante repasando los números para que no se le olvidaran. “¿Internado?”.
Cada vez entendía menos todo.
Salió
de la agencia pensando en lo que le había dicho Kim Hanna.
-¿Internado?
¿Desde cuándo?
Cada
vez tenía muchas más preguntas acerca de ella, y de su vida estos
ocho años atrás. Quería saber tantas cosas, para entender otras
muchas. Se sentía muy saturado y solo cogió el teléfono y marcó.
Estaba llamando a Im Soodae. Esperó un poco, pero nadie respondió.
Joonchae se extrañó. No contestaba a sus mensajes y tampoco a sus
llamadas. Estaba empezando a preocuparse. Llamó a Lee Kibum. Él
respondió enseguida.
-Hyung,
dime.- parecía tener prisa.
-Kibum-ah,
¿qué haces?
-Estoy
conduciendo, ¿y tú?
-Oh,
¿dónde vas?
-Voy
a recoger a alguien.- Kibum no quiso decir nada más, aunque le sabía
mal no decirle la verdad a Joonchae.
-Mmm,
¿quieres ir a tomar algo? He tenido unos días un poco agotadores y
necesito airearme un poco.- se sentaba en el asiento del coche.
-Dee,
claro. Dime lugar y en un rato voy. No creo tardar.
-Donde
siempre. Oye Kibum-ah, ¿sabes algo de Soodae-ah?- Kibum se sorprendió.-
No me ha contestado a los mensajes, ni a las llamadas... No sé qué
le pasará, pero bueno... No me hagas caso, no será nada. Bueno, nos
vemos. Kut. (Cuelgo)
Kibum colgó su
móvil algo preocupado. Siempre se encontraba en medio de todo, y
siempre tenía que mediar. Pero, igual que le fastidiaba, le
tranquilizaba que fuese así. Sabía que era el más racional de
todos, no podía dejar que el bienestar del grupo dependiese de
alguno de esos cabezas locas.
Tenía que lidiar
con los rompecabezas de Choi Joonchae, pero primero debía de salvar
a Im Soodae del pasado. Kibum ando hasta la puerta de un bar.
Dentro, sentado en uno de los taburetes de la barra estaba Im Soodae.
Bebía solo. Lee Kibum se acercó a él y le dio dos suaves
palmaditas en la espalda, mientras, se sentaba a su lado.
-Hyung... quiero
sentirme mejor... pero no puedo. De verdad que lo intento.
-Gwenchana
Soodae-ah. (Está bien.)
-Hubiese preferido
que fuese otra persona... no soy tonto, sabía que nunca iba a estar
con ella. Pero aún así me duele.
-No te enfades con
hyung.
-Annyo. (No) Me da rabia,
pero nunca podría estar enfadado con él... Además, ¿por qué me
voy a enfadar? ¿por un amor no correspondido? - se bebió toda la
copa- ¿somos bebés o qué?...- se tragaba sus ganas de llorar- Ya,
hyung, ¿no bebes nada?
-Annyo. (No) Estoy de guardia. Tengo que estar sereno.- Soodae le asentía dulcemente.
-GOOD. Mi hyung
responsable siempre. Entonces tendré que beber solo.
-Im Soodae-ah, es mejor
que dejes de beber, por hoy al menos.- recogía los cinco vasos que
tenía delante suya.
-Se que no se olvida
bebiendo, pero ojalá la bebida me hiciera olvidarme de ella. Aún
cuando se fue no me pude olvidar ni sus gustos extraños, ni sus gafas de colores... sus labios gruesos- se tocaba el labio con
delicadeza. Im Soodae la recordaba dulcemente.
-Ya, ya, ¿sabes qué
es lo único que hace el alcohol? Que traigas al presente recuerdos
que no necesitas. Ireona. (Levántate)- dictaminó mientras lo cogía del brazo
para sacarlo de aquel maldito bar.
Kibum tenía claro
que tenía que parar los sentimientos de su embriagado amigo. No
podía dejar que Im Soodae siguiera pensando en Kim Hanna, aunque aún
no tenía muy claro como lo haría. Pues si llevaba tanto tiempo
enamorado de ella la única manera de dejarla atrás era con otra
persona. No estaba a favor de esa opción, pero con Soodae no había
ninguna opción más.
. .
.
Kim Hanna, como
podía, caminaba con tres bolsas llenas de comida hacia casa de Choi
Joonchae, y por ahora su casa. Iba agotada con tanto peso que
llevaba. Pero lo hacía por su bien, por el bien de su pobre barriga
que pasaba mucha hambre. Subió al ascensor agotada. Tras cruzar el
pasillo llegó hasta la puerta.
