De aquella habitación solo salían gritos, de los cuales uno de ellos fue un nombre.
-¡Choi
JoonChae! ¡Niño insolente!- lo cogió del brazo bruscamente casi
levantándolo del suelo.- ¡Si crees que tus niñerías van a afectar
este contrato lo tienes difícil!
El
muchacho intentó liberarse, hasta que este lo soltó de golpe, se
llevó las manos a la cabeza, y poco a poco fue girándose hasta
apoyarse en la mesa que había detrás de él.
-No
creas que voy a ser siempre un niño- respondió el muchacho.
-JoonChae-ah...- dijo la voz tenue de una chica mientras le cogía la mano. Él
la quito poco a poco. Se acerco a la mesa.- Porque no me vas a
controlar para siempre.
Ese
momento fue silencioso. El hombre reacciono rápido, y golpeó la
cara del muchacho. Este se quedo respirando fuertemente. La joven
asombrada, llevó sus manos a la boca y quedó paralizada en frente de
él. Para el muchacho se había parado el tiempo, y solo podía
sentir el calor que desprendía su mejilla izquierda.
-So...
solo quería que... que comprendieras cómo me sentía... eres mi
padre...
El
hombre se colocó la chaqueta y fue dirección hacía la puerta, pero
paró en seco tras escuchar chillar al muchacho nuevamente.
-¡Me
da igual lo que pienses, yo la quiero y es lo único que debe de
importarte! ¡Entiende que no me quiero casar con Kim Hanna! ¡Ella no es
nada para mi! ¡Ni si quiera una amiga! ¡Solo una niña rara que
nunca debió salir de su país!- este asustado y todavía cabreado
por aquella larga conversación con su padre, arrancó
de su brazo una pulsera que llevaba. Cogió a la joven, que allí asustada, ella también esperaba y lloraba de la
impotencia. Salieron corriendo antes de que su padre pudiera
cogerlos.
Este, se quedo chillando su nombre: "¡JoonChae!"; mientras ellos
corrían y corrían por aquella agencia. Ella paró exhausta, se
apoyo cansada en sus rodillas y le dijo:
-JoonChae-ah,
- jadeaba- ¿estás seguro de lo que has hecho?
-Dee.-
dijo contundente.
-¿Y
que vamos... vas ha hacer ahora? Cuando llegues a tu casa. ¿Crees
que va a seguir todo igual?
-Oh
BaekShi-ni.- le respondió algo sorprendido.
-Piénsalo
JoonChae-ah, tu padre va a seguir sin aceptarme, y menos después de
esto.
-No
te preocupes.- fue a cogerla de los hombros y ella lo apartó.
-Choi
JoonChae...
-Nos
iremos, nos escapamos y ya.- la interrumpió.
-No
seas niño...
-Jebal (Por favor),
tú también no. ¿Crees que soy un niño? ¿Qué no pienso las cosas? ¿Igual que él? ¿Pero tú ves bien que me case con alguien por su
conveniencia?
-No,
pero...
-¿Entonces?- volvió
a interrumpir- Oh BaekShi- se agachó para verle mejor la cara- todo
va a ir bien.
Ella lo
miró a los ojos, aquella sonrisa todavía no podía sentirla, como
deseaba sentir al amor de su vida.
-No
lo creo JoonChae-ah...- le respondió con voz bajita, y le apartó la
mirada.
Desconcertado,
se puso de pie, la miró como si aquella chica ya no fuera la misma,
y echó otra vez a correr. Esta vez solo.
.
. .
Mientras
ella lo veía correr, sus lágrimas caían como si hubiese perdido
ese día la esperanza que había puesto en aquel sentimiento tan
atractivo, que un día sintió. Pero se levantó, secó sus lágrimas
y se dirigió a la puerta.
Él
solo tenía en la cabeza correr y correr por aquella agencia que
conocía demasiado, mientras lloraba como si no hubiese mañana
porque hoy le tocaba morir.
Dirigiéndose
hacía las escaleras de incendios subió hasta la azotea, se paró
frente a la puerta, secó sus lágrimas con las dos manos, y la abrió
decidido a algo, pero a la vez a nada, como si detrás de esa puerta
se encontrara su destino, y después de ahí todo iba a cambiar. Con
lo que salió disparado hacía delante, donde solo habían conductos de aire,
el aire en sí mismo, y algo más de espacio que en aquel hueco cuadrado de la
azotea. Comenzó a andar por aquel lugar, con las manos metidas en
los bolsillos e intentando abrir bien las fosas nasales para coger
todo el oxígeno posible para así sentirse más libre.
Pero... algo interrumpió su pequeña meditación de libertad. Escuchó como
alguien se sonaba la nariz detrás de uno de aquellos grandes
conductos. La curiosidad lo mataba, y poco a poco fue girando la
esquina que lo separaba de aquel individuo. Para sorpresa suya era
una chica, llevaba el pelo suelto, por lo que no le pudo ver bien la
cara. Vestía una sudadera gris, y un pantalón vaquero negro, con
unas Vans
grises y naranjas. Ella levantó la cabeza rápidamente al notar la
presencia de alguien, sobresaltándose.
Él
se quedo mirándola extrañado, mientras la joven se levantaba rauda,
pues por desgracia, no esperaba verlo allí.
-Kim... ¿Kim
Hanna?- ella lo miró con los ojos llorosos, y se colocó las gafas-
¿Qué haces aquí?
En un intento de
huida por parte de la joven, él la cogió por el brazo.
-Suéltame.-
respondió enfadada.
-¿Qué pasa?-
preguntó angustiado.
-Si me pasara algo a
ti no te importaría. Y de todas maneras no deberías que tener
curiosidad de lo que le pasen a una rara como yo.- le empujó
rudamente.
.
. .
Comentarios
Publicar un comentario