-¿Cómo era?-
miraba los números de la puerta. Cogió su móvil, para mirar la
nota donde lo había apuntado, y tecleó.- “2-4-0-8”. Oookay.- la
puerta se abrió.
Dejó todas las
bolsas de la compra en la cocina y se descalzó. Debía emparejar
aquella cocina para que pudiera poner todo lo que ella había
comprado. Sería fácil, no había nada en aquellos armarios. Pero
primero abrió un paquete de galletas con pepitas de chocolate.
-Mmm, que bueno por
dios. CHO-CO-LA-TEE saranghaeo. (Te quiero)-se comió la galleta con ansias,
estaba muy hambrienta.
Puso música y
empezó a solucionar su tercer problema: “Llenar aquella maldita
cocina”. Lo limpio todo y lo colocó perfectamente. Mientras tanto
preparaba algo para cenar, estaba sola así que, qué mejor que una
cerveza para acompañar una tabla de paté. Bailaba al ritmo de la
música y disfrutaba de su melodía de R&B, cuando escuchó como
se abría la puerta.
-Nugu? (¿Quién?)- preguntó
sorprendida.
-Naneun.
Ya, mwohago
issni?
(Soy yo, ¿qué haces?)
-Omo,
imi jib-e issni? (¿Ya estás en casa?)- le bajó un poco el volumen
de la música.
-Dee,
waeo? (Sí, ¿por qué?)- se sentó en frente suya, en uno de los taburetes de la isla.
-Amugeosdo.(Me da igual)-
bebió un trago de cerveza y la dejo en la encimera.- Pero creía que
hoy no ibas a venir a casa... bueno, que no ibas a venir tan pronto.-
Joonchae bebió un trago de la cerveza de Kim Hanna.
-Ya!
Naega maegju ya!(¡Mi cerveza!)- Joonchae se la acabó de un trago. Ella lo miraba
atónita. Se estaba acabando su preciada cerveza y sin pedir
permiso.- Eis... Nappeum nom (insulto)... Ya! Si quieres una solo tienes que pedírmelo. No beberte la mía.- abrió otras dos cervezas más. Una
se la dio bruscamente.
Él
le dio un buen trago. Hanna no se creía lo que estaba viendo.
Joonchae parecía el típico borracho de un bar de carretera. Algo le
habría pasado para estar tan desgastado. “¿En qué esta
pensando?”, se decía Hanna mientras veía como miraba la botella
concentrado.
-Me
preocupas y a la vez me das miedo.- se llevó un trozo de paté a la
boca mientras lo miraba fijamente.
-¿Qué
soy, tu mono de feria?- la miró de arriba a bajo.
-Dee,
pero me das pena en vez de hacerme reír. Me han dado al mono
defectuoso. Recuerdame que no vuelva a comprar monos en la feria.-
Joonchae la miraba cansado, no quería discutir.- Uuh... a ti te pasa
algo.
-Pigonhada...
(estoy cansado).
-Ya
veo ya, no me lo tienes que jurar.- lo observaba mientras comía.
-Gweuge
mwoya? (¿Qué es eso?)- la miraba hambriento.
-Igeo? (¿Esto?)-
se lo metía a la boca lentamente, él le asentía con la cabeza muy
rápido- Ib-eul yeolda. (Abre la boca)
-Anny. (No)-
Joonchae se echó hacia atrás, no se fiaba de ella. Seguro que era
capaz de meterselo por la nariz o algo parecido.
-Neo. (Tú)-
levantó su mano con la intención de darle en la cabeza- Si no
quieres no me pidas.- se lo comió ella.
-Anny,
anny, naega meoggo si-peum.(No, no. Quiero comer) Aaah.- abría su boca.
-Omo,
¡que grande!- metió un trocito en su boca con delicadeza.
-Eiis,
no es tan grande.- se quejaba mientras le hablaba con la boca llena
de comida y muy abierta.
-Sí
que lo es, es enorme. Se te ha hecho tan grande por no dejar de
hablar. Siempre con el bla bla.
-De
verdad que me minas la moral... ¡Dee, dee, hablo mucho, ¿y qué?!
Hablo para la gente que me quiere escuchar, que últimamente no es
mucha...- bebió un trago de cerveza.
-Vaya...
problemas en el paraíso. Wae keure? (Qué pasa?)
-Annyinmida...(Nada...)-
vio que Hanna dejó de prestarle atención al decir eso- Solo... que
Kibum y Soodae no han podido quedar hoy.
-¿Y?
-Molla...
(No sé) Llevamos tiempo sin estar juntos y sin hablar... isanghae (es raro)...
Kibum estaba ocupado con el hospital y cuando íbamos a quedar no ha
podido. Y Soodae lleva todo el día sin contestar mis llamadas y
tampoco responde a mis mensajes.
-No
te preocupes, conociendo a Soodae seguro que no será nada, se le
pasará enseguida, kuji. (Cierto)
-Dee...
No
sabía porque pero esas palabras le aliviaban más viniendo de ella
que de Lee Kibum. “Hyung, mianhaeo (lo siento), tengo que ir a atender una
urgencia del hospital, mañana nos vemos. Y no te preocupes por Im
Soodae.”.
-¿Quieres
chocolate?- le preguntó ella.
-¿Chocolate?-
la miró atónito mientras ella le ofrecía una onza- Estoy bebiendo
cerveza, no quiero mezclar el chocolate con esto. ¿Pero que guarrería estas haciendo?
-¿Qué
pasa? Solo es comida.
-Eres...
michin (loca)... Ya. ¿De dónde sale tanta comida?- empezaba a alterarse
extrañado.
-Eh?
Pues del supermercado. ¿De dónde sino?- Joonchae se levantó y
empezó a mirar por todas las estanterías y el frigorífico.
-¿Pero
qué es todo esto?- le decía atónito.
-Eso
se llama comida. Es lo que la gente normal tiene en su casa para no
morir de hambre.- decía de forma exagerada.
-¡¿Pero
si has comprado todo el supermercado?!
-A
ver... todo no, pero es que ir a comprar hambrienta no es buena idea.
Esta comprobado, compras más de lo necesario.
-Claro.-
le decía alterado- ¿Para que necesitas cuatro tabletas de
chocolate?
-La
verdad es que he comprado cinco, pero una ha desaparecido de camino a
casa.- le puso una sonrisa bobalicona.
-OMG...-
Joonchae no se lo podía creer. No había cambiado nada, seguía
comiendo como un cerdito, y aún así seguía estando delgada- Ya...
solo has comprado comida basura.
-Annyo. (No)-
Hanna se levantó y fue directa a los cajones de la nevera- He
comprado mucha verdura.- Joonchae no sabía ya que cara ponerle.
-Oh,
gracias, menos mal que has comprado algo de verdura aparte de los
kilos y kilos de bollería industrial.- le decía sarcástico.
-Ya...
me va a bajar la regla...- ponía morritos- tenía mucho antojo.
-Antojo
dice.- se llevaba las manos a la cabeza.
-Pues
la próxima vez me acompañas y así puede comprar tranquilamente lo
que el señor quiera.
-Dee,
porque no se te puede dejar sola. No sabes comprar.
-Ya!
Pues si no te gusta no te la comas. Pero por lo menos yo he
abastecido esta maldita cocina. Ni por tener no tenías ni arroz.- se
cruzaba de brazos.
-Dee,
dee, tranquila, que no comeré nada de tus porquerías.
-Como
si tú necesitases estar a dieta.- se iba hacia el aseo indignada-
¡Si sigues sin comer desaparecerás! Maldita diva...
-EIS!
¡Que te he escuchado!- Hanna sacudía sus manos.- Chs... Chocolate,
magdalenas...croissants? Omo, omo... macarons?? Michin...
Joonchae
iba viendo todo lo que ella había comprado. Lo miraba de reojo.
Sabía que no debía... pero de repente le empezó a apetecer todo
aquello. Cogió uno de los macarons.
-Mmm,
joha...(me gusta)- se comió otro.
-¡YA!-
le gritó Kim Hanna sorprendiéndole y haciendo que se le cayera uno
de los macarons de la boca- ¿No decías qué no querías?
-Annyo.-
tragó muy fuerte- No es lo que parece...
-Omo.-
Hanna echó a reír- Comprate tu propia comida basura. Arasseo?! (¡¿De acuerdo?!)- le
desafiaba- ¿No decías qué yo comía mal? Pues comprate tu propia
comida. Napeum nom. Joh-eum bam. (Buenas noches)- se giró con una
media sonrisa en la boca.
-Dee...-
la miró con rabia y se comió otro.
-¡No
comas más!- se escuchaba desde el cuarto.
-Anny,
annyo, amugeosdo
meogji anh-a.
(No como nada)- le decía desde la cocina con la boca llena.-
Aigo...- se llevaba las manos a la cabeza.
Comentarios
Publicar un comentario